El partido Esperanza Democrática tiene el propósito de crecer en dos sectores estratégicos: la juventud y las mujeres. Foto ED

Ricardo López, delegado político del partido Esperanza Democrática, conversó con VOZ sobre la refundación de la colectividad que representa, la actualidad del Gobierno, el diagnóstico del Pacto Histórico y los retos que tendría la nueva organización unitaria

Claudia Flórez – Óscar Sotelo Ortiz

¿Cuál es la historia del partido Esperanza Democrática?

-Fue un ejercicio de unidad entre los compañeros y compañeras que provienen del proceso de paz que fundó el Movimiento Esperanza, Paz y Libertad, y la Unidad Democrática, partido que tuvo personería jurídica y que en su momento logró un senador de la República, en cabeza del doctor Luis Carlos Avellaneda.

Recordemos que en la década de los noventa los compañeros de Esperanza, Paz y Libertad fueron víctimas de persecución política y asesinatos selectivos en su reintegración a la vida democrática del país.

El 19 de abril de 2023 hicimos la primera Convención Nacional de Esperanza Democrática. En este espacio logramos tener un cuerpo estatutario y una plataforma ideológica y política. Así nace este nuevo partido, que no solo recoge estos sectores de la izquierda democrática y de lo que fue el proceso de paz de los noventa, sino que también está incorporando a otros sectores, incluso liberales progresistas.

Actualmente estamos organizándonos y haciendo vida política, tanto en el Pacto Histórico, como en otros ámbitos de la vida nacional. Tenemos presencia en el sector agrario, sindical, jóvenes, en los maestros, en los extrabajadores bancarios, en el movimiento pensional. En fin, en todos los procesos que tengan la voluntad política de trabajar por la paz, la democracia y por un cambio real en el país.

¿Cómo se caracteriza la plataforma política e ideológica de Esperanza Democrática?

-Nuestra identidad es con la izquierda democrática y progresista. Por supuesto que convergen ideas que plantean que es vigente mantener las ideas socialistas, pero también hay personas que dicen que el progresismo va más allá y que recoge un espectro más amplio de la sociedad, es decir, que esa discusión de los setentas, ochentas y noventas sobre el socialismo sigue vigente, pero ante la nueva realidad política es importante construir una nueva izquierda democrática, con visión multicultural, pluriétnica y multidiversa.

Un partido abierto a los trabajadores y trabajadoras, a los jóvenes, a las mujeres y a las nuevas expresiones sociales diversas del país. La agenda que nos proponemos está por el desarrollo de la paz, la democracia, la defensa del medio ambiente, los derechos humanos, la cultura y el desarrollo económico en armonía con la naturaleza.

¿Cuál es el balance que ustedes hacen del Gobierno de Gustavo Petro?

-El Gobierno Petro recoge las luchas históricas de los diversos sectores sociales y populares de Colombia.  El primer paso que se dio fue conformar un ejecutivo con diferentes actores políticos en la idea de construir un nuevo país. Esto no se dio porque esas fuerzas tradicionales y emergentes no respaldan la ruta de cambios fundamentales como la reforma agraria integral, a la salud, a la educación, pensional y laboral.

Esos grupos de poder en lugar de construir una nueva nación democrática, a la luz de la Constitución del 91, se han plegado hacia la oposición radical a partir de una estrategia de desprestigio, utilizando su poder mediático y económico desplegado para mentir y tergiversar la realidad.

Eso no ha permitido que el Gobierno pueda lograr un acuerdo nacional, así lo haya convocado dos o tres veces. No hay eco precisamente porque priman los intereses particulares de estos sectores. Además, el poder del Estado está cooptado por el sector financiero y por las mafias.

Por otro lado, la administración pública que se instituyó a partir de los años sesenta y las reformas que se dieron en los años noventa con la nueva Constitución, no cambiaron sustancialmente la estructura del Estado. Se mantienen unas rigideces normativas que imposibilitan que el Gobierno pueda beneficiar al ciudadano de a pie con la inmediatez que requiere.

Nosotros nos declaramos como partido de gobierno, de tal manera que hacemos parte de este proceso y lo vamos a defender porque sabemos lo que se está jugando en este momento en el país.

Como integrantes del Pacto Histórico, ¿cuál es el diagnóstico que ustedes hacen de la convergencia?

-El Pacto Histórico nace a partir de un propósito y es llegar al Gobierno nacional. Esto se logra con la Presidencia y la elección de 20 senadores y 34 representantes, avance sin precedentes de la izquierda en Colombia. Sin embargo, en las elecciones regionales se rompe el proceso. A pesar de los esfuerzos que se hicieron desde lo nacional, no se interpretó el sentir de las regiones en términos de listas abiertas-cerradas y en la selección de las candidaturas. Esto derivó en muchas fisuras.

