Por su colorido, variedad y riqueza cultural, el Carnaval de Barranquilla ha obtenido dos importantes reconocimientos: «Patrimonio Cultural de la Nación», en declaración otorgada por el Congreso Nacional de Colombia el 26 de noviembre de 2001, y «Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad», concedida por la Unesco el 7 de noviembre de 2003.

Por: Oscar H. Avellaneda

El carnaval de Barranquilla es una fiesta de honda tradición y raigambre popular. Durante su desarrollo amplios sectores populares participan en todas las formas y con el máximo entusiasmo.

Hoy las distintas clases sociales se mezclan en el jolgorio pero no siempre fue así: en el siglo XIX, la clase alta rechazaba las fiestas populares. Encontramos en algunos periódicos de la época el repudio del carnaval: “porque esa negramenta con sus bailes descalzos levanta una polvareda que no trae sino enfermedades… Además, con sus bailes y gritos no dejan descansar”.

Incluso el cura Pedro María Revollo en sus Memorias anota: “Los bailes eran de primera, de segunda, y otro de tercera, según la categoría social de los concurrentes; el primero se daba en un salón que se construía ex profeso en un gran patio, (…) y el tercero apodado de burrero, para la gleba en la plaza pública de San Nicolás”.

Hasta los años cincuenta del siglo pasado la clase dominante no desfilaba en comparsas por las arenosas calles de Barranquilla, cuando surge la Danza del Garabato constituida por miembros del Country Club.

Desde la perspectiva clasista es interesante lo acontecido con el disfraz de marimonda que, como decía el locutor costeño Marcos Pérez: “No es nada el disfraz de marimonda, sino los brincos que hay que dar”.

Este fue un disfraz típico de los sectores más excluidos y pobres de la ciudad, cuya única alternativa para disfrazarse era tomar un pantalón viejo, a veces roto, ponerse un saco al revés, y fabricar con pedazos de neumático un pito cuyo sonido era parecido al ruido de los gases intestinales al abandonar el cuerpo. La marimonda acompaña estos sonidos con contorsiones y movimientos similares a los de los monos y micos.

Este fue un disfraz típico de los sectores más excluidos y pobres de la ciudad

Este fue un disfraz típico de los sectores más excluidos y pobres de la ciudad

La máscara era confeccionada con el empaque de tela donde venía la harina y el arroz, a ese empaque se le pegaban ojos y boca de tamaño muy exagerado y la nariz por su tamaño más parecía la cola de un simio.

Expropiaron a los pobres de su auténtico disfraz de marimonda, Paragüita Morales lo volvió uniforme y multicolor. No hay duda, se ganó en colorido y coreografía, pero se expropió al barranquillero humilde, de una creación producto de su imaginación.

Una cuestión que ha contribuido a una participación selectiva en los carnavales son los palcos, por sus precios, los cuales no pueden pagar las personas con salario mínimo e incluso de ingresos mayores.

Frente a ese hecho, a partir de los años ochenta el Pueblo se inventó los desfiles de la carrera 44, conformándose la Asociación de Grupos Folclóricos del Departamento del Atlántico (AGFA), donde la participación popular es amplia y masiva, y el Pueblo mantiene el desarrollo del reinado popular, frente a la escogencia a dedo de “reina del carnaval”, entre mujeres de clase alta. (Este año una joven de 25 años de edad, que estudió Comunicación Social en la Pontificia Universidad Javeriana).

AGFA “es consecuente con las advertencias de la UNESCO sobre los innumerables peligros que acechan a la tradición carnavalera: la excesiva comercialización, los efectos de la globalización y la falta de información sobre los aspectos genuinamente tradicionales, hacia los cuales encamina la asociación su accionar, conscientes que el desconocimiento de lo propio es factor distorsionador y por ende, parte del proceso de desaparición de una manifestación cultural”.

El Carnaval es un acontecimiento en el que se expresa toda la variedad cultural y el folclor de la Costa Caribe colombiana, donde el baile y la música son los verdaderos protagonistas. Allí se juega con el movimiento y la expresión corporal, dejándose llevar por el ritmo sin miedo a hacer el ridículo.

Son motivo de risa y alegría los muchos disfraces y máscaras que invocan todo tipo de especies animales, nativas y extrañas, negros africanos, cabezones, dementes, muñecotas, súper-héroes y seres mitológicos que trascienden los límites de la sexualidad, de la vida y la muerte, entre un número casi interminable de invenciones y ocurrencias populares.

