Sí, triunfó Petro, ganó la propuesta del Pacto Histórico, pero no todo será color de rosas de ahora en adelante.
Por: Alfonso Camerano Fuentes
P.H. Atlántico.
La relación Nación – Región no es directamente proporcional, empezando por el escenario político, que se deslinda cuando el debate ocupa la elección presidencial, muy distinta a la de Congreso y más distante, la regional.
Digamos, una cosa es elegir al Presidente, otra a los parlamentarios y particularmente otra, caracterizada en la de Alcaldes y Gobernadores, por la disposición de recursos, evaluación de los mandatos salientes, y disposición de la gente en esos macro – escenarios.
El estado de libertad que se toma el ciudadano elector en las contiendas nacionales dista demasiado de los compromisos y atavismos que se generan en las regiones, integradas por departamentos y municipios todavía manipulados por la compra de votos, control social, condición económica y factores de poder determinantes de la voluntad de la base popular.
Se sacuden de la coyunda las capitales de departamento en la elección de Alcaldes y Gobernadores, haciendo de las más importantes ciudades, por influencia y número de electores, Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena, Bucaramanga, otras, lugares donde se le toma el pulso a la conciencia del pueblo colombiano.
La participación masiva por el Pacto Histórico en la elección de Gustavo Petro, no se repetirá, por “regla de tres”, en el debate electoral de autoridades locales que ha de celebrarse en octubre del próximo año.
Tampoco la elección de Petro fue el resultado de la exclusiva presencia de organizaciones tradicionalmente “de izquierda”, ya que el PH, llamó a todos los sectores dispuestos a participar en una nueva política que prefiera “lo social”, con una mejor distribución de la riqueza nacional y de las cargas impositivas, a la aberrante desigualdad que arrojan las cifras de las estadísticas económicas entre los colombianos.
Suma a este proyecto el hecho de no contar con una organización política única que permita direccionar políticas de partido en la conducción del estado dirigido por la izquierda, la cual se empieza a configurar hoy entre propios y extraños.
La historia de este país – y la latinoamericana -, con mayor énfasis, ha estado marcada por una línea populista, en la que el líder suple al colectivo, y de este aserto no escapa el ayer fresco y el hoy inquietante.
Normal es que surjan planteamientos contradictorios al interior de las fuerzas que lograron el triunfo, al sumarse sectores que venían participando en los gobiernos de la derecha, apuntándose al ejercicio compartido del poder político, con exigencia de burocracia y negocios, a cambio de apoyos parlamentarios.
Fue la fuerza arrolladora del PH, con el apoyo popular, paralela al desgaste de la derecha desacreditada, la que permitió sumar fuerzas, y alcanzar mayorías en el Congreso de la República, para sacar adelante el Programa de Gobierno, que, obviamente, se reflejan en la integración de los ministerios, superintendencias, organismos nacionales, variopinta, pero no por ello, colegir que se desdibujan los derroteros estructurales sobre los que nuestro pueblo tiene grandes expectativas.
Tampoco puede el PH solucionar el problema laboral individual de sus militantes, porque el estado no es fuente de empleo aunque, en esto, aplica el refrán “no tanto que queme al Santo, ni tanto que no lo alumbre”, si tenemos en cuenta la cuota de sacrificio que han puesto miles de líderes que han vivido y muerto casi que en la indigencia.
La distribución del Poder en las regiones para las próximas elecciones debe aprovechar la presencia de la fuerza renovadora del PH en la Nación, para avanzar en la organización local, y que permita ganar el debate en los departamentos y municipios.
Se necesitarán las alianzas que sumen, con gente buena y dispuesta a retomar rumbos de equidad social, confiable y frentera, probada en la lucha, es decir, con la que se deslindó de la derecha y se vino al PH, pero eso no significa que se adueñarán los recién llegados del escenario construido durante décadas por gente que ha puesto su vida en las luchas sociales.
Es aquí donde “la puerta tuerce el rabo”, ya que muchos luchadores sociales sienten que la elección de Congreso de la República erigió un nuevo liderazgo que nació de las necesidades nacionales de abrir camino al triunfo a la Presidencia de la República, sacrificando cuadros probados que no contaron con el beneplácito de estar entre los que habrían de elegirse “a la fija”, ya que el acuerdo se hizo por la cabeza, en el centro del país.
Pero, aunque se muestran nuevos liderazgos, venidos de vertientes tradicionales, no por ello, es decir, por portar una credencial negociada en las alturas, se convertirán, de la noche a la mañana, en un “cacicazgo” a lo tradicional, que desplazará a fuerzas e individuos probados en la lucha.
Sabemos que este trazado de campaña dio resultado; que tendrá que ajustarse día a día; que empoderó con credencial a gente nueva, inédita hasta hace un año, pero que también tendrá que salir a ganarse el puesto entre fuerzas diversas, profundizando la acción programática, que entienda que la historia no nació con la elección presidencial progresista, sino que estamos ahora en niveles superiores, distintos a cuando no éramos gobierno, y sobre todo, en este nuevo reagrupamiento, con líderes viejos y nuevos, todos dispuestos a construir el Poder local.
El debate seguirá porque los enemigos de este proceso no duermen, ya empezaron a reagruparse y a contraatacar desde la política, en el Congreso, y desde los gremios económicos y los voceros internacionales, mostrando la ira que les provoca el giro que toman las directrices del gobierno de la izquierda.
Le pondrán trabas al PH, y buscarán afianzarse en la Próxima Elección, que ya arranca con fuerza, tratando de dividirnos y hacernos caer en una contradicción que, habiendo encontrado salida en el nivel nacional, de lo que da fe la elección de Petro, se entrabe por el sectarismo y la utilización de un lenguaje pendenciero y desintegrador.
Nos toca ser creativos; ponernos de acuerdo entre nosotros, lo que hicimos posible con el trabajo desde la base, aportando organización e ideas durante décadas, y los nuevos liderazgos, venidos de otros escenarios, no destruirlo por minucias o rencillas locales.
En esto de la Política, no lloverán panes a las regiones desde el gobierno central; así como tampoco se impondrán alianzas o los nombres de los candidatos, porque ese no es el estilo ni la experiencia de este nuevo proceso que, valga decir, ha experimentado el triunfo de fuerzas alternativas hace más de 30 años, como es el caso de Barranquilla, Bogotá, Cali y otras más .
Preparemos la elección con criterio de partido de gobierno nacional, en construcción, dispuestos a consolidar el paso que nuestro pueblo dio en la jornada que aún nos tiene agitados y en expectativa.
El triunfo se amplía.. Ganemos el debate regional. Tenemos inteligencia y gente preparada en quien confiar la conducción del estado.
La lucha continua.