El camarada Manuel Cepeda definió a Teófilo Forero con una palabra: Infatigable. Nació en 1937 en Natagaima (Tolima), región de lucha y resistencia agraria, indígena y popular.
Por: Oscar H Avellaneda
Muy joven fue desplazado de su patria chica debido a la violencia de los latifundistas y sus criminales “pájaros”. Se instaló en Bogotá con su familia y se vinculó como obrero en los Talleres Centrales donde se ganó el afecto y el respeto de los trabajadores.
En los años sesenta ingresó al Partido Comunista Colombiano (PCC), durante la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, cuando el Partido se mantenía ilegalizado por la dictadura militar.
Militante destacado llegó a ser miembro del Comité Central y combinó la lucha parlamentaria con la labor sindical, siendo elegido Concejal de Bogotá y Diputado en la Asamblea Departamental de Cundinamarca en varios períodos.
Fue dirigente del sindicato de Talleres Centrales, fundador y presidente de la Federación Sindical de Trabajadores de Cundinamarca (FESTRAC), y en 1964 fue cofundador de la Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia CSTC, formando parte de su primer comité confederal.
Con 52 años de edad siendo el secretario de organización del Comité Central del Partido participó en el 15° Congreso Nacional del PCC.
Allí presentó una ponencia destacando: “el Partido ha sobrepasado una dura prueba con la pérdida dolorosa de cuadros, militantes y organizaciones. Esta prueba ha sido a la vez un catalizador para medir su audacia, capacidad de lucha y resistencia, cuyo principal esfuerzo ha estado dirigido a no dejarnos despojar de las posiciones de acción política y de masas ganadas por largos años, al lado de las luchas de los trabajadores y de los sectores democráticos y revolucionarios”.
Teófilo fue un extraordinario dirigente, con gran prestigio por su dinamismo, capacidad de trabajo y extrema modestia. Todo el día se movía de un lado para otro, promoviendo las tareas y actividades del PCC.
Cuando estaba en Bogotá, iniciaba la jornada muy temprano en la mañana y terminaba en la noche, atendiendo reuniones de organismos o direcciones locales del Partido o comisiones de trabajo. Descansaba apenas 30 minutos, después del almuerzo, cuando en su oficina tomaba una corta siesta.
Fue asesinado el 27 de febrero de 1989 en compañía de su esposa Leonilde Mora, del también dirigente del PCC Antonio Sotelo y José Antonio Toscano, conductor del vehículo en el que desplazaban en el barrio Santa Matilde de Bogotá, por esbirros al servicio del régimen criminal oligárquico Colombiano.
Leonilde era boyacense, tenía 50 años de edad y era maestra de la Guardería N°1 del Seguro Social en Bogotá. Llevaba 18 años al servicio de la profesión más tierna del mundo: maestra de preescolar.
Antonio Sotelo Pineda responsable político del PCC en Córdoba había asistido al Primer Pleno del Comité Central después del 15° Congreso para denunciar la grave situación de Derechos Humanos en ese territorio:
Un mes antes Francisco Dumar, líder de la Unión Patriótica en el departamento, había sido asesinado en Montería, y poblaciones enteras estaban siendo desplazadas en Mejor Esquina, Guasimal y Volador por parte de paramilitares de extrema derecha.
Antonio, natural de Montería, tenía 35 años y estaba amenazado por el grupo paramilitar “Los Magníficos”. Se inició en la lucha social trabajando para Carnes del Sinú, empresa donde defendió los intereses de la clase obrera ocupando cargos de dirección en la organización sindical. Fue miembro del Comité Central del PCC, y de la coordinadora departamental de la Unión Patriótica en Córdoba.
José Antonio Toscano había nacido 41 años atrás en Boyacá. Comenzando la década de los años 70, participó en las luchas del barrio República de Canadá en Bogotá bajo la batuta de la Central Nacional Provivienda. Al calor de los combates por la tierra y el derecho a la vivienda se hizo Comunista y pasó a engrosar las filas del PCC.
Trabajó como vigilante de seguridad y se integró al Sindicato Único de Vigilantes, Sinuvicol. En 1984 Provivienda lo destacó como conductor de Mario Upegui y desde 1986, el Partido lo comisionó con la misma función con Teófilo Forero. Quienes lo conocieron recuerdan su fácil sonrisa, su ser sencillo y reservado.
Para la edición 1526 del semanario VOZ, el editorial llevó la firma de Teófilo Forero, expresando:
“Ante la guerra sucia y su ascendente actividad criminal, hay que redoblar esfuerzos y acelerar la respuesta de masas, de protección de la vida y de las organizaciones, levantando a la vez la lucha por alza de salarios y por las reivindicaciones sociales del movimiento obrero”.
En la historia de estos cuatro mártires, cuyo legado es del tamaño de la Patria, reverdecen hombres y mujeres revolucionarios que llenan con su ejemplo el espacio que quedó huérfano.
¡Honor y gloria a Teófilo Forero, Leonilde Mora, Antonio Sotelo y José Antonio Toscano!