En el reciente episodio diplomático entre Colombia y Estados Unidos, se ha viralizado la escena final de La Estrategia del Caracol (1993). Foto Proimagenes Colombia
La decisión de levantarse ante la injusticia y la clara violación de los derechos humanos, ha puesto a Colombia en el centro de la política global como representación de la dignidad
Por: Juan Sebastián Sabogal Parra (*)
“La subordinación cultural y moral produce un conformismo que hace que los subordinados no se reconozcan como tales, sino como parte de un orden natural de las cosas, lo cual refuerza su explotación”: Antonio Gramsci.
Es realmente complejo enfrentarse al patrón, en el caso concreto de un obrero que depende materialmente de su trabajo puede llegar a ser absolutamente comprensible dicha dificultad, sin embargo, siempre existirá alguna posibilidad para rebelarse e inclusive conspirar en contra de aquel explotador que imposibilita la libertad.
Así, aun cuando las condiciones materiales están en juego, si se da la posibilidad de buscar la libertad y la dignidad, sin duda alguna, el obrero consciente tomará dicha oportunidad y sabrá aprovecharla para lograr la emancipación.
En el centro de la política global
Al contrario de lo dicho, en los últimos días se ha podido observar como la derecha colombiana, junto a sus medios de comunicación particulares, tiene mayor capacidad de arrodillarse ante el patrón del norte, Donald Trump, que el intentar buscar o inclusive conocer aquello que se llama dignidad.
Algunos alcaldes, dentro de los que se destaca Federico Gutiérrez como burgomaestre de Medellín, que no han tenido la más mínima capacidad ni habilidad de gobernar, se han lanzado rápidamente a organizar una comitiva para “pedir perdón”. Esto no solo señala la desesperación de una serie de políticos que carecen de la capacidad de pensar y dependen enteramente de lo que otros les digan, así como la poca consideración de estas facciones por palabras como soberanía, dignidad o derechos humanos.
El historiador y escritor estadounidense Howard Zinn decía: “La historia no se define por los palacios de los gobernantes, sino por los momentos en que la gente común se levanta, se organiza y se niega a aceptar la injusticia como inevitable”.
En ello se puede agrupar el mensaje que el presidente Gustavo Petro le ha enviado a Trump, en donde señala que no se trata, como lo ha mencionado la prensa hegemónica de una mirada individualista o de una mera rabieta, sino por el contrario como el más puro acto soberano, que no permite, como en el pasado, dejar el nombre de Colombia en la periferia de la política mundial.
La decisión de levantarse ante la injusticia y la clara violación de los derechos humanos, ha puesto a Colombia en el centro de la política global como representación de la dignidad.
Victoria de Colombia
Esta “crisis diplomática” ha posibilitado ver la realidad de la política nacional. Por un lado, se logra identificar una izquierda que busca la construcción de la dignidad popular, busca romper aquél llamado “orden natural” que menciona Gramsci, en donde ha de existir un explotador privilegiado y un explotado en las peores condiciones.
Enfrentado a esta perspectiva se encuentra una derecha oportunista, entreguista, sin el más mínimo de raciocinio, que solo busca “quedar bien” con quién manda, por la imposibilidad de comprender que existen otros caminos, tal como lo diría el periodista en la escena final de la Estrategia del Caracol (1993), en donde se pregunta, “¿Para qué hacer todo eso?”, para qué fraccionar meticulosamente una antigua casa. Precisamente es por la dignidad, por el romper las estructuras que han vendido como naturales para establecer una nueva mirada de la realidad.
En la mañana del 27 de enero, los medios hegemónicos, parecían un poco aturdidos, pero no podían dejar de lado su perspectiva, así que simplemente mencionaban que la crisis había terminado gracias al retroceso de Gustavo Petro, sin embargo, dichas palabras no son ciertas, pues cada uno de los puntos que definieron la crisis fue cumplido a cabalidad por el “gigante” del norte.
Las deportaciones serán realizadas bajo los criterios mencionados por el gobierno colombiano y en los medios destinados para tal fin por el mismo. Claramente hay que apuntarle una victoria al gobierno colombiano, que no sólo tuvo la capacidad política de enfrentarse a las decisiones supremacistas de Donald Trump, sino también, tuvo la capacidad de unir a México, Brasil, Venezuela, Cuba, entre otras naciones que señalaron su rechazo frente a las inhumanas deportaciones.
De haberse profundizado dicha crisis, habríamos visto un escenario en el que dos de sus más grandes socios económicos, específicamente en productos agroalimentarios, como lo son México y Brasil, habrían tomado posturas que habrían afectado fuertemente la economía estadounidense.
La patria grande
Los pueblos solo pueden trabajar unidos y bajo una perspectiva internacionalista. La única forma de poder avanzar en ese desarrollo latinoamericano es continuar fortaleciendo los procesos políticos alternativos, así como la imperiosa necesidad de romper con las estructuras mediáticas hegemónicas, para finalmente aislar a esa derecha recalcitrante que no tiene la más mínima comprensión política de la realidad, que como el perro de Pavlov, simplemente babea cuando la campana suena sin la consciencia real de lo que ocurre.
En definitiva, es de resaltar que por primera vez en la historia se apunta una victoria para el gobierno colombiano en el campo de la política internacional. Tal parece que poco a poco se va construyendo aquella idea bolivariana de unidad política, territorial y ante todo económica, en donde el desarrollo no se impone a través de acuerdos desiguales y unilaterales.
Se rompe aquella tradición sumisa, para lograr construir la integración sur – sur, y en esta misma línea, un desarrollo equilibrado que permita a nuestros pueblos superar las necesidades materiales impuestas a sangre y fuego por el intervencionismo estadounidense.
Para avanzar hacia la patria grande, es imperativo citar las palabras de El Libertador Simón Bolívar: “La unión debe salvarnos, como nos destruirá la división si llega a introducirse entre nosotros”.
(*) Miembro del Colectivo de Maestros Leonardo Posada Pedraza – William Agudelo.
Con información del Semanario Voz