Era un lunes festivo 15 de agosto de 2022 a las 9:00 am, la música empezaba a sonar alegre, en un saltadero las lavanderas golpeaban con fuerza las ropas y los paisas empezaban a abrir sus locales, mientras canoas y lanchas iban y venían por el ancho rio Patía.
Por: Zabier Hernández Buelvas
Tejiendo Territorios
Alguien empezó a gritar ¡fuego!, ¡fuego! El incendio empezó a crecer, las viejas maderas de las humildes casas ardían alegres. El cuerpo voluntario de bomberos, sin equipos, sin cisternas, sin elementos de protección y sin salario, llegó. Como siempre, su papel fue organizar a la comunidad en una cadena humana para traer agua de donde se pueda, en general casi siempre, desde el río Patía.
Pero la situación se agrava cuando no hay con que responder a la emergencia. Los bomberos en estos municipios son tenidos como un mal necesario, como un gasto innecesario e irrelevante. Son héroes del silencio y el abandono. Los esfuerzos son infructuosos. Al final los espectadores de las llamas, entre ellos los bomberos, le dejan el desenlace final a la providencia y las oraciones.
Entre julio y agosto de 2022 han sucedido en la Costa Pacífica Nariñense, cuatro incendios, tres de ellos en Olaya Herrera y uno en Tumaco donde murieron dos menores de edad. Según los datos del Ministerio de Minas y energías, del año 2010 al 2021 hubo en Colombia 3.161 muertes por accidentes eléctricos, siendo el año 2018 el de mayor mortalidad con 460 muertes verificadas. Las causas de estos incendios casi siempre tienen origen en chispazos producidos por cortos circuitos, por el recalentamiento de las redes eléctricas, en el estallido de transformadores de viejas tecnologías y en la forma irregular como las comunidades se conectan a las redes públicas de distribución de energía eléctrica.
Mucho se luchó por la interconexión eléctrica de los municipios de la Costa Pacífica Nariñense, se logró. Pero las maquinarias politiqueras y corruptas locales aliadas a la maquinaria politiquera y corrupta enquistada en Cedenar, cabalgan y ganan sobre una energía que se basa en tarifas costosas para los y las usuarias, en la que se roban los recursos que deben invertirse en mantenimiento y reemplazar viejas redes y en infraestructura, no actualizan ni modernizan equipos, no hacen mantenimientos, no desarrollan proceso de formación ciudadana en prevención de accidentes eléctricos. Además, para ahorrarse recursos, compran equipos y maquinaria re manufacturada (usada y reconstruida). Para Cedenar y las empresas locales de energía, pareciera que la única función es cobrar y chuparle los recursos a la red de servicio eléctrico para financiar campañas y alimentar las arcas de las maquinarias corruptas.
Mientras tanto mueren adultos y menores inocentes. En un incendio pierde la gente humilde, acaba con la felicidad de muchas familias, trunca sueños, produce grandes tristezas y afecta las ya golpeadas economías familiares y comerciales locales. Pero eso no les importa a las señoras del Partido Conservador en Nariño que controlan y chupan los recursos a Cedenar. Los corruptos nunca piensan en los impactos de sus acciones, solo en la avaricia. Pero sin dunda quienes controlan hoy la empresa de energía eléctrica de Nariño Cedenar, tienen en sus manos la chispa de la muerte.
El nuevo gobierno progresista y el pueblo Nariñense no pueden permitir que esto siga sucediendo. Recobrar la nacionalidad de esta empresa, es un imperativo humano.