Se cumplieron 56 años de la Matanza de My Lai, en la que soldados estadounidenses masacraron a 504 civiles vietnamitas. Uno de los hechos más sanguinarios del accionar imperialista durante la Guerra de Vietnam, sólo superado en la actualidad por las masacres de civiles desarmados en Gaza, a manos del ejército de “Israel”.

Por: Oscar Hernando Avellaneda

La mañana empezaba como otra cualquiera en My Lai, en la provincia vietnamita de Quang Ngai, el 16 de marzo de 1968. Todo parecía normal excepto por el ruido de los helicópteros que se iban acercando a la pequeña aldea donde sus habitantes se disponían a desayunar pacíficamente. Poco después todos sus habitantes eran obligados a salir de sus casas mientras les apuntaban con sus metralletas. No sabían que sus vidas estaban a punto de terminar.

El día anterior, el comandante de la “Compañía Charlie”, el capitán Ernest Medina, ordenó que cualquier persona que se encontrara en My Lai fuera tratada como combatiente o simpatizante del vietcong, por lo cual los soldados eran libres de disparar contra quienes se encontraran. Aparte de “matar a todo lo que vieran”, se les ordenó que destruyeran todos los cultivos, quemaran las casas y acabaran con el ganado.

Se encontraron con una aldea llena de mujeres, ancianos y niños, y no había ni rastro de guerrilleros del vietcong. El Teniente William Calley ordenó a sus hombres sacar la gente de las cabañas y empezar a disparar.

Quienes sobrevivieron aquel día relataron que al menos nueve mujeres, algunas de ellas niñas de sólo 12 años, fueron violadas en grupo y luego asesinadas. A una anciana le dispararon a quemarropa en el estómago con un lanzagranadas. A un anciano le dispararon en la cabeza mientras sus tres nietos se aferraban a él. A otro lo arrojaron a un pozo y lo hicieron estallar con una granada de mano.

En el centro de la aldea 20 mujeres y niños recibieron disparos por la espalda mientras rezaban en un santuario budista, pero los yanquis no se limitaron a asesinar a los civiles, mataron todo lo que estaba vivo: gallinas, cerdos, perros, conejos, vacas y búfalos de agua.

Entre los testigos de lo que ocurrió estaba el sargento Ron Haeberle, un fotógrafo que iba “incrustado” en la Compañía Charlie, y estaba encargado de documentar la misión. Para ello usó carretes en blanco y negro en los que debía plasmar los registros y los “interrogatorios” a la población, que era lo que le había encargado el ejército invasor.

Haeberle también tomó fotos en color con su cámara personal, que nunca fueron entregadas al ejército y se publicarían más tarde en el periódico Cleveland Plain Dealer y en la Revista Life. En dichas imágenes puede verse un reguero de cadáveres, y un grupo de mujeres y niños aterrorizados momentos antes de que les asesinaran. Estas fotos, algunas de las cuales se convertirían en imágenes icónicas de la agresión imperialista, causaron conmoción y reavivaron los movimientos pacifistas contra la Guerra de Vietnam.

Luego del tiroteo que cobró 504 víctimas, el suboficial Hugh Thompson y sus dos compañeros de tripulación, Lawrence Colburn y Glenn Andreotti, que sobrevolaban la zona en misión de reconocimiento, aterrizaron su helicóptero entre los soldados que aún disparaban y algunos aldeanos heridos que intentaban huir. Thompson horrorizado amenazó a sus compatriotas con abrir fuego si continuaban disparando.

En una conferencia sobre My Lai celebrada en la Universidad de Tulane muchos años después, en 1994 afirmó: “Seguimos volando de un lado a otro… y no pasó mucho tiempo hasta que comenzamos a notar la gran cantidad de cuerpos en todas partes. Dondequiera que miráramos, veíamos cuerpos. Eran bebés, niños de dos, tres, cuatro, cinco años, mujeres, y hombres muy mayores; ninguna persona en edad de reclutamiento”. Thompson y su tripulación trasladaron en su helicóptero a los pocos aldeanos supervivientes para que recibieran atención médica.

