El capitalismo es inescrupuloso. La ganancia está por encima al precio que sea. En el marco de esa triste dinámica, la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), no tuvo inconveniente en permitir que Qatar sea sede de la copa mundo de fútbol 2022.

Por Nelson Lombana Silva

Este estado árabe ubicado al oeste del continente asiático, limita con Arabia Saudita y el golfo Pérsico. Es una monarquía absoluta dominada por la familia Al Thani.

Arabia Saudita, Bahréin, Egipto y Emiratos Árabes Unidos, en 2017, rompieron relaciones diplomáticas con este país e impusieron bloqueo, acusado de promover el terrorismo.

En pleno siglo XXI, el código penal, reformado en 2014, permiten la flagelación y la lapidación, es decir, apedreamiento con sanciones penales; además, la pena de muerte. La homosexualidad es considerada ilegal y en casos especiales, es castigada con la pena de muerte. Es un estado violador de los Derechos Humanos. Su capital es Doha.

En la preparación del país para la cita orbital del deporte de multitudes, se calcula que por lo menos 6.500 obreros perdieron su vida, en la remodelación y construcción de estadios, hoteles, aeropuertos, etc.

No es gratuito que estrellas mundiales de la música se hayan negado a cantar en la inauguración del magno evento orbital. Una forma de criticar y denunciar la criminalidad del régimen contra el pueblo Qatarí. Un importante grito de solidaridad que debe llamar poderosamente la atención del planeta, criticando la postura de la FIFA y, desde luego, la práctica infame de este régimen musulmán.

Es una afrenta al deporte del balompié y, desde luego, a los Derechos Humanos. “El capitalismo vino al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies hasta la cabeza”, indicó Carlos Marx.

En el capitalismo no hay relaciones humanas, hay relaciones económicas. La FIFA por echarse al bolsillo enormes cantidades de dinero, no tuvo inconvenientes en darle la sede mundialista a este régimen oprobioso que va contra la dignidad humana. ¡Qué horror!

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