Las elecciones europeas realizadas el domingo han confirmado buena parte de los temores que anunciaban que significarían un avance de la derecha y de la ultra derecha. La ultra ha ganado de manera arrasadora en Francia, Austria e Italia y es la segunda fuerza en Alemania, países que colocan un alto número de eurodiputadas/os.

Por: Jaime Cedano Roldán

También ha sido primera fuerza en otros países de mediana importancia, garantizando que el neofascismo tendrá un fuerte peso en el parlamento. Todo indica que la fuerza de los grandes bloques políticos del parlamento se mantendrá y que la alianza de conservadores, verdes, y socialdemócratas, que hacían mayoría en el periodo que culminó, se mantendrá. Es decir, la ultraderecha no tendrá la mayoría requerida para controlar los órganos de dirección y que estos seguirán en manos de los mismos y las mismas de los últimos cinco años.

Esto ha llevado a que se diga que no ha habido una catástrofe y se diga con bastante alivio que han ganado las fuerzas europeístas. Que solo se ha producido una alarma, un aviso de advertencia sobre el avance de las fuerzas neofascistas que tienen un discurso rupturista dentro de la institucionalidad europea.

Pero la continuidad del status quo en el parlamento europeo es por sí mismo una catástrofe. La mayoría que se mantiene es la misma que ha tenido como presidenta de la Comisión Europea, y seguramente la reelegirá, a la conservadora alemana Úrsula von der Leyen, quien ha apoyado en todos los sentidos y niveles el genocidio contra el pueblo de Palestina, ha impedido una salida política en Ucrania, es responsable de las miles de muertes en el Mediterráneo y lleva a Europa por el desbocado camino del armamentismo y de la guerra. Negar que el panorama europeo es un desastre desde varios años es negacionismo puro y duro.

Por razones históricas y culturales, en América latina debemos estudiar un poco más a fondo el resultado de las elecciones europeas en España. Las ha ganado el Partido Popular que ha conseguido 22 escaños seguido muy cerca por el PSOE quien obtuvo 20. No hubo el desborde arrollador que el PP anhelaba y hasta anunciaba. Los ultras de VOX se mantienen con 6, y ha entrado con 3 escaños un nuevo grupo neofascista llamado “La fiesta se acabó”, encabezado por un agitador de las redes que viene del negacionismo del Covid y las vacunas, esboza un discurso de protesta contra la crisis y culpa de todo a la supuesta amplia generosidad que se tiene con la población inmigrante. Grupo neofascista que contó durante su campaña con un video de apoyo de don Álvaro Uribe.

Los resultados de la izquierda han sido los peores en los últimos cuarenta años. Especialmente graves los resultados de Sumar que agrupaba a cerca de una decena de partidos. Los de Podemos son muy malos si se comparan con los de hace 10 años, no con los del 2019. Por fuera del gobierno y condenado a la marginalidad, ha logrado reponerse y ganar dos escaños.

Ahora vendrá el carnaval de las culpas ajenas. Seguramente todos los dedos apuntarán, y con sobradas razones, a Yolanda Díaz, quien manejó a Sumar, la campaña y la designación de las candidaturas a su entero capricho, despreciando a los movimientos, a los partidos y a las regiones que se integraron al proyecto. Especialmente incomprensible fue el trato dado a Izquierda Unida y el PCE, espacios políticos dentro de Sumar con más peso, historia, militancia, votos y presencia regional en todo el Estado, pero relegados por Yolanda Díaz a un cuarto lugar, prefiriendo en los tres primeros a personas que poco o nada le aportaban a la campaña. Un examen objetivo determinará seguramente una responsabilidad colectiva, y deberá abarcar las actuaciones políticas, tácticas y estratégicas, y el discurso programático, de por lo menos los últimos 20 años. Y como suele decirse, que quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.

Pareciera que los puentes entre las izquierdas están rotos todos. La campaña ha dejado heridas bastante fuertes. No tendrán más alternativas que curarlas rápidamente y volver, por enésima vez, a intentar construir un nuevo edificio unitario, que como tantas veces se ha dicho, pero nunca se ha aplicado, se debe empezar desde abajo, porque definitivamente desde arriba hacia abajo, lo único que se pueden hacer son huecos.

La izquierda latinoamericana es mucho lo que debe analizar de la experiencia de una izquierda que se desmorona electoralmente, tras algunos años de ejercicio de gobierno y de poder.

Antonio Maillo, recientemente nombrado coordinador federal de Izquierda Unida, ha madrugado este lunes a enviar una carta a la militancia en la que señala que “se abre una etapa de análisis y de profundos cambios, en las que la presencia y el arraigo territorial será crucial, ya que todo proyecto sin organización es efímero”.

Y ha recordado al icónico líder obrero Marcelino Camacho, quien decía:

“Si uno se cae, se levanta y sigue adelante”.
Un optimismo que parece utópico tras una seguidilla de caídas, pero no por ello brutalmente necesario y urgente.

Bogotá, junio 10 de 2024

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