El país del norte recurre cada vez más a las superproducciones de Hollywood para exhibir su armamento y poderío militar, para reforzar el llamado poder blando que, en esta ocasión, vuelve a estar representado por el actor Tom Cruise
Por: Alberto Acevedo
Con el estreno reciente de Misión Imposible. Sentencia final, no solo se anuncia el cierre de la saga con su octavo episodio, sino que también se refuerza, para los amantes del género, la reiteración de que Estados Unidos es el salvador del mundo. Siempre lo ha hecho, desde tiempos inmemoriales, y lo sigue haciendo. Sólo que esto solo ocurre en el cine, nunca en la realidad.
“¿Por qué son siempre los salvadores?”, la primera respuesta, aunque algo simplista, es: “Porque ellos son los que hacen las películas”. Pero hay otra más interesante: la industria de Hollywood funciona como la avanzada ideológica y cultural que traza la imagen de mesías del imperio.
En la entrega de los premios Óscar del año pasado, millones de personas permanecieron hipnotizadas durante largos minutos por la trasmisión en directo y por el desfile de las estrellas sobre la alfombra roja. La mayoría de los observadores, sin embargo, pasó por alto un detalle llamativo: la enorme influencia de las Fuerzas Armadas y el Departamento de Estado de los Estados Unidos en el cine de acción contemporánea.
El Pentágono mete las manos
En reportaje reciente, el portal Bloomberg detalla que, para esta cinta, el Pentágono entregó todo un portaviones de alta tecnología al agente secreto Ethan Hunt ─encarnado por Cruise─ para “salvar al mundo”, con la ayuda de tropas de Operaciones Especiales de la Armada y de la Fuerza Aérea estadounidense.
En otra película protagonizada por Cruise, ‘Top Gun: Maverik’, de 2022, el Pentágono accedió a participar directamente mostrando su potencial. Estas apariciones no son gratuitas, pues la Armada estadounidense cobra por el uso de equipos, transporte y alojamiento. En este largometraje cobraron 11.374 dólares por hora por el uso de cazas F/A-18 Super Hornets.
Para filmar el episodio de ‘Sentencia final’, Cruise y su equipo pasaron tres días en el mar Adriático a bordo del USS George H. W. Bush, un portaviones de propulsión nuclear de clase Nimitz, puesto al servicio en 2009.
Veto castrense
El Pentágono no siempre accede tan generosamente a ser parte de obras cinematográficas. Generalmente, reclama el derecho a examinar ─y a vetar─ el libreto de las obras. En ocasiones, incluso censura el argumento de la película cuando considera que no contribuye a publicitar la imagen que el Departamento de Estado desea difundir de Estados Unidos.
Los guiones son revisados “para garantizar su precisión y la representación de las Fuerzas Armadas”. Una película que se negó a apoyar fue ‘Platoon’, de 1986, un drama antibélico sobre la guerra en Vietnam dirigido por Oliver Stone, ganador de cuatro premios Óscar.
El Pentágono influye en el contenido de las producciones cinematográficas y tiene clara toda una línea de acción en este sentido. Roger Stahl, director del Departamento de Estudios de Comunicación de la Universidad de Georgia, sospecha que entre un tercio y la mitad de todas las películas taquilleras en las que aparece el Ejército han recibido apoyo militar.
Cine militarista
“Los Óscar han premiado algunas producciones patrocinadas por el estamento de seguridad a lo largo de los años”, escribe Stahl en un intercambio de correos electrónicos.
La nueva serie de investigación Consuming War, de The Costs of War, destaca las muchas formas en que “los norteamericanos están inundados de proyectos culturales que promueven el militarismo”. El primer artículo de la serie “La militarización del cine y la televisión” ofrece una oportuna revisión de la influencia del Pentágono, justamente sobre la industria del cine y la televisión. El dinero de los contribuyentes norteamericanos va directamente a las subvenciones de Hollywood.
El analista Fernando Arrancón afirmó: “El poder del cine es espectacular. Su papel histórico para moldear conciencias ha ido intrínsecamente ligado a una opción de ocio tremendamente popular en los países occidentales desde los años veinte y treinta del siglo pasado. Era lo suficientemente barato como para que las clases trabajadoras pudiesen permitírselo con asiduidad y lo suficientemente popular para que los más pudientes también quisiesen asistir a las proyecciones…”.
“La Entidad”
“El uso del cine en la propaganda de la Alemania nazi es bien conocido y supone uno de los primeros ejemplos de cómo este arte se convierte en un pilar clave en la homogeneización del pensamiento, no ya por la censura, que cribaba qué se podía ver y qué no, sino por el despliegue técnico y artístico que hacía de la propaganda un producto agradable de ver”. “El cómo se cuenta era tan importante como qué se cuenta”.
En Misión Imposible. Sentencia final, los argumentos son muy sofisticados y fascinantes. Una inteligencia artificial, llamada “La Entidad”, está a punto de hacerse con el control de todas las bases nucleares de las principales potencias del mundo. Si las hace estallar, sucumbe la humanidad entera.
Ethan Hunt tiene en sus manos una llave cruciforme que le da acceso al centro de la Inteligencia Artificial. Sobre él recae la responsabilidad de salvar el mundo de un cataclismo total. Y, como ya es costumbre, lo logra, con la ayuda “generosa” del Departamento de Estado. No sorprendería que, en la próxima entrega de los premios Óscar, el galardón al mejor actor sea para… El Pentágono.
Tom Cruise en la última entrega de Misión Imposible. Ilustración Paramount
Con información del Semanario Voz