El periodista australiano fundador del portal WikiLeaks, Julián Assange, fue nominado al Nobel de la Paz 2024, el mismo día en el que el Tribunal Superior de Londres decidirá si es extraditado o no a Estados Unidos (EEUU), que lo condenaría a 175 años de cárcel sin la menor garantía para su defensa.
Por: Oscar Hernando Avellaneda
“Toda mi solidaridad con Julián Assange, condenarlo es condenar la prensa libre y ser cómplices de las violaciones de los Derechos Humanos de la población del Sur, excluida, pobre y bombardeada” Expresó el Presidente de Colombia Gustavo Petro.
El Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de la ONU ha dictaminado que Julián Assange se encuentra “detenido arbitrariamente”.
Si de algo es culpable Assange es de habernos abierto los ojos ante los crímenes de guerra del imperialismo, de poner en evidencia los manuales de tortura de Guantánamo, y el video Collateral Murder, donde helicópteros AH-64 Apache abren fuego en las calles de Bagdad y masacran a 11 civiles (entre ellos 2 colaboradores de la agencia de noticias Reuters). Manuales e imágenes que hicieron difícil mirar para otro lado ante los crímenes de guerra cometidos por EEUU y sus aliados a lo largo y ancho del planeta.
Pero las torturas y masacres de civiles son solo la punta del iceberg de una nueva era digital, y aunque hay una aparente libertad de comunicación gracias al internet, nuestras comunicaciones son espiadas y se ha militarizado el ciberespacio y la vida civil en general.
WikiLeaks hizo emerger el iceberg, gracias a él conocemos qué es SIPRNet, un protocolo secreto de redes de enrutado de internet que opera el Departamento de Defensa de EEUU para alojar información confidencial.
Las filtraciones de “Collateral Murder” o “Irak War Logs” en abril y octubre de 2010, abrieron el camino para que en 2013 Edward Snowden filtrara la información sobre los programas PRISM y Xkeyscore de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense. Programas que sirven para obtener y analizar de forma masiva datos y metadatos recogidos de compañías como Google, Facebook o Apple.
Por mostrarnos cómo operan el imperio de la vigilancia y el imperialismo en la era digital, una alianza entre los aparatos militares de seguridad y las grandes empresas de internet, Snowden está refugiado en Rusia, y Assange en la prisión de alta seguridad de Belmarsh, Londres.
Más allá de lo que dictamine el tribunal de un aliado estratégico de EEUU en la OTAN, la relatora especial sobre la tortura, Alice Jill Edwards, advirtió que las repercusiones de este caso influirán significativamente en el periodismo internacional y en la libertad de expresión, e hizo un llamamiento a las autoridades británicas para que “detengan cualquier posible extradición” a EEUU.
Es un juicio contra la libertad de expresión, porque como dijo Assange: “Cada vez que somos testigos de una injusticia y no actuamos somos más pasivos ante su presencia y con ello podemos llegar a perder toda habilidad para defendernos y para defender a quienes queremos”.
Nos preguntamos: ¿Por qué no se enjuicia a los criminales de guerra que quedaron al descubierto gracias a la información divulgada por Wikileaks?
¿Por qué no se ha juzgado a uno solo de esos criminales mientras que Assange ha sido sometido a distintos tipos de tortura, maltrato físico y psicológico?
Además de la enorme injusticia contra Assange, un periodista que no cometió delito alguno y de forma altruista marcó un antes y un después en la comunicación, al publicar medio millón de informes secretos relativos a los abusos cometidos por militares estadounidenses en las guerras de ocupación de Afganistán e Irak, y 250.000 cables que delatan la perversa injerencia de EEUU en el mundo, si fuera extraditado se sentaría un precedente terrible para la libertad de expresión y el periodismo en el mundo.
Lo que se discute hoy realmente es el Derecho de la Humanidad a la información.
El juicio es una metáfora perfecta de cómo opera el imperialismo en el mundo. Sus fuerzas armadas, el Departamento de Estado y la CIA causaron miles de muertos en Afganistán, Irak, Libia y Siria, pero es a quien mostró al mundo esos crímenes, a quien se quiere condenar a 175 años de cárcel por 18 “delitos” infundados, desde “conspiración para cometer espionaje” hasta “piratería informática” (17 de ellos tipificados por la Ley de Espionaje de 1917, aprobada con motivo de la Primera Guerra Mundial).
Nils Melzer, relator especial de la ONU sobre tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes señaló:
Cuatro países supuestamente “democráticos” (Estados Unidos, Ecuador, Suecia y el Reino Unido) han unido sus fuerzas para “retratar a un hombre como un monstruo para que luego pudiera ser quemado en la hoguera sin que nadie protestara. El caso es un gran escándalo y representa el fracaso del Estado de derecho occidental. Si Julián Assange es condenado, condenarán a muerte a la libertad de prensa”.
“Julián Assange destapó la tortura, él mismo ha sido torturado y podría ser torturado hasta morir en Estados Unidos”
Rafael Correa, expresidente de Ecuador, señaló de manera contundente: “Si las revelaciones de Assange hubiesen sido sobre China o Rusia, en Washington ya se hubiera construido el Memorial Assange en defensa de la libertad de expresión y contra los crímenes de guerra”
“Assange ha revelado crímenes de guerra occidentales y contribuido a la paz. Si queremos evitar la guerra, debemos conocer la verdad sobre los daños que provoca”, afirmó la diputada Noruega que lo propuso al Premio Nobel de la Paz, Sofie Marhaug.
¡Exigimos la libertad para Julián Assange! ¡No a la Extradición!