Historia del PCC

Historia del Partido Comunista Colombiano

El Partido Comunista Colombiano (que se denominó entre 1930 y 1980 como Partido Comunista de Colombia) surgió en medio de las transformaciones sociales que experimentó el país a principios del siglo XX. El desarrollo de la economía cafetera estimuló un proceso de modernización, que trajo consigo la aparición de nuevos conflictos sociales protagonizados por campesinos e indígenas en la lucha por la tierra, y por la clase obrera, que apareció en las actividades relacionadas con la economía agroexportadora y las industrias de bienes de consumo en los principales núcleos urbanos del país. Algunos sectores de estos actores sociales no se vieron representados en los partidos tradicionales e intentaron conformar sus propias colectividades políticas, y de estas iniciativas surgieron partidos obreros y socialistas, que entre las décadas de 1910 y 1920 acompañaron las principales luchas reivindicativas y políticas de las clases populares colombianas. La fundación del PCC en julio de 1930, recogió las principales experiencias de lucha de los trabajadores de nuestro país, así como las tradiciones revolucionarias que se desarrollaron en torno a la revolución rusa de 1917 y el pensamiento marxista. 

En el Primer Congreso Obrero y la Conferencia Socialista de mayo de 1924, no se logró dar forma a una nueva organización política proletaria, y el movimiento obrero se volcó a la acción sindical, coordinada por la Federación Obrera Colombiana, FOC. Además, desde ese año florecieron grupos como Antorcha Libertaria en Bogotá y Vía Libre en Barranquilla, que se dedicaron a la difusión del anarcosindicalismo a través de los periódicos La Voz Popular y Vía Libre.

Los anarquistas convocaron el Segundo Congreso Obrero, al que concurrieron socialistas y marxistas, los cuales acordaron darle prelación al sindicalismo sobre la actividad política de la clase obrera. Por lo tanto, se decidió fortalecer a la FOC, que impulsó la actividad huelguística especialmente entre los trabajadores de transportes del Río Magdalena, ahora con la participación activa de la popular María Cano. Además, fueron designados en cargos directivos de la Federación Tomás Uribe Márquez, Moisés Prieto y Francisco de Heredia, quienes promoverían la creación del PSR durante el Tercer Congreso Obrero.

Este nuevo encuentro sesionó en noviembre de 1926, buscando la reorganización del sindicalismo nivel nacional, así como la articulación al movimiento internacional, pero allí las diferencias afloraron: Tomás Uribe Márquez logró cohesionar un grupo que buscaba superar la simple acción sindical formando un partido de la clase obrera. Líderes como Carlos F. León y Luis A. Rozo, contrarios a la organización partidaria, se retiraron del Congreso. Torres Giraldo, Uribe Márquez, Raúl Eduardo Mahecha, y María Cano, entre otros, se enfrentaron también con el viejo socialista Juan de Dios Romero, y con el líder agrarista Erasmo Valencia, por el nombre del partido.

Finalmente, el partido se llamó “Socialista Revolucionario” para reivindicar la herencia socialista previa, y a la vez diferenciarse del reformismo, imprimiéndole un carácter renovado. El PSR decidió pedir ingreso a la Internacional Comunista, mantener la agitación entre el campesinado y reorganizar la actividad sindical a través de la Confederación Obrera Nacional, CON.

Durante el primer año de vida del PSR el auge huelguístico continuó, pero las condiciones para la movilización social se hicieron también más duras. La respuesta común de los gobiernos conservadores ante las reivindicaciones sociales había sido la confrontación, movilizando al Ejército para disolver huelgas y protestas, pero el gobierno de Miguel Abadía Méndez (1926-1930), endureció la represión apoyado en la llamada Ley Heroica. En cabeza de su ministro de guerra, Ignacio Rengifo, trataron toda reivindicación social como un acto criminal, promovido por el comunismo internacional, que atentaba contra el orden estatal.

El PSR promovió la lucha sindical especialmente entre trabajadores de transportes y de los enclaves petroleros y bananeros, que constituían la médula del movimiento obrero, logrando activar continuamente huelgas de solidaridad. No obstante, desde 1928, un sector importante de la organización concentró sus recursos en actividades conspirativas encaminadas derrocar al gobierno de Abadía mediante un levantamiento armado coordinado con fuerzas liberales.

La idea del levantamiento no prosperó, y la actividad conspirativa sirvió de pretexto al Estado para perseguir a los socialistas revolucionarios. Además, muchos de los líderes con más experiencia en las luchas sindicales se aislaron de las masas porque habían asumido responsabilidades en las tareas conspirativas, como era el caso de Uribe Márquez, y a esta situación se sumó la cruenta represión de la huelga de las bananeras, hito histórico de las luchas de la clase obrera, de las luchas democráticas y antimperialistas.

