El pasado 23 de julio de 2025, la Villa del Cacique despertó con un estallido de color y alegría. Las calles principales se convirtieron en un lienzo viviente, recorrido por un desfile que anunciaba el inicio de algo grandioso: la gran asamblea de los genios del dibujo y la caricatura en Colombia. El aire vibraba con el ritmo contagioso de la papayera dirigida por el maestro, Jhon Henrry Realpe, y la presencia del Embajador de Palestina, Rauf Al Malki, añadía un matiz de profunda significación a la jornada.
Fue una celebración de arte y cultura, donde cada trazo de los artistas era un pincelazo de sonrisas y esperanza para niños, adultos y todo aquel que se cruzara en su camino. Bajo una gran carpa, los maestros del dibujo compartían su talento, inmortalizando rostros y plasmando la alegría en coloridos retratos. Durante cinco días, (23 al 27 de julio, 2025) Calarcá se rindió a la algarabía, brindando una alegoría a la risa y al poder transformador del arte.
Cientos de visitantes acudieron a este encuentro, ansiosos por recibir un obsequio único: una obra maestra, un fragmento de genialidad, regalado por los artistas con sus finos trazos. El festival, bajo el lema: «¡Sí a la Paz, Sí a la Vida; ¡No a la Guerra!», se erigió como un grito de esperanza, un clamor por la vida en un mundo que a menudo olvida su valor por la vida.
Como bien sentenció el célebre caricaturista francés Honoré Daumier, «La caricatura es el espejo que deforma la realidad para mostrar su verdad». Y en este festival, esa verdad se manifestó con fuerza. En la plaza principal, sesenta obras procedentes de genios del dibujo de todo el mundo se expusieron, transformando la cruda realidad del genocidio contra el pueblo palestino en un poderoso mensaje de solidaridad. Cada trazo era un acto de resistencia, un eco de apoyo a la causa palestina.
En este contexto, la presencia del Embajador Rauf Al Malki en el teatro de la Casa de la Cultura de Calarcá, durante un emotivo acto con las mujeres buscadoras de familiares desaparecidos de la Fundación Mana, resonó con especial profundidad y solemnidad. Me recordó las palabras de un poeta callejero, cuyo nombre ahora se me escapa, pero cuya poesía perdura: «Hundieron antes del nacimiento de los tiempos, antes de la apertura de las eras, del ciprés y el olivo, antes de la primicia de la yerba». Una cruda metáfora de la «yerba del genocidio que no para», un recordatorio de la violencia que persiste.
Uno de los momentos más simbólicos del festival fue cuando cada uno de los genios del dibujo obsequió un arte dedicado a la causa del pueblo palestino, un gesto cargado de significado y humanidad. Y en el Domo de recuperación de aves exóticas, ubicado en la vereda La Bella donde aún resuenan los versos del poeta Baudilio Montoya, se realizó el taller de dibujo para niños, guiados por el maestro Calarcá, el Domo se convirtió en un lienzo onírico. Donde los colores vibrantes de las aves y las temperas del maestro «Calarcá» se fusionaron con la inocencia y la esperanza de los infantes, creando un tapiz de vida y futuro.
Calarcá, durante esos días, no solo fue escenario de arte, sino también un faro de solidaridad y un recordatorio del poder del espíritu humano para encontrar la belleza y la esperanza, incluso en los tiempos más oscuros.
Fue así como aquel domingo 27 de julio, el sol, radiante y generoso, bañaba con su luz las verdes montañas que abrazan la Villa del Cacique. El cielo, un lienzo azul profundo, prometía un día inolvidable. Y así fue, porque el festival de Caricatura «Si a la Paz, Si a la Vida; No a la Guerra» llegaba a su apoteósico final, no con un adiós, sino con una explosión de sentires que resonarían en el corazón de todos los presentes.
La tarde se deslizó suavemente, teñida por las melodías y las letras de la talentosa cantautora Liana Cantora y el conmovedor dúo Garzón y Murillo. Sus canciones, verdaderos himnos de paz y vida, flotaban en el aire, acariciando el alma y encendiendo la esperanza. Cada nota, cada palabra, era un bálsamo para los corazones, un recordatorio de la belleza y la fragilidad de la vida que estábamos allí para celebrar y defender.
Con el sol ya declinando, la organización del festival, encarnada en la Corporación Territorio Común y su representante Isabel Cristina Morales y el Maestro Arles Herrera, tomaron el escenario. Con una emoción palpable, comenzaron a llamar, uno a uno, a esos «Titanes del Dibujo», a los artistas cuyas manos prodigiosas habían dado vida a mensajes de paz y resistencia. La entrega de certificados se convirtió en una ceremonia al aire libre, un ritual de gratitud y reconocimiento.
El aire se llenó de abrazos cálidos, de sonrisas que iluminaban los rostros, de la pura y contagiosa alegría de los organizadores y los genios del dibujo. Era la culminación de un esfuerzo, la celebración de un sueño compartido. Y la recompensa, la más dulce de todas, no fue solo un certificado. Fue ver cómo los niños, los abuelos, las familias enteras, se llevaban a casa un pedacito de esa magia: un dibujo hecho con amor y talento, un recuerdo tangible de un día que se grabó a fuego en la memoria colectiva.
Fue una experiencia que desbordó de emociones, un torbellino de sentimientos que iban desde la profunda gratitud hasta la alegría más pura. Un día donde el arte y la vida se entrelazaron para recordarnos que, a pesar de las adversidades, la paz y la vida siempre triunfan cuando el corazón se une en un mismo propósito… ¡En defensa de la Paz y la vida!
Plantilla de Caricaturistas Participantes
Silvio Vela (Negus), Luis E. León,
Marco Pinto,
José Campo,
Fredy Leal,
Nelson Zuluaga,
Alejandro Mosquera,
Angelika Aristizabal,Harold Trujillo – Chócolo –
María Eugenia _
Harold Ortiz – Tayrona.
Ferney Vargas- Feroz.
Miembros del Comité Organizador del Festival Internacional de Caricatura «Si a la Paz, Si a la Vida; No a la Guerra»
Arlex Herrera («Calarcá»)
Clara Luz Jaramillo
Jhon Jairo Salinas
Lina R. Martínez
Mauricio Ramírez Gaona
Isabel Cristina Morales
Mario García
Judit Cartagena
Con información de El Quindiano