Movilización en Medellín por las reformas sociales y la paz urbana. Foto Presidencia de la República

El exdirector de Derechos Fundamentales del Ministerio del Trabajo analiza el proyecto aprobado por el Congreso de la República. “El trabajo decente será ley”, concluye el abogado laboralista

Por: Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos

La reforma laboral está a una firma para que sea ley de la República. Después de un accidentado trámite legislativo, que duró algo más de dos años, el Senado y la Cámara de Representantes finalmente lograron conciliar el proyecto social que tiene como principal objetivo recuperar los derechos de la clase trabajadora y avanzar hacia un país que garantice el trabajo decente.

Entre las victorias democráticas se destacan la jornada laboral máxima de ocho horas diarias y 42 semanales, horas extras desde las siete de la noche hasta las seis de la mañana, dominicales y festivos remunerados al 100 por ciento, contrato laboral para estudiantes del SENA, reconocimiento de madres comunitarias como trabajadoras oficiales del ICBF, contrato indefinido como regla general, entre otros puntos.

Para analizar la reforma laboral aprobada, VOZ dialogó con Nicolás Escandón, abogado laboralista y exdirector de Derechos Fundamentales del Ministerio del Trabajo, quien tuvo un papel determinante en el diseño, discusión y presentación del proyecto.

La clase trabajadora

¿Cuál era la urgencia de una reforma laboral en el país?

Debemos recordar que este Gobierno hereda un modelo de recorte de derechos que tuvo como grandes ejes la Ley 50 de 1990 y la Ley 789 de 2002, las cuales anularon la posibilidad de que muchas personas contaran con trabajo digno y decente a partir de contratos con vocación de permanencia.

También venimos de un momento muy difícil con la pandemia, en la que hubo recortes profundos en derechos, especialmente en los trabajadores de las plataformas digitales de reparto y del sector salud. Finalmente, tenemos un estallido social que abrió la posibilidad para que un nuevo gobierno reivindicara los derechos de los trabajadores. Era el momento para una reforma.

¿Quién gana con la aprobación de la reforma laboral?

La clase trabajadora es la gran ganadora porque no solo recupera una serie de derechos, sino porque abre la posibilidad de potenciar un proceso organizativo para defender lo que quedará consignado en la ley.

También gana el presidente Gustavo Petro, quien suma la aprobación de otra reforma progresista, y Gloria Inés Ramírez, arquitecta del proyecto, que como ministra del Trabajo se la jugó en consolidar la iniciativa y logró llevarla al Congreso de la República para su discusión.

Balance

¿Qué aspectos positivos se destacan en la reforma aprobada?

Los sectores sociales que participaron con sus propuestas en la construcción de la reforma tendrán ese principio de estabilidad laboral, la posibilidad de tener contratos a término indefinido y una serie de garantías en derechos que podrán exigirlos, ya sea ante el Ministerio del Trabajo o ante las autoridades judiciales. Es un cambio para fortalecer la democracia y las relaciones del trabajo en Colombia.

En general, vamos a tener una política laboral de vanguardia. Sin duda, creo que el logro importante es la recuperación de los derechos que se habían perdido por las contrarreformas de la Ley 50 y la Ley 189, que instalaron un modelo de flexibilización laboral que le quitaba bienestar social a las familias trabajadoras y la posibilidad de construir un mejor futuro. En otras palabras, la reforma laboral restablece la noción de ciudadanía social.

¿Qué se queda en el camino con respecto al proyecto original?

Dos aspectos fundamentales. El primero es la esperanza de la modernización en las relaciones del derecho colectivo a favor del sindicalismo y del empresariado. El reto consistía en actualizar ese diálogo social a partir de reglas de negociación colectiva que estén en sintonía con los estándares internacionales y que permita fortalecer el aparato productivo colombiano. Pero como se sabe la decisión de la Comisión Séptima de Cámara fue eliminar todo el capítulo de derechos colectivos.

El segundo fue el contrato agropecuario. El reto era combatir la informalidad en el trabajo rural que hoy alcanza el 83 por ciento. Con el empresariado se estuvo muy cerca de lograr un acuerdo, pero la discusión técnica estaba a partir del reconocimiento de las horas de trabajo y no del tiempo completo en un día de jornal.

Nosotros dijimos que por ningún motivo se iba a aceptar que el trabajo agropecuario se reconociera en su pago simplemente por horas de trabajo. Esa fue la discusión donde no hubo consenso, ni en las comisiones técnicas ni en el Congreso.

Será ley

La oposición y sectores del empresariado insisten en decir que el proyecto no resuelve la informalidad y que se van a destruir muchos empleos. ¿Qué decirles a esas voces críticas?

Esta reforma laboral es un buen ejemplo de diálogo social. Nadie puede negar hoy que ese ejercicio permitió sentarnos, escucharnos y construir desde las diferencias.

Es importante decir que la reforma es tan solo una pieza en la política de empleo del gobierno del cambio. En el Plan Nacional de Desarrollo se creó el programa de empleos para la vida, cuyos resultados establecen que se han entregado alrededor de un millón de incentivos directos a la nómina de micro y pequeñas empresas, que impactan positivamente en la disminución del desempleo en el país.

¿Qué sigue una vez el presidente Petro firme la ley?

Después de recuperar la esperanza para que la clase trabajadora tenga sus derechos, lo que sigue es la construcción de procesos organizativos que defiendan lo alcanzado.

La implementación requiere de mucho diálogo social porque quedaron algunos aspectos para que sea el Gobierno el que reglamente, por supuesto en sintonía con lo aprobado.

Lo que viene será una etapa en la que el movimiento sindical buscará cómo llegar a esos sectores que se sumaron a la reforma laboral y la apoyaron en las calles. También creo que sectores empresariales asumirán de manera positiva esta reforma, para tratar de consolidar modelos y esquemas productos en un largo plazo.

El trabajo decente se convertirá en ley. Este será uno de los legados más importantes del gobierno del cambio.
Con información del Semanario Voz

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