Manifestación en San Onofre, Sucre, en respaldo al candidato presidencial del Pacto Histórico, Iván Cepeda Castro. Foto cortesía
Por: Claudia Flórez Sepúlveda
@ClaudiaFlorezPC
Faltan casi ocho meses de terminar el mandato del Gobierno del Cambio y el balance evidencia que Colombia avanzó en rupturas con el modelo neoliberal que durante décadas precarizó el trabajo, concentró la riqueza y profundizó la desigualdad social.
En materia de política exterior, el gobierno del presidente Gustavo Petro ha impulsado un giro significativo orientado a recuperar márgenes de autonomía, soberanía y diversificación de alianzas, rompiendo con la subordinación que caracterizó a nuestro país durante décadas.
Sin embargo, este ejercicio de soberanía se desarrolla en un contexto internacional cada vez más riesgoso, marcado por la estrategia del gobierno de Donald Trump de reinstalar una lógica abiertamente intervencionista en América Latina, particularmente en el Caribe y el Pacífico, que desconoce el derecho internacional y la autodeterminación de los pueblos.
En un contexto nacional de bloqueo político y de resistencia al cambio por parte de los poderes económicos tradicionales, el país registra avances concretos. Hoy la tasa de desempleo se ubica alrededor del ocho por ciento, una de las más bajas en las últimas dos décadas.
En el centro de esta transformación se encuentra la dignificación del trabajo. El salario mínimo ha tenido incrementos históricos, lo que ha permitido recuperar parte del poder adquisitivo perdido por millones de hogares trabajadores. A ello se suma la aprobación de la reforma laboral, que recupera derechos arrebatados por el neoliberalismo y reafirma al trabajo como pilar de la justicia social y la democracia económica.
Mención especial tiene la reforma agraria que ha marcado un avance al recuperar, formalizar y adjudicar tierras en favor del campesinado, comunidades étnicas, víctimas y firmantes de paz. El país le apuesta a fortalecer la producción agropecuaria al permitir que miles de familias produzcan alimentos, dinamizando la economía rural y contribuyendo al bienestar colectivo.
Estos avances también se reflejan también en la reducción de la pobreza. Aunque persisten brechas profundas, la combinación de empleo, aumentos salariales, políticas redistributivas y una reforma agraria orientada al desmonte del latifundio, comienza a revertirse décadas de exclusión social.
Una de las dificultades ha sido la política de Paz Total, la cual ha enfrentado problemas reales y evidentes, entre ellos, la ausencia de una caracterización clara del actual conflicto armado, la fragmentación de las mesas de negociación, el lento e incompleto cumplimiento del Acuerdo de Paz, y la persistencia de viejas doctrinas militaristas dentro del Estado. Esta situación no puede traducirse en la renuncia a la solución política, única vía ética, democrática y duradera para cerrar el conflicto armado.
El Pacto Histórico continúa consolidándose como la principal expresión política de la unidad de la izquierda y de los sectores progresistas del país, articulada en torno a un proyecto común de transformación democrática, justicia social y construcción de paz.
La prioridad política de 2026 es la disputa electoral, donde está en juego la continuidad y profundización del proceso de cambio. En esa tarea, el Partido Comunista Colombiano se compromete de manera decidida con la candidatura presidencial de Iván Cepeda Castro y con las listas parlamentarias del Pacto Histórico.
La lucha que se avecina será más intensa y no admite vacilaciones ni contemplaciones, requerirá convicción política, trabajo organizado e iniciativa. Con la fuerza de la unidad, la claridad del proyecto y la energía renovada, seguiremos avanzando para conquistar las transformaciones que el pueblo colombiano merece.
Con información del Semanario Voz