Un conato de golpe de estado se presentó ayer en la república de Brasil, contra el presidente elegido legítimamente, el pasado 30 de octubre de 2022, Luiz Ignacio Lula Da Silva. La intentona fue conjurada finalmente por la fuerza pública leal a la democracia y al gobierno popular.

Por Nelson Lombana Silva

La derecha y extrema derecha, huérfana del poder, se empecinan en tumbar el gobierno progresista del Brasil. Son las fuerzas retardatarias que se niegan a reconocer los cambios democráticos y progresistas que se vienen sucediendo en Latinoamérica.

Seguramente son las mismas fuerzas oscuras y reaccionarias que tienen en jaque al gobierno legítimo del Perú, las fuerzas criminales de la CIA y las políticas subterráneas del imperialismo norteamericano.

Los medios masivos de comunicación, adictos al régimen imperialista, vienen suavizando la gravedad de los hechos, calificando el suceso como una simple “protesta”.

Una manada de vándalos, seguramente entrenados por ese poder imperialista, invadió violentamente el Congreso, el Palacio Planalto y la Corte Suprema de justicia, simultáneamente, exigiendo golpe de estado, el derrocamiento del presidente Luiz Ignacio Lula Da Silva.

El presidente que se encontraba de gira por la población de Araraquara, en el estado de Sao Paulo, condenó el hecho, criticó la seguridad y anunció que los responsables serían ejemplarmente castigados.

El mundo reaccionó al instante y los principales líderes condenaron el conato de golpe de estado, afirmando que es una afrenta contra la democracia.

Las fuerzas democráticas del país más grande de Suramérica, se vienen movilizando en una demostración clara de defender el gobierno democrático.

El enemigo de clase no descansa, ni está dispuesto a reconocer su derrota. Eso lo debe tener claro las fuerzas democráticas y populares de ese país y del mundo. No dormirse sobre los laureles y por el contrario, profundizar la organización, la formación política y la movilización.

En esas condiciones, hay que llamar al pueblo colombiano a tomar conciencia del momento histórico que vive el país. No bajar la guardia y profundizar la unidad. El debate electoral venidero debe asumirse con mucha responsabilidad, el Pacto Histórico debe cerrar filas de unidad, superando los errores y sobre todo los personalismos.

En nuestra condición de comunista y demócrata, expresamos nuestra profunda solidaridad al pueblo brasileño, al gobierno y al presidente Lula Da Silva. Él con su pueblo organizado y consciente sabrá conjurar este brote de golpe de estado y salir avante con sus reformas estructurales y profundas

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