Tanque de guerra oxidado en Ucrania. Foto Sonia Dauer @stereosonya Licencia Unsplash

Podría pensarse que la intención es involucrar a cada vez más países en la guerra, no por la defensa del territorio ucraniano, sino para una agresión en mayor escala contra Rusia

Por: Alberto Acevedo

Mientras en Colombia se celebraba un aniversario más de la Batalla de Boyacá, una de las epopeyas de la independencia del yugo español, y el 7 de agosto se consagra como un día festivo, en Ucrania, el gobierno de Zelenski daba comienzo a una ‘inesperada’ incursión militar en la provincia rusa de Kursk, fronteriza con el país ucraniano, que vulneró una de las ‘líneas rojas’ que Moscú había puesto como infranqueables en el conflicto entre las dos naciones.

La aventura sobre Kursk abrió diversos interrogantes. Si se había tocado una línea roja, ¿Moscú descargaría de inmediato su arsenal nuclear sobre Kiev? Al fin y al cabo, como expresan diversos analistas, es la primera vez, desde la Segunda Guerra Mundial, que el territorio ruso es invadido por una fuerza armada extranjera. ¿Significaba un cambio en la geopolítica del conflicto? Las fuerzas ucranianas venían recibiendo, día tras día, golpes contundentes, que diezmaban sus fuerzas, mientras las tropas rusas avanzaban de manera uniforme, en prácticamente toda la línea del frente. ¿Qué buscaba entonces la operación en Kursk?

Una de las primeras versiones, que intentan brindar una respuesta, tuvo amplia acogida en la prensa europea. Según el rotativo The Economist, el general Alexander Syrski, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, decidió lanzar la incursión en territorio ruso debido a la ‘desesperación’ por la situación en el frente, indicando que el operativo se planeó en secreto para los aliados occidentales de Kiev.

Monedas de cambio

De acuerdo con personas cercanas a la planeación del ataque, Syrski “estaba a punto de ser destituido” por los fracasos de sus tropas en el frente. Fue entonces cuando empezó a considerar “escenarios para un avance ofensivo”, que incluía ataques a las regiones fronterizas de Kursk o Briansk, o una combinación de ambas.

Descrita como una “apuesta audaz nacida de la desesperación y en gran secreto, la idea de Syrski tenía como objeto principal alejar a las tropas (rusas) del dominio del Donbass y crear monedas de cambio para cualquier negociación futura”. El artículo indica que el comandante compartió sus planes “solo con un grupo reducido de generales y funcionarios de seguridad”, así como con Zelenski, “uno a uno”.

El mandatario ucraniano, por su parte, dio la versión del objetivo que perseguían sus tropas incursionando en territorio ruso. “Ahora la tarea principal de nuestras acciones de defensa en su conjunto (es) destruir al máximo el potencial ruso, el potencial de guerra y llevar a cabo la máxima labor de contraataque. En particular, esto incluye la creación de una zona de amortiguamiento en el territorio del agresor: nuestra operación en la provincia de Kursk”, afirmó en el mensaje diario que publica en su canal de Telegram.

Lo que ordene Washington

Zelenski sostuvo que todas las acciones que “perjudican al ejército, al Estado, a la industria de defensa y a la economía rusos” contribuirán a impedir la expansión del conflicto y “acercar su justo fin”.

Con esta confesión de parte del jefe de Estado ucraniano, la hipótesis de que el comandante de las Fuerzas Militares estaba ‘desesperado’, no quedó más que en eso, una hipótesis. Varios rotativos europeos han recordado que Zelenski no da un paso adelante sin consultar primero con Estados Unidos y, en la práctica, camina por el sendero que le indique la Casa Blanca.

Más tarde, una fuente del Departamento de Estado de los Estados Unidos confirmó: “Estamos discutiendo con Ucrania sus objetivos a largo plazo en la provincia rusa de Kursk”. Tenía la potencia norteamericana las manos metidas en la aventura sobre territorio ruso.

Pero no solo Washington. Detrás del operativo estaba todo el andamiaje de la OTAN. Según datos de inteligencia rusa, actualmente asesores militares de los países occidentales prestan asistencia en la gestión de unidades ucranianas que han invadido territorio ruso, en el uso de material militar occidental, así como proporcionan datos de reconocimiento por satélite.

Empujar los combates a Rusia

La incursión de las tropas del régimen ucraniano en la provincia rusa de Kursk fue preparada y realizada con la participación de los servicios especiales de los países de la OTAN, que en los últimos meses “han empujado activamente a Kiev a trasladar los combates a territorio ruso”, informó el Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia, SVR.

De acuerdo con el diario Izvestia, que cita al servicio de prensa del SVR, a pesar de que los principales aliados occidentales de Ucrania negaron haber sido informados previamente del ataque contra Kursk, hay información fiable de que Estados Unidos, el Reino Unido y Polonia participaron en su preparación. Los efectivos de las tropas de Kiev también se entrenaron en centros de adiestramiento del Reino Unido y Alemania.

Los países de la OTAN también proporcionan a los militares ucranianos datos de reconocimiento por satélite sobre el despliegue de tropas rusas en la zona, añadió el SVR.

Pérdidas ucranianas

Entonces, más allá de pretender crear desconcierto entre el alto mando militar ruso, provocar descontento entre la población civil de Rusia, que ve amenazada su seguridad, hay algo más que se cocina con la incursión en Kursk. Podría pensarse en la intención de involucrar cada vez más países en la guerra, que no es por la defensa del territorio ucraniano sino de una agresión en mayor escala contra Rusia.

Pero las expectativas iniciales de la aventura ucraniana han fracasado de manera estrepitosa. Si lo que querían era desmovilizar las tropas rusas de su ofensiva en la línea ucraniana, no lo lograron. A Kursk acudieron unidades militares de la reserva rusa y, por eso, se le volteó la torta al régimen de Zelenski, que ahora debe atender nuevos frentes de combate.

Y los reveses militares ucranianos ahora son por partida doble. Han sufrido pérdidas notables en unidades militares, armamento y pérdida de terreno en el frente interno, como en el caso de la localidad conocida como la Nueva York ucraniana, que ahora está bajo control de tropas rusas. Solo en una semana, entre el 5 y el 11 de agosto, perdieron casi 15.000 militares, de los cuales 2860 soldados cayeron en la zona de Kursk.
Con información del Semanario Voz

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