En los resultados palpables de la Salud cubana parecen estar todas las respuestas, porque aún hoy, a más de un siglo de su partida física, la extraordinaria obra de Carlos Juan Finlay sigue siendo un referente ineludible para el tratamiento de varias enfermedades.

Por: Mailenys Oliva Ferrales

¿Cómo se describe la grandeza de un hombre que se adelantó a su tiempo? ¿Cómo se califica la genialidad de un galeno cuyo desvelo mayor fue el de consagrar su vida a la ciencia que cura y salva? ¿Cómo se honra, con justeza, la memoria del más universal de los científicos cubanos?

En los resultados palpables de la Salud cubana parecen estar todas las respuestas, porque aún hoy, a más de un siglo de su partida física, la extraordinaria obra de Carlos Juan Finlay sigue siendo un referente ineludible para el tratamiento de varias enfermedades.

Y es que, más allá de su trascendental aporte a la ciencia mundial, al descubrir el modo de contagio de la fiebre amarilla, e identificar el agente biológico que la propaga (el mosquito Aedes aegypti), Finlay también hizo importantes investigaciones sobre el cólera, la malaria, el dengue y el tétano en el recién nacido, entre otros padecimientos.

Calificado como un modelo de superación y excelencia científica, los que lo conocieron resaltaron siempre su aguda mentalidad e incansable persistencia, a pesar de una vida marcada por grandes esfuerzos, cruentas angustias y hondas incomprensiones.

Para aquel genio de la ciencia cubana y universal, a quien quisieron incluso, arrebatarle la paternidad de su teoría del mosquito como transmisor de la fiebre amarilla, y al que, además, censuraron y privaron de muchos reconocimientos en vida, la posteridad lo premió con la práctica cotidiana de sus resultados investigativos.

Porque si Cuba exhibe hoy una labor sostenida en el control y eliminación de vectores, y la fiebre amarilla no constituye una preocupación, se debe a la impronta de ese científico inmenso, cuyo nombre nos honra como nación al figurar entre los seis grandes microbiólogos de todos los tiempos.

Monumento al “Dr. Carlos J. Finlay” (1916) de Ugo Luisi (Detalle). La Habana Vieja.Dr. Carlos Juan Foto: Archivo Cubarte

Fuente: Granma

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