Después del atentado contra Gaitán, la multitud enardecida se ubica al frente de la Clínica Central el 9 de abril de 1948. Foto Erich Arendt. Colorización digital Leonardo Ortiz Díaz

El VI Congreso del Partido sesionó entre el 20 y el 28 de agosto de 1949 en medio de la persecución oficial. Antes del evento, las oficinas del PCC fueron allanadas, al igual que muchas viviendas de los integrantes de la dirección

Alejandro Cifuentes

El browderismo significó para el Partido Comunista la aparición de corrientes revisionistas y reformistas en su seno, y además trajo consigo una tendencia liquidacionista que insistía en un apoyo irrestricto al liberalismo. Tras duros debates, Augusto Durán, principal promotor de esta tendencia, fue derrotado en el V Congreso de 1947.

Pero el conflicto interno dejó sus secuelas en la organización. Durán había propiciado el fraccionalismo como respuesta a las discusiones que se abrían paso sobre la política partidaria y su liderazgo. Mientras los comunistas se debatían internamente por el futuro de su organización, el país se encaminaba hacia la conflagración, a la vez que Jorge Eliécer Gaitán iba consolidándose como líder popular dispuesto a desafiar el poder de la oligarquía liberal-conservadora.

Desde 1946, tras el ascenso a la presidencia del conservador Mariano Ospina Pérez (1946-1950), el país comenzó a sumirse en la violencia incentivada por las disputas bipartidistas. Pero lo cierto es que esta tenía un trasfondo social. Ospina inició una campaña de persecución a las organizaciones populares con el fin de reversar algunas de las conquistas logradas por los movimientos campesino y sindical. La situación se precipitó tras el asesinato de Gaitán.

Luego de su muerte, la violencia se escaló y el régimen se decantó hacia una dictadura: Ospina decretó el estado de sitio, y en octubre de 1949 ordenó el cierre del congreso. En semejantes condiciones, el Partido adelantó su VI Congreso, un encuentro que reafirmó la lucha revolucionaria de cara a la represión y en el cual se consumó la reconfiguración partidaria con la superación del fraccionalismo.

Los comunistas y Gaitán

Solo habían transcurrido unos cuantos meses entre el V Congreso y el magnicidio de Gaitán. Entre noviembre de 1947 y abril de 1948 el PCC se había inmerso en una campaña contra la violencia. Mientras denunciaba en su periódico Vanguardia del Pueblo las agresiones contra el campesinado, prestaba ayuda jurídica a quienes resultaban encarcelados por defender su tierra, tal como en el caso de los indígenas de Coyaima. Igualmente, orientó la solidaridad del movimiento sindical con el campesinado, e intentó revitalizar la organización campesina.

Paralelamente a estos hechos, el PCC fue cambiando su posición frente a Gaitán. Aunque las relaciones entre el líder liberal y los comunistas no fueron siempre tensas, durante el periodo 1944-1946 fueron especialmente difíciles. En este periodo los comunistas fueron críticos de la actitud de Gaitán sobre el sindicalismo.

En primer lugar, el líder liberal menospreciaba la lucha reivindicativa de la clase obrera, cosa que se vio en su rechazo al paro nacional de solidaridad con los huelguistas de la Federación Nacional del Transporte Fluvial, Marítimo y Aéreo, Fedenal, en noviembre de 1945. En segundo lugar, expresaba desdén por la organización sindical.

En este periodo, la visión de Gaitán sobre la organización era bastante simple, pues lo que resultaba fundamental para él era la disciplina que garantizara las movilizaciones masivas y la participación electoral. Esto no era más que la muestra de la consolidación de su convicción en el liderazgo carismático.

