No se puede ensillar sin traer las bestias. Algunos y algunas, consideran que el Pacto Histórico es simplemente una confluencia electoral. Por eso, no se están pensando en cómo desarrollar dicho proceso para que no sea flor de un día, sino cómo sacamos la mejor parte en la repartija burocrática y en las elecciones de mitaca venideras.
Por Agamenón
Los varones electorales, que también existe en la denominada “centroizquierda” (eufemismo poco creíble por cuanto desde la realidad filosófica se es o no se es, pero tintas a medias, no ofrecen garantías, la verdad sea dicha), se disputan a rabiar el campo electoral, sin aportar de verdad al proceso. Es en cierta medida un oportunismo ramplón que hay que ir desenmascarando poco a poco, en el marco de la controversia dialéctica, habida cuenta que no es la unidad por la unidad.
Esos viejos caciquismos, hegemonismos, que tanto daño le han hecho al Tolima, no puede ser el eje central en el cual debe girar el desarrollo del Pacto Histórico. Nuevas ciudadanías se abren paso, algunas con mucho tino y coherencia, otras intentando imitar los mismos vicios de los que siempre han estado en las alturas del poder en nuestro departamento. Es decir, jóvenes físicamente, pero con la mentalidad senil al estilo gamonales tradicionales.
En realidad, los liderazgos egoístas y personalistas, están condenados a desaparecer por la acción mágica de la unidad, la discusión colectiva y los acuerdos definidos con amplia discusión y análisis.
En el marco del proceso unitario del Pacto Histórico, hay un debate pendiente en la ciudad de Ibagué y es, por qué se perdió la alcaldía de esta ciudad capital del Tolima. Sería la pregunta inicial, porque la otra sería: ¿Cómo recuperarla para el proceso unitario que encarna el Pacto Histórico?
Son dos preguntas directas y claras para contestar con argumentos políticos convincentes, profundos y dialécticos de cara a la comunidad, sin intermediarios y falsos profetas “salvadores” que todavía se consideran tener la verdad revelada y la última palabra.
Hay que acoger los procesos y los resultados con grandeza. Hay que rodear de verdad a los voceros del Pacto Histórico por el Tolima en el Parlamento. No colocarle zancadilla y bregar por todos los medios que fracase. Hay que hacer coincidir lo que se dice con lo que se hace.
La vocera más directa y propia que tiene el Tolima en la actualidad, es la Representante a la Cámara Martha Alfonso Jurado. Debemos rodearla, no para que fracase como quieren algunos viejísimos gamonales de la política e incluso, de la politiquería, debemos respaldarla para que haga una gestión legislativa importante en el parlamento. No es insultándola en los pasillos para intentar intimidarla, sino rodeándola de ideas, iniciativas y proyectos de envergadura como se puede derrotar la mafia en este departamento y avanzar en el desarrollo de los genuinos ideales del Pacto Histórico.
No perdamos de vista que el Pacto Histórico es un movimiento en construcción, se está haciendo, por lo que se necesita mucho desprendimiento, magnanimidad y conciencia que está naciendo una nueva sociedad, un nuevo liderazgo y no podemos atravesarnos como vacas muertas para obstruir y evitar lo inevitable.
Así pues, más que pensar en personas para las corporaciones públicas de las elecciones de mitaca, se hace fundamental fortalecer el Pacto Histórico, los programas creíbles para sacar adelante al Tolima y a Ibagué. Después una discusión diáfana, unas reglas de juego claras y candidatos de unidad, no candidatos impuestos a dedo en conciliábulos mandados hoy a recoger por la fuerza formidable del pueblo organizado y politizado.
Todas estas discusiones hay que hacerlas con el pueblo, de cara a él, con su activa participación y sin ambigüedades. Nada por debajo de la mesa. Todas esas triquiñuelas hay que proscribirlas en el siglo XXI, en el siglo de la esperanza.