El sistema económico imperante en Colombia no ha dudado en responsabilizar a los trabajadores de la crisis social, económica y política. Los ex presidentes Álvaro Uribe Vélez, Juan Manuel Santos e Iván Duque, coincidían en afirmar que los salarios en Colombia eran muy altos lo que originaba la compleja situación socio económica del país. No dudaron en hacer causa común para acabar con las conquistas laborales precarizando el salario.

Por Agamenón

Esa mentira bien adornada y publicitada en los medios masivos de comunicación o mejor de incomunicación, ha generado su impacto en un amplio sector de trabajadores y sindicalistas, terminando asumiendo que son los responsables de la crisis en la cual se debate la república colombiana. El país nacional, del cual hablara Jorge Eliécer Gaitán, víctima del “Valium Mediático”, difícilmente sabe la realidad de fondo acerca de esta crisis concreta y que, seguramente pareciera condenado a padecerla eternamente, mientras un reducido grupo autodenominado “personas de bien” se hace cada vez más rico y poderoso, cabalgando sobre las escuálidas espaldas del trabajador.

El filósofo más odiado por esta oligarquía liberal – conservadora, Carlos Marx, develó desde la ciencia de la economía política la cruda realidad, realidad que hoy se trata de abrir paso con el gobierno del cambio que encarna el presidente Gustavo Petro Urrego. A partir de sus profundas investigaciones pudo demostrar: Primero, quien realmente produce es el trabajador no el patrón. Demostró que el obrero realmente no necesita del patrón, en cambio el patrón sí necesita del obrero, porque quien realmente produce, hace capital es el obrero; segundo, el patrón se hace rico y dominante explotando la fuerza de trabajo del trabajador (empleado), a través de la plusvalía; tercero, el capital es una actividad colectiva. Es más: Es una gran mentira decir que el rico se hace rico honradamente. Falso. Todo gran capital es mal habido, porque es fruto de la explotación de la mano de obra del obrero, de las triquiñuelas y de la infamia.

El filósofo de Tréveris, no contento con este descubrimiento trascendental, diseñó una propuesta de ruta encaminada a abolir esta brutal explotación del hombre por el hombre, descubrió la lucha de clases. Fue uno de los primeros en hablar y fundamentar el papel de la burguesía y del proletariado. Dos clases antagónicas.

En esa dinámica, una forma de lucha es la lucha sindical. El obrero se une en defensa de sus propios intereses y en aras de arrancarle al patrón reivindicaciones. La lucha por las ocho horas de trabajo, ocho de descanso y ocho de estudio, podría ser un ejemplo en concreto. Fue una conquista después de muchos sacrificios, muchos obreros brutalmente torturados, asesinados y desaparecidos por los denominadas “personas de bien”.

Si bien el sindicalismo también está en crisis, hay el compromiso de apoyar esta lucha, sobre todos aquellos sindicatos clasistas, es decir, comprometidos de verdad con los trabajadores y el pueblo humilde secularmente explotado y engañado. Desafortunadamente, hay sindicatos deshonestos, patronalistas, cuyos dirigentes no dudan en vender a sus afiliados por una dádiva mezquina y miserable. Sin embargo, la lucha sindical es una forma concreta de lucha por cambios economicistas y políticos en beneficio del pueblo en general. Durante la dictadura de la oligarquía en Colombia, son miles y miles los sindicalistas consecuentes que han sido torturados, asesinados y desaparecidos. A todos ellos, ¡Honor y Gloria!

Necesitamos, entonces, tener clara la historia para saber el origen de la crisis, sus responsables y las alternativas de solución, las más importantes, sin lugar a dudas, son la unidad, la organización y la formación política de la clase trabajadora y del sindicalismo. Hay que abogar por un sindicalismo clasista y comprometido, honesto y trabajador. La lucha es luchando…

Foto: Iván Duque, Juan Manuel Santos, Álvaro Uribe Vélez – crédito Colprensa/Reuters

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