No se puede comprender lo que está pasando en Palestina sin conocer qué es el Sionismo como ideología y movimiento político, diferente al judaísmo, que es una religión y una tradición cultural milenaria.

Por: Oscar Hernando Avellaneda

El sionismo se originó en Europa en el siglo XIX en el contexto de efervescencia nacionalista europea, sus impulsores (todos europeos) manipularon y utilizaron el judaísmo, y el eslogan bíblico de “la tierra prometida y el pueblo elegido”, con una finalidad: apropiarse de las tierras Palestinas, entre el río Jordán y el Mediterráneo como mínimo, lo que llevó a Ben Gurión a proclamar el “Estado de Israel” el 14 de mayo de 1948.

Es una instrumentalización política de la religión judía que tergiversa, banaliza y abusa de conceptos como el “antisemitismo”, desconociendo que el Palestino es un pueblo Semita.

El término semita se refiere a los Pueblos descendientes de Sem, uno de los hijos de Noé (Génesis 10: 21, Lucas 3:36), cuyas lenguas incluyen el hebreo, el árabe y el arameo. Es decir que tanto los árabes como algunos judíos son semitas.

El sionismo, la ideología político-religiosa responsable de la violencia cotidiana sobre los territorios Palestinos ocupados (Gaza, Jerusalén Este y Cisjordania), es nacionalista, racista y colonialista.

A pesar del papel de dicha ideología en la violencia hacia los árabes desde los inicios de la colonización de Palestina, resulta llamativa la casi total ausencia de dicho concepto en el tratamiento informativo sobre Palestina e “Israel”.

No es casualidad que el término Sionismo sea escondido y motivo de tabú en los medios al servicio del imperialismo, pues en esencia conceptualiza las claves de la ocupación, la expansión territorial y la violencia Genocida, y verdaderamente antisemita de “Israel”.

Hay tres características claramente identificables en el discurso y la práctica sionista: el nacionalismo de carácter étnico, el racismo y el colonialismo.

En 1967, tras la Guerra de junio (o de los Seis Días), el Estado sionista ocupó el Sinaí (Egipto), el sur de Líbano, el Golán (Siria) y los territorios Palestinos (Gaza, Cisjordania y Jerusalén). Con esa victoria se fraguó un nuevo sionismo religioso, mesiánico y fundamentalista con el objetivo de apropiarse de Palestina, que en el ideario sionista es “la Tierra de Israel” (Eretz Israel , en hebreo).

A partir de ese momento, los religiosos y los nacionalistas partidarios de la expansión territorial sobre Jerusalén y Cisjordania (“Judea y Samaria” en los términos bíblicos, usados por ellos), se encontraban en el momento óptimo para adueñarse del “Israel bíblico”, lo que se conseguiría mediante la colonización de los nuevos territorios ocupados.

El profesor israelí Ehud Sprinzak acuñó la expresión “fundamentalismo sionista”, ya que en su ideología y práctica política “combinan una creencia literal en la Biblia y una aceptación de los preceptos del sionismo secular moderno”.

Los grupos representantes del nacionalismo de ultraderecha tienen como meta lo que ellos consideran un deber religioso ( mitzvá ): “conquistar, poseer y colonizar “la tierra prometida”, tal y como hiciera Josué en las “batallas bíblicas”.

La ideología político-religiosa de estos grupos se ha implantado mayoritariamente en el gobierno de “Israel”. Netanyahu, su primer ministro, siempre ha sido partidario de la violencia directa contra Gaza y del robo de territorio mediante colonias ilegales en Jerusalén y Cisjordania, áreas en las cuales, según afirma: “el pueblo judío tiene un derecho exclusivo e inexpugnable”.

Netanyahu se ha referido a los estudiantes y profesores norteamericanos que exigen el cese del apoyo militar de EEUU a “Israel” diciendo: “multitudes antisemitas han tomado las principales universidades”.

En EEUU las manifestaciones a favor de “Israel” son protegidas por la policía, pero las que se hacen a favor de Palestina son reprimidas violentamente, por lo cual Donald Trump, el candidato más opcionado a la presidencia de EEUU, ha pedido a la policía que sea más dura contra quienes protestan en solidaridad con Gaza, a los cuales califica como “lunáticos furiosos y simpatizantes de Hamás”

Sandra Tamari, esposa del profesor universitario Steve Tamari, reprimido por la policía en las protestas por Palestina ha informado que está hospitalizado, necesitará cirugía en una mano y le rompieron nueve costillas.

Indigna la brutalidad policial contra quienes en EEUU exigen el fin del Genocidio. Es la imagen real de la “democracia , la libertad de expresión y los Derechos Humanos” que dice defender el imperialismo.

Cínicamente Joe Biden ha dicho que en los campus universitarios “no hay lugar para el discurso de odio o la violencia”, y respondió con un seco “NO” cuando un periodista le preguntó si las protestas universitarias le habían hecho reconsiderar sus políticas hacia “Israel”.

Descaradamente el rabino sionista Yosef Mizrachi afirma que al menos 6.500 millones de personas merecen morir: “Entre hindúes, budistas y cristianos, son al menos 6.500 millones de personas idólatras. Según la Torá, todos los no-judíos idólatras no tienen derecho a vivir y tienen pena de muerte”.

La Torá, o Antiguo Testamento en hebreo, es la compilación de los primeros cinco libros de la Biblia, específicamente el Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.

Razón tiene nuestro compañero Presidente Gustavo Petro al afirmar:

“Hoy la humanidad, en todas las calles, está de acuerdo con nosotros. No puede volver la época del genocidio, del exterminio de un Pueblo entero ante nuestros ojos (…) Si muere Palestina, muere la humanidad y no la vamos a dejar morir”

Para los fanáticos sionistas después de los Palestinos la “pena de muerte” será para los hindúes, budistas y cristianos.

Si los Pueblos del Mundo no logran detener a los criminales seguidores de esa ideología de odio y muerte, de igual forma que lo hicieron con el nazismo, el Estado sionista llevará al exterminio de la Humanidad.

Los Pueblos NO están contra los judíos, la mayoría de los cuales ni siquiera viven en “Israel”, sino contra el Estado SIONISTA, el criminal verdugo que llama antisemitas a quienes denuncian sus crímenes.

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