El lunes 28 de abril el Gobierno de Colombia lanzó oficialmente la Segunda Conferencia Internacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural (CIRADR+20), en el que participaran más de 100 países y que tendrá lugar en la ciudad de Cartagena de Indias, a partir del 24 de febrero de 2026.
La candidatura de Colombia para acoger este evento fue apoyada por Brasil, Chile, Cuba, Estados Unidos, la Unión Europea, Guatemala, Camerún, Congo, Reino Unido, India, Hungría, Indonesia, otros países y organizaciones de la sociedad civil durante la 52ª Sesión del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), celebrada en Roma en octubre de 2024.
Miembros del Comité Internacional de Planificación sobre Soberanía Alimentaria (CIP) -del que también forma parte La Vía Campesina- también asistieron e intervinieron en el acto.
En nombre del CIP, Nury Martínez declaró:
“Creemos que la CIRADR+20 ofrece un espacio multilateral muy necesario para evaluar los avances en la gobernanza responsable de la tierra, la pesca y los bosques, y para acordar y coordinar políticas públicas eficaces que aborden cuestiones críticas relacionadas con la tierra y otros recursos naturales, como: el acaparamiento de tierras y recursos; la creciente concentración de la tierra; el cambio climático, la degradación de la tierra y la pérdida de biodiversidad; la violencia contra los defensores de los derechos sobre la tierra; la discriminación contra las mujeres y las niñas; y los conflictos y las guerras.”
También señaló que, más allá de los impactos inmediatos sobre las comunidades, los territorios y los precios de la tierra, el acaparamiento de tierras ha provocado transformaciones estructurales en la distribución de la propiedad y el control de los recursos naturales, lo que ha resultado en una mayor concentración de la tierra.
La desigualdad en el acceso a la tierra ha aumentado desde la década de 1980, impulsada por la expansión de la agricultura industrial a gran escala y por políticas económicas y comerciales que priorizan la producción global de materias primas. Como consecuencia, hoy el 70% de la tierra cultivable del mundo está en manos de apenas el 1% de las explotaciones más grandes. En contraste, las pequeñas explotaciones de menos de dos hectáreas representan el 84% del total, pero solo cultivan el 12% de la tierra cultivable mundial.
La distribución desigual de la propiedad y el control de la tierra también conduce a la concentración de los beneficios: el 10% más rico de la población rural acapara el 60% del valor de las tierras agrícolas, mientras que el 50% más pobre sólo capta el 3%. Según investigaciones recientes, la desigualdad de la tierra amenaza directamente los medios de subsistencia de unos 2.500 millones de pequeños trabajadores agrícolas, así como de los 1.400 millones de personas más pobres del mundo, la mayoría de las cuales dependen en gran medida de la agricultura para sobrevivir.
“Creemos que la CIRADR+20 debe realizar una evaluación fáctica y participativa de los avances y retrocesos en el respeto, protección y promoción de los derechos a la tierra y al territorio de los campesinos, pequeños proveedores de alimentos, Pueblos Indígenas, comunidades y trabajadores desde la primera CIRADR en 2006, la adopción de las Directrices Voluntarias sobre Tenencia en 2012 y la adopción de instrumentos normativos más recientes como la DNUDPI, la UNDROP y la Recomendación General No. 34 de la CEDAW sobre los derechos de las mujeres rurales. Debe promover y apoyar procesos participativos (multisectoriales) de políticas públicas nacionales que respondan a las realidades territoriales, teniendo en cuenta la diversidad de contextos históricos y socioculturales”, añadió Nury. (Descargar el texto completo de la intervención)
Morgan Ody, Coordinadora General de La Vía Campesina, que también intervino en el acto, declaró,
“Desde el movimiento campesino mundial, apoyamos plenamente la iniciativa del gobierno colombiano de acoger la II Conferencia Internacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural. Agradecemos el compromiso de todos los Estados e instituciones de las Naciones Unidas que apoyan la CIRADR. La humanidad se encuentra en un momento crítico, enfrentando múltiples crisis interconectadas que amenazan su propia existencia: crisis alimentaria, crisis climática y de los ecosistemas, crisis económica y social, crisis geopolítica. Con la Reforma Agraria es posible afrontar y superar las múltiples crisis que amenazan la supervivencia de la humanidad. Con la Reforma Agraria es posible vencer el hambre, porque si los pequeños productores tenemos acceso a la tierra y al agua, somos capaces de producir alimentos sanos para abastecer a todas las poblaciones del mundo, tanto en zonas urbanas como rurales. De esta manera, podemos alcanzar la soberanía alimentaria”. (Descargar el texto completo de la intervención)
Lxs delegadxs del CIP también subrayaron que, para asegurar el seguimiento efectivo de la Conferencia y un impacto duradero, la CIRADR+20 debe definir medidas concretas que garanticen la implementación de sus recomendaciones mediante mecanismos institucionales. Estos mecanismos deberían operar tanto en espacios multilaterales globales —como la FAO y el CSA— como en instancias regionales de coordinación multilateral. En particular, deberían respaldar los procesos nacionales y regionales orientados a avanzar en las reformas agrarias y las políticas de tierras, fomentar la rendición de cuentas, y establecer sistemas de monitoreo que supervisen el cumplimiento, por parte de los Estados, de sus compromisos y obligaciones en virtud del derecho internacional de los derechos humanos y el medio ambiente.
De cara a la CIRADR+20, instamos a los movimientos sociales, aliados y gobiernos a trabajar en conjunto para garantizar el acceso y control del campesinado y otros habitantes rurales a la tierra, el agua y el territorio para alimentar a los pueblos, enfriar el planeta y proteger la biodiversidad de nuestro planeta.
Con información Vía Campesina