El triunfo del pueblo de la hermana República Bolivariana de Venezuela con la reelección del compañero presidente Nicolás Maduro Moros, es también un triunfo del pueblo colombiano. En el marco del internacionalismo proletario, gozamos cuando se cosechan triunfos en cualquier país del mundo y sufrimos cuando suceden reveses en esta dura lucha de clases en el envejecido sistema capitalista imperialista.

Por Nelson Lombana Silva

Venezuela y Colombia son países hermanos que han padecido la brutal explotación del hombre por el hombre, la injusticia social y el terrorismo de Estado. Igualmente, son pueblos que han soñado con la libertad y a fe que han venido luchando por este noble ideal durante largas y escabrosas centurias. Una lucha desigual, pero digna y heroica.

El triunfa del compañero Nicolás Maduro es el triunfo del pueblo humilde y trabajador, del pueblo, pueblo que sueña con cambios estructurales, que poco a poco viene haciendo realidad, a pesar de la infamia del imperialismo de los Estados Unidos y la criminal oligarquía criolla mantuana.

La burguesía está alborotada por el estruendoso y contundente resultado electoral del pasado domingo. Vomita odio, frustración y rabia, a través de sus medios masivos de comunicación. Medios corporativos que hicieron hasta lo imposible por evitar el triunfo bolivariano y chavista, con sus continuas mentiras.

RCN, Caracol, Revista Semana, El Tiempo, El Espectador, etc. han perdido la ética y el deber sagrado de informar correctamente, se han convertido en partidos politiqueros de la derecha y de la extrema derecha. Cumplen el mandato de sus propietarios al pie de la letra.

Ellos sabían perfectamente del triunfo del presidente Maduro. Sin embargo, se empecinaron en “inflar” al candidato de la extrema derecha y hacerle creer a la opinión pública nacional e internacional que era el virtual ganador. ¿Con qué fin lo hicieron? Con el propósito de deslegitimar el triunfo del chavismo y más concretamente del proceso revolucionario que se viene dando en este país. Con esta artimaña dichos medios de comunicación pretenden imponer la idea que hubo fraude electoral. Mentira mil veces repetida cala en la analfabeta opinión pública, quien termina repitiendo maquinalmente el mismo libreto que presentan dichas máquinas mediáticas.

El triunfo del presidente Maduro significa perseverar en la paz, la coexistencia pacífica, más educación, más cultura, más salud, más vida, más recreación y más esperanza. Adicionalmente, defender la soberanía nacional, los recursos naturales, el medio ambiente y la justicia social.

Por supuesto que la Revolución Bolivariana asume retos históricos, retos que seguramente enfrentará y superará, corrigiendo lo que haya que corregir, pero, sobre todo, profundizando la Revolución Bolivariana. Y esto se consigue en la medida en que se profundicen la organización, la unidad y la formación política en todos los niveles. Conservando siempre el espíritu crítico y autocrítico y fortaleciendo el internacionalismo proletario.

El contendor, criminal agente de la CIA

El presidente Nicolás Maduro Moros no tuvo un contrincante digno y respetuoso. Le tocó enfrentar a un criminal agente del servicio de inteligencia de Estados Unidos, CIA. Edmundo González tiene antecedentes criminales. En la hermana república de El Salvador coordinó abominables hechos terroristas, asesinatos que ensombrecieron el horizonte de la humanidad civilizada, cuando era segundo en la embajada de Venezuela en este país centroamericano, junto al embajador Leopoldo Castillo, conocido como el “mata curas”.

Fue entre 1979 – 1985, en desarrollo del temible “Plan Cóndor”, plan contrainsurgente orientado por el triste célebre presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, en intento desesperado por evitar el triunfo del pueblo en este país.

Fueron agentes diplomáticos de muerte. En documentos desclasificados de la CIA en febrero de 2009, Castillo aparece mencionado como corresponsable de los servicios de inteligencia que coordinaron, financiaron y dieron la orden para la ejecución de la denominada “operación centauro”, acciones violentas para asesinar las comunidades religiosas pertenecientes a la teología de la liberación, iglesia que respaldaba los anhelos de libertad del pueblo salvadoreño.

Durante el período de estos criminales diplomáticos se presentaron 13.194 civiles asesinados, entre ellos, monseñor Arnulfo Romero, cuatro monjas y los sacerdotes Rafael Palacios, Alirio Macías, Francisco Cosme, Jesús Cáceres y Manuel Reyes.

Semejante criminal, adornado por la publicidad mediática de la gran burguesía, quería llegar al palacio de Miraflores. Afortunadamente, el pueblo lo impidió saliendo masivamente a votar. El gobierno debe redoblar la seguridad, revisar muy bien el avión presidencial, fortalecer la comunión con el pueblo y las fuerzas armadas. El enemigo de clase asecha.
Nicolás Maduro Moros. Foto: RTVE

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