Encuentro Nacional de Comunidades Campesinas. Foto Agencia Prensa Rural
El debate en la izquierda colombiana tiene lugar principalmente en ámbitos internos, como debe ser, pero, cuando se abre el telón de la discusión al público, se generan respuestas y se decantan posiciones. Bienvenida la discusión con argumentos
Por: Redacción Campo
En la manifestación de apoyo a la consulta popular convocada por el presidente Gustavo Petro, marcharon importantes columnas campesinas en Bogotá, mientras que en diversos municipios se llevaban a cabo otras con evidente protagonismo campesino. Este sector asumía su papel de sujeto histórico transformador.
El 21 de febrero pasado, aniversario de la mayor movilización campesina por la tierra en Colombia, tres mil delegados campesinos, indígenas, afro y de acción comunal se reunieron en las instalaciones del SENA en Chicoral para deliberar sobre el “Pacto por la tierra, el agua, el territorio, el ambiente y la vida: redistribución, democracia, transformación del campo y recuperación de los vínculos originarios”. Al día siguiente, este pacto se suscribió entre las organizaciones participantes y el presidente Gustavo Petro.
La entrevista
Sin embargo, el medio chileno Liberación publicó una entrevista con Adelso Gallo, presidente del Coordinador Nacional Agrario (CNA) y del Congreso de los Pueblos, titulada “Campesinado de Colombia: del apoyo crítico a Petro al distanciamiento sin retorno”.
Paradójicamente, esta entrevista es acompañada de una foto del evento en Chicoral, en la que se pueden ver indígenas del Tolima y campesinos de la Anuc portando un cartel que, en la parte superior, dice: “¡Bienvenido! Dr. Gustavo F. Petro U.”.
La entrevista presenta al CNA como si fuera la única organización campesina, ignorando otras como la Anuc, Fensuagro, los Baluartes o las Juntas Comunales. Así, se desconoce que muchos más campesinos que los que están organizados en el CNA apoyan masivamente al presidente Petro. Mientras el CNA brilló por su ausencia en las movilizaciones del 18 de marzo, las demás organizaciones tuvieron una participación destacada.
El presidente del CNA declaró que: “El Ejecutivo convocó el pasado 18 de marzo a una movilización contra el Congreso y por una reforma laboral […] no pasó el proyecto. Y tampoco habría sido beneficioso para el pueblo”. Luego agregó: “Enviaron a Francia Márquez a ocupar el cargo de ministra de la Igualdad. Márquez fue degradada de vicepresidenta a ministra”. Esta afirmación resulta difícil de considerarla con objetividad.
Los extremos se acercan
Gallo y la derecha patronal coinciden total en este tema. Precisamente, esa misma derecha que bloqueó la recuperación de las conquistas históricas del movimiento obrero, que se perdieron en los últimos 30 años de neoliberalismo, uribismo y asesinato de más de tres mil dirigentes sindicales. Se quiere negar la solidaridad internacionalista de los trabajadores chilenos y otros países con los obreros colombianos en la lucha actual de estos por sus derechos y por la consulta popular que busca restablecerlos.
Adelso Gallo expresó: “Entre 1986 y 1990 se hicieron esfuerzos por reconstruir la organización campesina, pero no fue posible”. Según su fábula, no hubo organización campesina nacional hasta 1997. No existieron Fensa (los verdaderos “hijos” de las luchas de los años 50, de los campesinos en Viotá y Sumapaz), ni Anta, ni Fensuagro, ni Anuc-Ur, ni la misma Anuc, para hablar de las más numerosas.
Gallo también declaró: “El CNA le planteó al presidente [Petro] la realización de una Convención Nacional Campesina (CNC). En realidad, el propio Petro planteó la necesidad de un congreso campesino unitario y fue la Agenda Nacional Campesina la que propuso a Petro la Convención”.
¿Los TECAM sí y las ZRC no?
En un total desenfoque, Adelfo Gallo arremete contra las Zonas de Reservas Campesinas (ZRC): “Aquí existe la Ley 160 (1994) y dentro de su articulado hay una especie de territorialidad reconocida que se denominan Zonas de Reserva Campesina. Pero ellas carecen de alcance conceptual y no se ajustan a la necesidad del campesinado”. Con estas palabras, Gallo descalifica una forma de territorialidad que consideran suya los campesinos de setenta regiones.
No hay ningún elemento que permita plantear que los Territorios Campesinos Agroalimentarios, TECAM, sí “corresponden” y las ZRC, no. “En aquellos municipios donde existen TECAM, los planes de desarrollo no los formula el politiquero y el burócrata, sino que ahora nosotros resolvemos la distribución de los recursos”. En los Territorios Agroalimentarios sucede lo mismo que en las Zonas de Reservas Campesina.
La guerra afecta a todo el campesinado
De estas opiniones, Gallo pasa a algo más serio: “El ELN le propuso al Gobierno continuar con el cese al fuego, lo que sería un alivio para la población”. Sin embargo, omite mencionar que este grupo guerrillero abrió fuego contra líderes campesinos y comunales y firmantes de paz, además de desplazar comunidades del Catatumbo, acusándolas de apoyar a las disidencias de las Farc.
Una guerra entre guerrillas que sirve para estigmatizar a los líderes sociales y las comunidades quiebra la capacidad del campesinado para formar un gran movimiento nacional por la reforma agraria y el cambio social. No se trata de un “conflicto histórico”, sino de un conflicto contra la historia.
El presidente del CNA denuncia que el Comité de Integración Social del Catatumbo (CISCA) fue señalado por Gustavo Petro como una organización relacionada con el ELN. Criticable y muy mal hecho por el presidente Petro, pero es lo mismo que hizo el ELN contra las organizaciones campesinas Asumcat y Ascamcat, así como contra firmantes de paz, militantes de la UP y otros líderes campesinos, a quienes desplazó, secuestró y, en varios casos, asesinó, acusándolos de estar ligados a la disidencia.
Es lo que hicieron, y siguen haciendo, paramilitares y militares con diferentes organizaciones, incluido el CNA (como en Cajibío). Seamos claros: la invasión paramilitar en inmensos territorios del centro del país no es algo reciente, ni mucho menos algo nuevo o de “ahora” ni “como nunca antes”. Es imposible olvidar casos como los de Yacopí, Puerto Boyacá, Puerto Berrío, entre otros.
Hay esperanza: movimiento popular ha comenzado a reagruparse en torno a la consulta popular, junto al presidente Petro. Y como señala Adelso Gallo, consideramos necesario que en 2026 “se vote por una persona que dé continuidad al proyecto que lleva Petro”.
Con información del Semanario Voz