Bruselas.- La primera jornada del foro sobre la sociedad civil promovido por la Unión Europea (UE) con el foco en Latinoamérica y el Caribe dejó  aquí un sabor amargo, con muy poco debate y sin expectativas .

El evento de dos días presentado como una antesala de la III Cumbre UE-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), prevista el 17 y el 18 de julio, en realidad sembró tempranas dudas por la manera de organizarlo, alejada de un consenso birregional como debió ser.

Los organizadores europeos decidieron emitir las invitaciones, escoger los temas y designar ponentes para el encuentro que denominaron “Socios para el cambio”, en presencia de “los jóvenes, la sociedad civil y los gobiernos locales”, pero nada se sabe acerca de qué criterios se valieron y con qué actores del otro lado del Atlántico coordinaron.

Desde Cuba, días antes del foro la Asociación Cubana de las Naciones Unidas (ACNU) y otras organizaciones de la sociedad civil alertaron sobre la falta de transparencia, la opacidad y las exclusiones, y llamaron a corregirlas.

Finalmente, la Maison de la Poste recibió a los delegados el jueves y sus salas bastante vacías nada bueno presagiaron, con sesiones que transcurrieron en extraña calma para la ambiciosa agenda, que incluyó desde las desigualdades sociales y las cuestiones de género hasta los derechos humanos y la democracia.

La comisaria de la UE para las Asociaciones Internacionales, Jutta Urpilainen, anunció un nuevo programa, valorado en 60 millones de euros, para promover sociedades inclusivas en Latinoamérica y el Caribe, reforzando el criterio de que hay una región que asume lo que la otra debe arreglar según su visión.

VERDADES INCÓMODAS

No fueron muchas las voces que reclamaron un debate abierto y acompañado por el respeto mutuo, a algunas simplemente no se les permitió el espacio, pero esas pocas se escucharon con fuerza en esta capital, enfocadas en que su mensaje clasifique para el resumen del foro que llegará –al decir de Urpilainen- a la III Cumbre UE-Celac de jefes de Estado y de Gobierno.

Para la activista Daniela Hinojosa, representante de la organización no gubernamental venezolana Tinta Violeta, urgen políticas migratorias más humanas en el Norte, hacia el que llegan del Sur personas víctimas de las desigualdades Norte-Sur.

En declaraciones a Prensa Latina, denunció la explotación sexual y la trata de seres humanos que esas políticas propician, con un devastador impacto en las mujeres emigrantes.

Somos las latinoamericanas, las africanas, las mujeres del Sur en general, las que terminamos en ocasiones siendo cuerpos sexualizados para el consumo de hombres blancos, europeos o norteamericanos, advirtió.

Por su parte, la delegada cubana Mirthia Brossard instó al foro a tener en cuenta la historia y la realidad de un subcontinente que quiere mirar a Europa de igual a igual.

Venimos de una región (Latinoamérica y el Caribe) desigual y víctima de la colonización y de nuevas formas de agresión, a través de campañas mediáticas y políticas e intentos de desestabilizar a gobiernos, subrayó.

En ese sentido, llamó la atención acerca del bloqueo económico, comercial y financiero que Estados Unidos impone a su país y al impacto que causa en la juventud, abordando con su intervención el asunto de las sanciones coercitivas unilaterales bajo las que viven millones de personas, una cuestión no convocada al encuentro.

Otra voz incómoda aquí fue la de Max Trejo, secretario general del Organismo Internacional de Juventud para Iberoamérica, quien demandó no tratar el tema de los jóvenes desde posturas europeístas o relegando el papel de los gobiernos.

Al respecto, fijó como objetivo en el foro posicionar la nueva agenda de juventudes, que reconoce a los jóvenes como sujetos de derechos, sujetos políticos con capacidad de transformación social y actores estratégicos del desarrollo, siempre ajustados a la realidad y el contexto de cada lugar.

Una de las sesiones que más evidenció la falta de transparencia del evento fue la del siempre polémico asunto de los derechos humanos, en el que la discusión pareció fluir en un solo sentido, marginando el debate.

No pude hablar, levanté la mano varias veces y expliqué a los organizadores que era importante el intercambio de opiniones, pero fue en vano, criticó el jurista cubano Yuri Pérez, presidente de la Sociedad Cubana de Derecho Constitucional.

El profesor titular de la Universidad de La Habana lamentó que se privara a la sociedad civil de la isla de brindar su aporte, pese a sus recientes experiencias en la construcción de consensos sobre una nueva Constitución y un nuevo Código de las Familias, garantes de derechos.
Con información de Prensa Latina

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