Con varios de sus líderes perseguidos, encarcelados o exiliados, el PSR afronta un momento crucial en el país: la legitimidad conservadora se desmoronaba. En junio de 1929 se presentaron multitudinarias protestas contra la corrupción en el gobierno de Abadía, que se saldaron con un estudiante asesinado por la policía. Un joven abogado, Rafael Baquero, intentó activar al PSR en medio de las protestas, pero la fuerza protagónica fue el liberalismo. El liberalismo, que se había dado cuenta de la necesidad de conciliar los conflictos sociales, fue capaz de capitalizar el descrédito y la división del conservatismo, y logró ganar las presidenciales con la candidatura de un abogado de confianza de los intereses petroleros yanquis, Enrique Olaya Herrera. El PSR intentó reivindicar la presencia trabajadores bananeros, y del aporte de las luchas populares a la crisis en desarrollo, a través de la candidatura presidencial de Alberto Castrillón, pero esta fue opacada por la campaña liberal, que se presentaba como candidatura de coalición nacional con el apoyo de los sectores más importantes del empresariado.

El ascenso liberal llevó a que personajes como Felipe Lleras y Moisés Prieto, y otros destacados dirigentes, quienes habían visto en el PSR una buena vía para la oposición al conservatismo, retornaran a este partido. Por su parte, Baquero y un círculo de obreros de la construcción, de Fenicia y Bavaria, buscaron reconstruir al PSR con una organización celular y dotándolo de un programa. Para ello se convocó un pleno en Bogotá el 5 de julio de 1930, al que asistió también una comisión de representantes de la Internacional, compuesta por la venezolana Carmen Fortul y un norteamericano que llamaban “Méndez”.

El PSR había mantenido intensos contactos con la Internacional, y con motivo de la huelga de las bananeras se había enviado un informe a esta organización. La Internacional respondió al aludido informe en una carta donde señalaba la necesidad de organizar un partido propio de la clase obrera, la organización del mismo en una estructura celular con base en los principios organizativos leninistas y demás aspectos que debían considerarse para configurar un partido proletario de masas. La carta fue central en la fundación del PCC.

Este documento circuló por el país generando entusiasmo incluso entre personas que se consideraban comunistas pero que no hacían parte del PSR. Por ejemplo, María Cano había articulado un grupo de jóvenes que venían leyendo a Marx y Lenin, y donde confluyeron también trabajadores como el albañil Manuel Marulanda, y allí difundió el documento. La lectura de la carta fue un hito para la formación de partido en Antioquia.

La discusión de la carta fue el principal objetivo del pleno de Bogotá, donde se afirmaba que el partido debía convertirse en una organización de masas con una red celular organizada en torno a las directrices de la Comintern, con un comité central compuesto de obreros, con un órgano de prensa bajo la dirección del comité central. Además, a partir de este documento, el pleno realizó un balance de la experiencia previa del PSR, donde se fustigó duramente el proyecto insurreccional.

Finalmente, el pleno adoptó principios organizativos y programáticos, con los que se establecía que el Partido Comunista de Colombia (sección de la Internacional) lucharía por una revolución proletaria, pero también con el concurso del campesinado y sectores de la pequeña burguesía. El carácter de la revolución sería también antiimperialista, y esta estaba llamada a resolver la cuestión agraria suprimiendo las relaciones feudales que pervivían en el campo, y entregando la tierra a quienes la trabajan, expropiando a los grandes terratenientes. De igual forma, la declaración programática se proponía luchar por los derechos políticos de la mujer, la jornada laboral de 8 horas, una sociedad secular, y el control obrero de las industrias. Es de notar que la declaración distinguía la problemática indígena de la cuestión agraria, y consideraba puntos específicos para los pueblos originarios: devolución de las tierras despojadas por los terratenientes y el reconocimiento del principio de autodeterminación para sus comunidades. Se eligió un comité central de 18 miembros, donde se destacan Elvira Medina, María Cano, Tomás Uribe Márquez, el trabajador de construcción Manuel Abella, el dirigente bananero José G. Russo y el indígena José Gonzalo Sánchez.

La fundación del PCC, que se hizo oficial el 17 de julio de 1930, significó inserción completa al movimiento obrero internacional, que se iría complementando con la integración del sindicalismo colombiano a las organizaciones sindicales mundiales de la corriente clasista.

 Fundadores del Partido Comunista de Comunista En: Periódico Tierra, julio de 1932.

Grupo de delegados asistentes al Comité Ejecutivo Nacional Ampliado del PSR, realizado en julio de 1930.

Partido Comunista Colombiano

Datos de contacto
Dirección: Cra 16 #31 A 49
Bogotá Colombia
Teléfono: (601)  2854157
Correo electrónico : partidocomunistacolombiano.nal@gmail.com
 

WEBS AMIGAS

Pin It on Pinterest