Tras su regreso a la base, Thompson informó a sus superiores de la matanza generalizada e indiscriminada de civiles que había tenido lugar. En los días posteriores se llevó a cabo una” investigación” del ejército para comprobar la veracidad de sus afirmaciones, y a pesar de los informes ofrecidos, incluso por funcionarios vietnamitas, sobre el hecho de que cientos de civiles habían muerto, la conclusión final de la “seria investigación” de los criminales sobre sus propios crímenes sólo dictaminó que la operación My Lai… ¡había sido un “éxito rotundo”!.

El 24 de abril de 1968, el coronel Oran Henderson, comandante de la 11ª Brigada de Infantería, aseguró que solo 20 (veinte) civiles habían muerto “accidentalmente” en My Lai a causa del bombardeo inicial de la artillería o por el fuego cruzado entre las fuerzas estadounidenses y las del vietcong, y concluyó que el informe de Hugh Thompson era falso.

El encubrimiento de la masacre continuó hasta que Ron Ridenhour, un artillero de helicópteros de la 11ª Brigada que conocía la realidad de la masacre, pero no había participado en ella, inició una campaña para sacar a la luz los hechos. Después de escribir cartas al presidente Richard Nixon, al Pentágono, al Departamento de Estado, al Estado Mayor Conjunto y a varios congresistas, y no obtener respuesta, Ridenhour finalmente concedió una entrevista al periodista de investigación Seymour Hersh, quien publicó la historia en noviembre de 1969. El relato de Hersh ganó el Premio Pulitzer en 1970, sobre el “asesinato a quemarropa” en My Lai, que apareció en los periódicos junto con las fotografías que había tomado Haeberle y que conmocionaron al Mundo.

Al final, varios oficiales y soldados fueron acusados de delitos relacionados con la matanza, pero con excepción del Teniente William Calley, todos fueron absueltos o se desestimaron los casos en su contra antes del juicio. La “justicia”norteamericana les dio total impunidad arguyendo que “solo cumplían órdenes”. Al finalizar el consejo de guerra de Calley, en marzo de 1971, fue declarado culpable del asesinato de sólo 22 civiles vietnamitas y condenado a “cadena perpetua”. Cínicamente salió en “libertad condicional”, 3 años después (en 1974).

Sin embargo, la excusa más frecuente de EEUU para aplicar sanciones contra los países que no obedecen sus órdenes son las acusaciones de Washington sobre supuestas “violaciones de los Derechos Humanos (DDHH)” y “ausencia de democracia”.

La masacre de My Lai es una de las pocas violaciones de Derechos Humanos que han salido a la luz luego de las acciones guerreristas del ejército de los EEUU, país que cada año publica un “informe” del Departamento de Estado con “las violaciones de derechos humanos” supuestamente ocurridas en países como Venezuela, Nicaragua y Cuba. Por supuesto, nunca revela las violaciones de DDHH dentro de su propio territorio, ni las que lleva a cabo en otros países, y nunca condenó a Colombia por crímenes como el genocidio de la Unión Patriótica (UP), ni por los 6.402 civiles asesinados en estado de indefensión, mal llamados por la prensa colombiana: “falsos positivos” durante varios gobiernos neoliberales.

La provincia donde ocurrió la masacre no solamente había sido objetivo de bombardeos estadounidenses y del ejército títere de Vietnam del Sur, sino que estuvo sometida a continuos ataques con el letal Agente Naranja, un herbicida utilizado por los imperialistas como parte de su programa de guerra química.

Las empresas “Monsanto” y “Dow Chemicals” fueron las principales suministradoras de los 76 millones de litros de herbicida con que se roció Vietnam entre 1961 y 1972. La Fuerza Aérea imperialista fumigó alrededor de 2,5 millones de hectáreas en los bosques de Vietnam y los campos de cultivo para destruir las cosechas.

El legado dejado por el Agente Naranja no sólo afectó gravemente los ecosistemas. Existe evidencia científica de la relación estrecha entre la exposición al herbicida y enfermedades como el cáncer y graves trastornos hepáticos. Para aquellos civiles cuyos hogares fueron envenenados reiteradamente no hubo escapatoria: por lo menos 500.000 niños nacieron posteriormente con terribles deformidades. Monsanto, y sucesivos gobiernos de EEUU a través de los años han eludido su responsabilidad para con las víctimas.
Soldados norteamericanos amenazan a una vietnamita: Foto: Casa de la Amistad Viet Nam

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