La votación del domingo fue la expresión de un pueblo que confía en el Pacto. Foto Mafe Carrascal

Los casi tres millones de personas que, a pesar de todos los obstáculos, se movilizaron el domingo anterior para votar en la consulta del Pacto Histórico, materializaron uno de los hechos políticos más importantes en la historia de la izquierda en Colombia

Por: Federico García Naranjo
@garcianaranjo

El resultado sorprendió –y sigue sorprendiendo– no solo a la propia izquierda, que ve con satisfacción cómo el pueblo da un golpe de autoridad, sino sobre todo al Establecimiento, que aturdido y envanecido en sus propias fantasías no logra comprender el significado de lo que acaba de suceder.

Los resultados

Más de 2,7 millones de personas depositaron su voto en la consulta del Pacto. Esa cifra, independientemente del contexto donde se ponga, ya representa un capital político que no solo nadie despreciaría, sino que –de hecho– nadie más tiene hoy en el escenario político colombiano. Esa base firme de simpatizantes y militantes del cambio, además, no son seguidores acríticos de un caudillo –como se ha querido presentar– sino personas conscientes que identifican en el proyecto del Pacto una posibilidad real de transformar a Colombia.

La disputa por la candidatura presidencial no solo se dio entre dos figuras respetables, capaces y comprometidas –amén de la conveniente renuncia de Daniel Quintero– que adelantaron su campaña con entusiasmo, austeridad y mutuo respeto, algo absolutamente inusual en una campaña como esta. El triunfo de Iván Cepeda con el 65,1% de los votos es, por supuesto, una victoria de las víctimas, pero también es una victoria de la decencia, el respeto en el debate, la búsqueda de acuerdos y la defensa firme pero serena de los principios.

En tiempos de degradación del debate público, cuando imperan la mentira, la desinformación, el insulto y la insidia, la candidatura del Pacto puede convertirse en ejemplo de cómo adelantar una campaña inteligente, respetuosa y constructiva. Carolina Corcho, por su parte, con casi 680.000 votos, se posiciona como una de las figuras más prometedoras de la izquierda en Colombia. Como senadora, tendrá la oportunidad de liderar importantes debates y promover, ahora sí, la urgente reforma al sistema de salud.

Un aspecto que no se ha resaltado lo suficiente fue la conformación de las listas al Congreso a través de la consulta popular. Tradicionalmente, las listas a las corporaciones públicas se organizaban según los acuerdos internos de las fuerzas que componían la coalición. En esta ocasión se acordó no solo que el orden de las listas (cerradas) lo definiera la voluntad popular, sino que la conformación final sería paritaria y “en cremallera”, garantizando así igualdad de género en la repartición de las curules que se obtengan en marzo.

Esta decisión no solo es estratégica sino inteligente. Por un lado, resuelve el debate entre listas cerradas y abiertas. Las listas abiertas tienen el riesgo de que los candidatos no hagan campaña por el partido sino por sí mismos y las listas cerradas pueden privilegiar a las direcciones y no tener en cuenta a las bases y a los movimientos sociales. Ahora, con esta fórmula, los candidatos compiten entre sí en la consulta interna y luego concurren todos unidos a las elecciones.

Por otro lado, la definición popular del orden de las listas les confiere una enorme legitimidad, porque no son la expresión de una correlación de fuerzas interna del partido, sino de la verdadera capacidad de movilización popular de cada fuerza.

Los obstáculos

El resultado no solo es importante en sí mismo. Lo es aún más teniendo en cuenta todos los obstáculos que se interpusieron para evitar el éxito de la consulta. Hubo de todo: la tardanza en la aprobación de la fusión y del reconocimiento de la personería jurídica del Pacto, la arbitraria exclusión de Colombia Humana, o la equivocada y malintencionada impresión de los tarjetones que desvirtuaba el propósito de la consulta.

La guinda del pastel fue lo perpetrado por la Registraduría el día de la consulta: la precaria disposición de los puestos y del material electoral, la supresión de puestos electorales en zonas rurales con mayoría del Pacto Histórico o la poca cantidad de tarjetones disponibles, lo que impidió votar a muchas personas.

El encuadre

Los formadores de opinión del Establecimiento y los medios corporativos de desinformación se apresuraron a predecir una debacle política para el Pacto con la consulta del domingo. Muchos auguraron una participación de no más de un millón de personas, otros insistieron en el costo de la consulta y en cómo podrían invertirse mejor esos recursos, otros vieron la renuncia de Quintero como una evidencia de la inevitable ruptura interna del Pacto, otros incluso invitaron a no votar, en fin, toda clase de delirios.

Tras conocerse los resultados, los mismos opinadores intentaron desvirtuarlos comparando peras con manzanas. Se dijo que el resultado era pésimo pues de 11 millones de votos en las elecciones presidenciales de 2022, el Pacto había pasado solo a 2,7. Lo cierto es que los resultados de una consulta interna, en frío y sin ser simultánea con elecciones legislativas, deben compararse con consultas similares.

Así, la consulta del Pacto con 2,7 millones de votos, supera ampliamente a la del Polo Democrático de 2010 con 1,3 millones y a las del Partido Liberal de 2010 con 1,3 millones y de 2018 con 690 mil. Los formadores de opinión del Establecimiento seguirán insistiendo en su equivocada interpretación, pero el hecho político, la victoria popular es inapelable.

La perspectiva política

La votación del domingo fue la expresión de un pueblo que confía en el Pacto como instrumento de transformación social. Las recientes amenazas de Trump también le confirieron un sentido patriótico a la consulta, hay que reconocerlo. Pero más allá del entusiasmo, debemos ahora continuar consolidando la unidad, definir un programa ambicioso que represente los intereses populares y hacer pedagogía con alegría, respeto y contundencia.

Estamos a poco más de cuatro meses de las elecciones legislativas y el camino será arduo. Habrá provocaciones, reveses y dificultades, pero tenemos que obtener mayorías suficientes en el Congreso para hacer realidad el programa del cambio. Contamos con la unidad, el entusiasmo, la iniciativa política y las mayorías. Pero además, contamos con lo más importante: sabemos que nuestra lucha tiene sentido.

Felicitémonos, sí. Pero, ¡a trabajar!
Con información del Semanario Voz

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