El embalse de Chingaza está en un 47 por ciento y bajando. Foto Alcaldía de Bogotá

Los embalses están cada vez más secos. Las medidas del alcalde mayor Carlos F. Galán no solo son ineficientes, sino injustas para los ciudadanos

Redacción Ambiental

Bogotá se encuentra al borde del colapso por el desabastecimiento de agua, provocado principalmente por el fenómeno de El Niño, que ha llevado una gran disminución en los embalses. Sin embargo, la injusticia en el acceso al agua ha sido un problema principal en la crisis que enfrenta la capital colombiana.

La escasez de agua ha sido atendida con ineficientes medidas por parte del alcalde mayor de Bogotá, Carlos Fernando Galán. Mientras que los ciudadanos están obligados a cortes de agua en sus hogares por 24 horas, multinacionales, como Coca Cola, mantienen sus operaciones sin interrupciones y extrayendo grandes cantidades de agua de La Calera.

La multinacional tiene una concesión que le permite extraer 3, 23 litros de agua por segundo, mientras que la planta capta hasta 279.000 litros diarios. No obstante, no es la única industria que sigue sus operaciones sin ningún corte, pues, se otorgó una concesión a la empresa Sherleq, que extraerá agua de la quebrada San Lorenzo.

Las decisiones del alcalde de Bogotá están generando un creciente descontento entre la ciudadanía y aumentando la preocupación por el inminente cambio climático que afecta a la capital.

Los embalses

Desde junio de 2023, el país atraviesa por tiempos de sequía debido al impacto del fenómeno de El Niño. La situación ha dejado una gran crisis de escasez en las precipitaciones que abastecen de agua a Bogotá y a los municipio aledaños.

El estado más crítico está en los embalses de Chuza y San Rafael, los cuales hacen parte del Sistema Chingaza, que aporta el 70 por ciento del agua potable a la ciudad.

Según información de la Alcaldía Mayor, el sistema de abastecimiento del agua de la sabana, está dividido en tres sistemas con ocho embalses: Tominé y Neusa ─que hacen parte del Sistema Norte─, Chuza y San Rafael ─que son el Sistema Chingaza─ y Tunjos, Chisacá y La Regadera ─que integran el Sistema Sur.

A raíz de esto, el alcalde comunicó la decisión de endurecer el esquema de racionamiento del agua en los ciudadanos. Con un sistema complicado de entender, determinaron nueve turnos para los cortes de agua, los cuales en su comienzo deberían durar 24 horas.

Sin embargo, en varias denuncias públicas que han hecho las y los ciudadanos, ha mostrado que el agua está llegando 30 horas después, afectando a las y los trabajadores, ancianos, estudiantes, madres, y toda la población que requiere el agua para el desarrollo de su día. Asimismo, se ha vuelto constante observar que el agua está de color amarillo, esto ha traído intranquilidad en más de un bogotano y bogotana.

Ahora bien, además de campañas mediáticas para concientizar a las personas del uso adecuado del agua, Galán sigue protegiendo a las empresas para que no detengan su producción.

Se ha demostrado que mientras Coca Cola gasta 279.000 litros diarios de agua, una familia en Bogotá consume en promedio 10,76 metros cúbicos. Esto confirma que Galán tiene sin agua a los de ruana, mientras sigue aceptando grandes extracciones en La Calera.

Dos visiones

Como se ha presentado, el alcalde Galán se ha enfrascado en medidas inmediatas, mientras que el presidente Gustavo Petro ha dicho que el problema es estructural, y no se solucionará cuando llegue la temporada de lluvias. Para entender mejor este punto de vista de Petro, el mandatario dijo que los niveles del embalse de Chingaza bajaron constantemente durante el mandato de la anterior alcaldesa, Claudia López, y nunca hubo una alerta por parte del Gobierno local.

Sigue la urbanización de la sabana de Bogotá, con “El modelo Peñalosa de ciudad visto como el negocio de la expansión urbanística, no es sostenible, tal como lo dijimos en Bogotá Humana. No es más agua, es menos”, comentó Petro.

Asimismo, hizo un llamado a las personas que critican su negativa de hacer la represa de Chingaza II: “La idea de usar más agua de la cuenca de la Orinoquía transvasándola como se hace con el embalse de Chingaza, solo producirá mayores sequías en los Llanos y crisis alimentarias en la ciudad”.

Ha señalado que la solución para la crisis que vive la ciudad es estructural y con otro enfoque urbanista de la capital, “Se impone una política poblacional que no concentre más población en la Sabana, reforestar el bosque alto andino, detener la minería e implementar generalizados mecanismos de reutilización de aguas lluvias y ahorro de agua”.

¿Y las soluciones?

Mientras que el presidente busca soluciones, el alcalde no escucha y se sigue volviendo laxo con las grandes empresas.

El plan A del alcalde son sus impopulares cortes de agua mientras llegan las lluvias, no obstante, no han llegado, el 2024 se ha presentado como un año seco en el país y, en el 2025, se pronostica menos lluvias aún.

Hasta el último día que se mantuvo el racionamiento diario, no se logró la meta de ahorro que propuso de reducir el consumo de 17m3 por segundo a 15m3/s. Sin embargo, comenzó una flexibilidad en los cortes, pues ya no iban a ser diarios, sino cada nueve días. Pero, observando que el consumo aumentó nuevamente, para comienzos de octubre regirá nuevamente la medida de los cortes diarios en la ciudad.

Para la Natasha Avendaño, gerente del Acueducto de Bogotá, si persiste la falta de lluvia, la ciudad se puede abastecer del agua que entra del río Bogotá por la planta de tratamiento de Tibitoc. La solución ha sido tímida, no ha tenido un debate público.

La crisis del agua sigue agudizándose en Bogotá, hay un alcalde que no da soluciones estructurales y sigue favoreciendo a las grandes empresas con el agua de todas y todos los bogotanos.
Con información del Semanario Voz

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