El 24 de abril de 1987 fui testigo de excepción de un encuentro sinigual en la habitación del Hospital San Rafael de Barrancabermeja donde se encontraba recluido César Martínez, concejal por la Unión Patriótica en el puerto, víctima de un atentado con granada cuando al anochecer del 22 departía en una cafetería con el líder campesino Alirio Traslaviña y Miguel Castañeda, funcionario del Partido en el Magdalena Medio.
Por: Fernando Quintero
Yo había llegado a Barranca la víspera, enviado por el periódico –el semanario Voz–, en pleno desarrollo del Paro Cívico que se desató tras el atentado criminal. Escasamente me habría saludado con César en su lecho como a las 7:30 de la mañana cuando irrumpió en el cuarto Bernardo Jaramillo Ossa, en ese momento un joven y primíparo congresista por la Unión Patriótica que apenas sobrepasaba los 30 años de edad.
“¡Bernardo, Bernardo, menos mal llegas, tenemos qué hacer algo, y rápido, porque ¿cómo voy a moverme yo de aquí en adelante sin mis piernas, con todo el trabajo que hay por hacer?”- fueron las palabras de César Martínez, ese enorme gigante que se acaba de ir, y quien se había desempeñado como concejal y diputado por varios períodos, caminando siempre entre la gente, yendo en búsqueda de sus necesidades y problemas, seguramente para interpretarlos de la manera más fidedigna. Un hombre dotado de una humildad extraordinaria.

Alirio Traslaviña, uno de los conductores de la épica marcha campesina del sur de Bolívar a la cuidad de Cartagena en el año 1985.
Otra imagen de aquel momento en el San Rafael. Mientras Traslaviña luchaba por su vida con el estómago hecho un colador y la peritonitis invadiéndolo de manera amenazante, las piernas de Miguel Castañeda habían quedado perforadas a más no poder, como atravesadas con escopeta de fisto. Cuando abandonaba la habitación de César alcancé a ver desde un segundo piso el momento en que a Castañeda lo subían a una aeronave para trasladarlo a un centro de mayor nivel dada la gravedad de sus extremidades.

Miguel Castañeda, voceador desde comienzos de los sesenta. Foto: Semanario Voz
Valga aclarar que las piernas de Castañeda lograron salvarse, gracias a la solidaridad y los avances de la medicina del pueblo de Cuba a donde fue trasladado.
Alirio Traslaviña, por su parte, también logró superar las enormes dificultades derivadas del atentado, continuando siempre en la lucha por su pueblo, como igual siguieron haciéndolo Miguel y César desde lugares bien distintos.
Honor y gloria a la memoria de César Martínez!
La parte de Wilson Borja
De idéntica manera al periplo de Miguel Castañeda y sus piernas, Wilson Alfonso Borja Díaz logró salvar su pierna a mediados de diciembre de 2000, cuando fue víctima de un atentado al occidente de Bogotá contra su vida por cuenta del jefe paramilitar Carlos Castaño en persona.
Por sugerencia de Antonio Navarro Wolf, quien a mediados de 1985 perdió una de sus piernas tras un atentado con otra granada perpetrado en Cali por un sujeto del ejército, el entonces presidente de Fenaltrase, militante comunista y líder de la U.P. a la vez Borja Díaz también fue trasladado para su atención en Cuba.
Y desde entonces Wilson ha podido seguirse movilizando en sus dos piernas, como expresión de los milagros de la vida y de la solidaridad de los pueblos.