Y lo que terminó por partir aguas fue el posicionamiento del Partido a favor de la candidatura oficial del liberalismo para las elecciones presidenciales de 1946, lo que significó el aislamiento de la organización e incluso la deserción de miembros de sus filas. Sin embargo, la radicalización de Gaitán luego de su fallida candidatura, y la derrota de Durán en 1947, abonaron el terreno para acercamiento entre los comunistas y el caudillo, pues los primeros supieron valorar la lectura del líder liberal sobre el rol de las oligarquías, así como su capacidad de convocatoria entre los sectores populares.

El 9 de abril

Por sus condiciones organizativas, así como por el hecho de que el movimiento popular tuvo un alto componente de espontaneidad, el Partido no pudo jugar ningún rol decisivo en los sucesos que se desataron tras el asesinato de Gaitán. Pero esto no quiere decir que los comunistas quedaran al margen de lo ocurrido.

En Bogotá el PCC presentó a la Confederación Sindical de Colombia, CTC, una propuesta de paro general obrero que fue acogida por la central y que se puso en marcha desde el 10 de abril. La dirección local comunista de Cali hizo un esfuerzo por incidir en el movimiento de masas mientras llamaba a la conformación de un gobierno popular revolucionario.

Por su parte, los comunistas en Ibagué colaboraron con la Junta Popular que allí se creó para mantener el orden, a través de una patrulla cívica. Y en Barrancabermeja los militantes del PCC fueron parte activa del importante movimiento insurreccional que llegó a mantener el poder por algunos días en la zona petrolera.

A su vez, el levantamiento popular que tuvo lugar en muchos puntos de la geografía nacional en abril de 1948 sirvió como pretexto para que el gobierno desatara una fuerte persecución contra el PCC. El grueso de la dirección en la capital fue detenida, y en Cali muchos militantes fueron enviados a campos de prisioneros en Pasto luego de la cruenta represión encabezada por el entonces coronel Gustavo Rojas Pinilla.

Un Congreso contra la represión

El VI Congreso del Partido sesionó entre el 20 y el 28 de agosto de 1949 en medio de la persecución oficial. Antes del evento, las oficinas del PCC fueron allanadas, al igual que muchas viviendas de los integrantes de la dirección. Además, los delegados fraternales de Venezuela, Panamá y República Dominicana, fueron expulsados del país.

En el informe central del secretario general se analizó el curso de la violencia en el país, así como la creciente agresividad del imperialismo, ante lo cual se planteó que la tarea central de los comunistas era la lucha por la paz, la cual residía en seguir luchando por las principales reivindicaciones políticas y económicas de los trabajadores.

Y en ese sentido, era muy importante impulsar la consigna de la nacionalización de la concesión De Mares, la cual querían seguir manteniendo bajo su control las empresas petroleras norteamericanas.

A partir de estos postulados, el congreso reafirmó en sus debates el carácter protagónico de la clase obrera en el proceso revolucionario colombiano. A su vez, con estos argumentos se buscaba salirle al paso a cualquier planteamiento oportunista que persistiera en la idea de que la burguesía sería la clase que liderara la transformación revolucionaria en el país, como se había sostenido en épocas del browderismo.

Frente al devenir de la violencia, el VI Congreso acordó que ante la debilidad del Partido la situación exigía un apoyo crítico a la candidatura presidencial de Darío Echandía. Pero principalmente se afirmó que el camino a seguir para el PCC era el de la lucha de masas. El Partido no podía sucumbir frente a las visiones mecanicistas, que suponían que, ante el empeoramiento de la situación política, crecía la posibilidad de repetir un levantamiento popular como el del 9 de abril.

Cabe destacar que uno de los grandes logros del Congreso fue conseguir la unidad de los comunistas. En el marco del encuentro los grupos “Movimiento Reorgánico del PC”, fundado por detractores de Durán, y “Partido Comunista Obrero”, creado por los seguidores de Durán durante el V Congreso, decidieron disolverse y reintegrarse al Partido. De esta manera, retornaron a la organización figuras muy importantes para la historia posterior del PCC como Nelson Robles, Jesús Villegas y Roso Osorio.
Fuente: Semanario Voz

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