Hoy, finalmente, será el funeral de la compañera Piedad Córdoba Ruiz, en la ciudad de la eterna primavera, Medellín, ciudad que la vio nacer el 25 de enero de 1955. Una mujer valiente y consecuente con su pueblo, brutalmente vilipendiada por el paramilitarismo liderado por el Centro Democrático y su máximo exponente, el considerado narcotraficante número 82, Álvaro Uribe Vélez.

Por Nelson Lombana Silva

Abogada y política, dedicó toda su vida a luchar por el pueblo en general. Tenía talla presidencial, lo cual asustó a la burguesía, enfilando todas las baterías contra ella, en una forma salvaje y despiadada. Esta burguesía mostró todo su racismo y con qué crueldad contra esta mujer valiente y consecuente con los intereses del pueblo colombiano. Piedad resistió y se mantuvo enhiesta hasta que la muerte la sorprendió.

Su obra oceánica es de vital importancia en este momento histórico para Colombia, cuando por primera vez, después de 212 años, tenemos un presidente amigo del pueblo. Lo más granado de su aporte debe dimensionarse para avanzar y radicalizar el asunto, de tal manera que el proceso esperanzador que hoy vive la patria, sea irreversible. Ese será el gran monumento que se pueda hoy erigir a su memoria.

Luchó contra el racismo, pero también contra la inequidad social, la descomposición del Estado en manos del narcotráfico, el paramilitarismo, el terrorismo de Estado y el peor presidente de todos los tiempos, Álvaro Uribe Vélez, un rufián que llegó a la Casa de Nariño colocándose al servicio de Pablo Escobar y su patota, con el aval de los Estados Unidos, quien aún lo sostiene, porque seguramente, todavía le es útil.

Nunca se había perseguido tanto a una lideresa en Colombia, como le sucedió a la senadora Piedad Córdoba Ruiz. Era impresionante y vergonzoso, la forma infame como era calumniada y acosada por los malditos medios masivos de comunicación de la gran oligarquía. Constantemente, era víctima de viles montajes con el único fin de desacreditarla y hacer que el pueblo le quitara su respaldo popular.

Muerta, en el catafalco, dichos medios se muestran temerosos y solo informan entre líneas, a medias y no desaprovechan para repetir los burdos montajes del uribismo y su patota. Son cobardes. La muerte no podrá jamás borrar su obra revolucionaria, se mantendrá en el tiempo y en el espacio y será ejemplo para las presentes y futuras generaciones.

¿Cómo reconocer de verdad su obra? A nuestro modo de ver no es suficiente con una simple declaración o un golpe de pecho, es colocando en contexto lo mejor de su pensamiento al servicio de la unidad del pueblo colombiano. Sería el mejor reconocimiento que se le pudiera hacer a esta valiente mujer que se ha marchado a la eternidad invicta y victoriosa. Será recordada por muchas generaciones, mientras sus detractores se perderán en el nauseabundo basurero de la historia más temprano que tarde.

Gracias compañera Piedad Córdoba Ruiz, mil gracias. “¡Hasta la victoria siempre!”
Foto: Internet

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