La máscara concede libertad: “esconderse detrás de algo que no deja ver quiénes somos tiene el beneficio de sacar algunos rasgos de personalidad escondidos”. Dejando de lado el miedo al rechazo, al ‘qué pensarán de nosotros’ o al ‘qué pensaré de mí mismo’.

Otros elementos propios del Carnaval de Barranquilla son las letanías, las verbenas, las danzas de relación, las cumbiambas, las danzas de congos y garabatos, el son de negros, grupos de mapalé, los disfraces satíricos y alusivos a sucesos de actualidad que se convierten en motivo de hilaridad colectiva, el desfile nocturno de la guacherna, y el del carnaval de los niños, los encuentros de comedias, las comparsas de fantasía, la batalla de flores, la gran parada de tradición, y la muerte de Joselito.

Las letanías son una manifestación tradicional oral del Carnaval de Barranquilla, la representan grupos de personas conformados por un solista y un coro que recita versos que critican, censuran y bromean sobre la actualidad local, nacional e internacional, sobre temas del diario vivir y del Carnaval.

Ellos dicen: durante el año “estamos atentos a lo que sucede y lo anotamos. Nos volvemos como periodistas y cuando llega la época de Carnaval sacamos todo en versos’’.

Las letanías tuvieron su origen en 1930 en el popular barrio Rebolo, cuando el grupo “Las ánimas negras” declamó en el carnaval los primeros versos irreverentes contra los politiqueros de la época.

Las letanías no tienen ni coreografía ni acompañamiento musical. El solista lee los versos que lleva consignados en un libro y a su alrededor se sitúa el coro quien contesta de forma responsorial. Son rezos y coros que en ocasiones hacen pedagogía social, por ejemplo:

Rezo: “Que no hayan manos agresivas/La paz es nuestro deseo/En las instituciones educativas/ Rechazamos el matoneo”

Coro: “Aquí los buenos somos más/Queremos las aulas en paz”

Los carnavales se celebran en muchos otros países, así por ejemplo, es muy famoso el Carnaval de Río de Janeiro, Brasil, donde la Samba es indispensable, ya que su música y baile son características esenciales del desfile. Los bailarines de Samba, acompañan las carrozas y se dividen en “escuelas de Samba” que escogen un tema para presentar en el desfile.

También en Caracas, Venezuela, ha comenzado la “Fiesta de los Carnavales Felices 2024”. Evento donde el colorido, las carrozas, las comparsas y los disfraces individuales son parte de las actividades, que este año cuentan con invitados de Brasil, Colombia y Curazao, así como invitados nacionales con comparsas de otros estados del país.

Se cree que los orígenes de las fiestas de Carnaval se remontan a las antiguas Sumeria y Egipto, hace más de 5.000 años, con celebraciones similares en la época del Imperio Romano, desde donde se difundió la costumbre por Europa, siendo traído a América por los navegantes españoles y portugueses que nos invadieron a partir del siglo XV, imponiendo por medio de la violencia su religión y sus costumbres, robando además nuestras riquezas.

A través de los siglos tanto las autoridades civiles como las eclesiásticas intentaron controlar, y a veces hasta prohibir, la celebración de los Carnavales, que les causaban miedo y recelo, debido a su derroche de alegría y su característica intrínseca de subvertir las normas.

En los carnavales afloran sentimientos ocultos o reprimidos que proyectamos a través del disfraz. Sacamos a la luz esa “caja negra” guardada en lo más profundo del subconsciente.

Desde el punto de vista psicológico, hay un “permiso”, una especie de tiempo de tolerancia para vivir una “fantasía” aceptable socialmente. Un ejemplo: ¿por qué hay tantos hombres que se disfrazan de mujer? Todos tenemos en nuestra mente una parte masculina y otra femenina, y una forma de divertirse es mostrar eso que no podemos plasmar en el día a día.

Las convenciones sociales imponen la censura y los carnavales la suprimen: con el disfraz te saltas esas normas de forma graciosa y el acto de disfrazarse estimula la creatividad causando algún tipo de impacto en los demás.

El gran éxito popular de este tipo de celebración es que posibilita una experiencia excepcional que descubre un rincón de libertad total de las normativas sociales y religiosas, y por esta razón, quienes primero se adhirieron a las fiestas antiguas fueron las mujeres, seguidas de los esclavos y extranjeros, es decir todos aquellos que eran marginados dentro de la estructura social.

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