Pietro Lora Alarcón
La realidad contemporánea de Colombia exige combinaciones originales para conquistar la correlación de fuerzas que mantengan el Gobierno y hagan posible los cambios. Por eso, hoy el tema central de la izquierda es la unidad.
Por Pietro Lora Alarcón
Materializar esta y las condiciones para avanzar implica pensar mínimamente en tres factores con pesos, proporciones y urgencias diferentes: un acuerdo programático de fuerzas vivas y actuantes, que garantice la construcción del instrumento político unitario, con una estructura sólida, en medio de la pluralidad ideológica; un soporte de base orgánico, movilizado para la resistencia y la lucha popular y, desde luego, condiciones internacionales, especialmente regionales, que otorguen oxígeno geopolítico suficiente dialogando con la esfera doméstica.
La premisa clave es que el triunfo del Pacto Histórico se debió, precisamente a la unidad a partir de la juntanza de intereses de clase y corrientes políticas heterogéneas. Promover un salto de calidad organizacional sugiere puntos programáticos, consensos sobre filiaciones, direcciones nacionales e intermedias y, sobre todo, reglas del juego claras para abordar el tema electoral 2026. En el transcurso de esta construcción, naturalmente, hay desprendimientos, dudas e inseguridades, que deben ser tratadas en el debate franco, que no anteponga los intereses individuales a la visión colectiva, capaz de colocar voluntades en función de objetivos concretos.
La base popular a la que se aspira implica algo de mayor calado a lo hoy existente, que Lenin ejemplificaba en su momento como movimiento por el pan, la paz y la libertad. La lucha de clases de desarrollará y las confrontaciones deben ser más intensas en el futuro. Incluso porque, como enseña el actual momento, leyes y códigos son históricamente cristalización de ambiciones e imposiciones del mundo de la riqueza, cuando popularmente trabajamos porque tengan un contenido diferente.
Es posible que una Corte realice ejercicios de interpretación y, por motivos meramente formales, paralice las reformas. El sistema institucional tiene sus peculiaridades y reglas. La real garantía de transformaciones continúa estando en la combinación entre el trabajo de un gobierno democrático y la movilización de masas.
En el último aspecto, actualmente Venezuela continúa siendo referencia obligatoria. El Tribunal Supremo de Justicia en el país dio su veredicto sobre el resultado electoral. En medio de las versiones de WhatsApp hay que comprender la posición de jefes de Estado que, responsablemente, gerencian una política externa en el marco de complejas presiones geopolíticas regionales, diferenciándola de la importantísima acción de defensa organizada, solidaria, necesaria y amplia con el pueblo venezolano.
Solo los defensores del gran capital piensan que el tema es reductible a actas y papeles, dejando de lado el interés imperial injerencista. La agresión en curso pretende trasmitir un mensaje de advertencia, que infunda temores, recelos y genere un ambiente hostil a la paz regional y a los gobiernos alternativos. Eso ya lo hemos vivenciado y, que se sepa, no hay milagros en la historia.
Con información del Semanario Voz