Las fuerzas políticas que hacemos parte del Pacto debemos hacer una autocrítica. Se abandonó a la gente, muchos se fueron a otros partidos tradicionales a buscar sus avales, no se constituyeron las listas que estaban inicialmente pactadas y finalmente la mesa nacional fue quien resolvió algunos de estos aspectos. Producto del desorden y de la inexperiencia en este tipo de convergencias, se cometieron errores que crearon esas fisuras.

Todas las fuerzas están de acuerdo con una organización unitaria, pero el problema es la naturaleza del instrumento. ¿Cuál es la posición de Esperanza Democrática en esta disertación?

-En primera medida, nosotros estamos en un proceso de diálogo con las bases del partido. Este es un debate que nos permite conectarnos con la discusión que tienen los territorios sobre el quehacer a nivel de la unidad.

El partido unitario es históricamente necesario. El problema se suscita cuando se hablan de personerías jurídicas, de bienes y patrimonios, de historias y de reconocimientos.

Nosotros creemos que sí no nos unimos, estamos perdiendo la oportunidad única de mantener el Gobierno nacional y avanzar en las regiones. Las divergencias de opiniones, de visiones frente al quehacer en lo inmediato o en el futuro venidero, seguramente se van a presentar.

La unidad como un instrumento que recoja las voluntades no solamente de estos sectores organizados, sino también de aquellos sectores no organizados, es una urgencia histórica. Si se logra este propósito, creemos que será clave profundizar la democracia en las bases para asegurar la participación de la gente.

Esperanza Democrática está trabajando con esa postura. La Convención Nacional es nuestra máxima expresión de decisión política. Allí llevaremos este debate y colectivamente trabajaremos sobre si vamos o no a un partido unitario. Si en el Pacto Histórico damos una buena discusión y vamos logrando unos acuerdos políticos transparentes, Esperanza Democrática no se apartaría del proceso unitario.

Una de las grandes dificultades sobre la unidad es el tema de las personerías jurídicas. ¿Cuál es la postura de Esperanza Democrática al respecto?

-Las personerías van y vienen. Es un instrumento que nos sirve a todos para participar políticamente y acceder a la financiación del Estado, pero no puede ser una talanquera de la unidad. Ese debate lo tenemos que dar con franqueza.

Nosotros no hemos tomado la decisión, pero en la discusión interna vamos por el camino de la unidad. En mi opinión, si el proceso es transparente, abierto y participativo, el tema de las personerías jurídicas pasaría a un segundo plano.

La izquierda ha tenido en la última etapa un interés que los sectores sociales se vinculen a la lucha partidaria. ¿Qué tan importante es para Esperanza Democrática que estos sectores participen de la unidad?

-Las estructuras de los partidos funcionan con sectores sociales. Todos los procesos tienen jóvenes, sector agrario, gente del movimiento sindical, etc. El reto es lograr que todos los sectores lleguen a la unidad. Tenemos que trabajar con ellos, darle participación. Eso implica construir un mecanismo para que haya realmente una democracia directa en el funcionamiento y en la toma de decisiones al interior del partido unitario.

Es metodológicamente complejo, pero hay que empezar a discutirlo. Algunos han planteado en que hagamos un partido de tendencias. Muy interesante. Otros hablan de un partido de sectores sociales. También es válido. Juntar todas esas posiciones nos obliga avanzar en esa metodología. La construcción orgánica de un partido con esa dimensión, requiere de un diálogo permanente que logre acuerdos y avances.

En este momento funciona una comisión que trabaja en una ruta unitaria. ¿Cómo evalúan el espacio?

-La comisión sigue teniendo la participación de los que estamos interesados en sacar adelante el proceso de unidad. Todavía está muy al nivel de los partidos. En mi opinión, sí no se abre la mesa, nos vamos a quedar hablando entre nosotros. Necesitamos más amplitud.

Tiene que haber una mesa nacional de sectores que realmente le apueste a una unidad real. Y ahí tienen que entrar los liberales progresistas, los del verde que no están con la postura de oposición al gobierno, incluso muchos sectores que no se representan por sí mismos.

En la izquierda debatimos siempre. Eso no es malo, pero necesitamos construir y avanzar en la acción. Ahí es donde tenemos que ser maduros. Nos concentramos en la discusión y poco en la acción política, que es en últimas tomarnos el poder democrático, tener vocación de poder.

¿Cuál es el mensaje que envía Esperanza Democrática no solo a las fuerzas que hoy discuten la unidad, sino a la gente común y corriente que se encuentra ante la expectativa del 2026?

-Este es un momento histórico en el cual requerimos no solo de la movilización, sino de la más amplia unidad de todos los sectores sociales, políticos y comunitarios para defender un Gobierno que viene construyendo una ruta progresista y de cambio real para el país.

Como Esperanza Democrática seguiremos trabajando por esa unidad. El llamado es a juntar los esfuerzos y dejar esas parroquias. Pensemos en el país y en la unidad nacional.

El pueblo necesita tener vocación de poder. En eso los partidos jugamos un papel fundamental. Si logramos la unidad de todos estos sectores, vamos a lograr una fuerza social y política que vaya en la ruta de las grandes transformaciones.
Con información del Semanario Voz

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