La Habana.- En marzo de 1999, Javier Solana, entonces secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), instruyó al general estadounidense Wesley Clark sobre la operación contra Yugoslavia, acontecimiento militar con efectos políticos perceptibles aún hoy.

En declaraciones a Prensa Latina, Oscar Borge, máster en Democracia y Gobierno por la Universidad Autónoma de Madrid, en España, consideró que aquella acción inauguraría “la retórica bajo la cual Estados Unidos podía bombardear e intervenir en otros países por razones humanitarias”.

El abogado nicaragüense aludió a las palabras del historiador militar inglés John Desmond Keegan, para quien la intervención de la alianza atlántica “era una victoria del nuevo orden mundial anunciado por (George H.W.) Bush después de la guerra del Golfo”.

A su juicio, constituyó una declaración de fuerza, en un escenario internacional sin ningún contrapeso frente a Washington, Reino Unido y Francia; tampoco contaron con el autorizo del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

“Hasta el hecho de que una bomba, durante el ataque aéreo, cayera accidentalmente en la embajada de China pareciera simbólico. Fue la primera vez, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, que la OTAN atacó un país sin resolución de la ONU o ser parte del conflicto”, significó.

PRELUDIO INTERVENCIONISTA DEL SIGLO XXI

Para el analista uruguayo Jorge Capelán, aquellos hechos resultaron la continuidad del conflicto bélico de comienzos de la década de 1990 y el preámbulo de lo que vendría luego con la “guerra contra el terror”, promovida por el presidente George W. Bush, al despuntar el siglo XXI.

Entre sus consecuencias subrayó a Prensa Latina la destrucción y desmembramiento deliberado de Estados, a partir de los intereses geopolíticos de la Casa Blanca, y la criminalización de naciones y líderes no alineados con Occidente.

De acuerdo con el especialista, las denominadas guerras yugoslavas, que empezaron en 1991, destruyeron el exitoso experimento socialista y plurinacional del exmandatario Josip Broz Tito (1953-1980).

“Con los bombardeos de la OTAN en 1999 se intentó someter totalmente a Serbia y eliminar a un referente político como Slobodan Milosevic, que resultó en el posterior juicio en la Corte Penal Internacional y su presumible envenenamiento en el año 2006”, recordó.

Además de la agresión contra la sede diplomática de Beijing en Belgrado, Capelán insistió en el “papel descarado” de algunos medios en la fabricación de esa ofensiva, “similar a lo vivido, desde entonces a la fecha, con las guerras en Irak, Afganistán, Libia, Siria y ahora en Ucrania”.

UN PAÍS ¿MEJOR?

Borge expresó que las consecuencias de esas acciones, extendidas durante 78 días, fueron la muerte y la destrucción, pues, aunque “Estados Unidos justificó la intervención por los fallecidos durante conflictos internos, la OTAN causó tres veces más víctimas y desplazados”.

“Además de un problema jurídico con sus propios socios, pues permitir la autodeterminación de Kosovo abría la puerta legal a la posibilidad de que cualquier región dentro de un Estado pudiese atentar contra la integridad del país al cual pertenece”, reveló.

Sobre el tema, Capelán añadió que a Serbia le cercenaron un pedazo de su territorio, al cual convirtieron en un enclave totalmente ilegal, Kosovo; apenas reconocido por algunas naciones en el orbe y foco de delincuencia y crimen organizado.

Posteriormente, evocó el analista, Occidente realizó sus primeros ensayos de “revolución de colores” en ese país por medio de la organización terrorista Otpor, con el fin de forzar liderazgos favorables a sus intereses en Belgrado.

A pesar de esto, “las potencias occidentales no lograron someter totalmente a Serbia, aunque sí dificultaron su poder influyente en la región; el conflicto de Kosovo sigue vivo porque el fin último de Occidente es neutralizar al pueblo serbio e impedir su alianza con Rusia”, acotó.

UNA OTAN ¿NECESARIA?

Desde la óptica de Washington y sus aliados atlantistas, este hecho justificó la razón de ser de la OTAN, apuntó Capelán, y “les hizo avanzar en sus posiciones hacia el este de Europa, en detrimento de la seguridad de los pueblos de esa región”.

“No es un grupo para la estabilidad colectiva, sino para la hegemonía y la guerra de conquista de los Estados Unidos y las potencias occidentales; si el objetivo era la defensa, se habría desmontado al colapsar la Unión Soviética, la principal excusa para su fundación”, reflexionó.

Al respecto, opinó el experto, el bombardeo del bloque contra Yugoslavia fue un episodio muy significativo dentro de la expansión de Europa Occidental hacia el este.

Ello, agregó, en violación de las promesas hechas por Occidente al líder soviético Mijaíl Gorbachov durante las conversaciones sobre la unificación de las dos Alemanias en febrero de 1990, expuestas por el entonces canciller alemán Helmut Kohl.

“Luego vino la conflagración en los Balcanes, y 24 años más tarde, apuntó, la OTAN está a las puertas de Rusia, casi en el combate directo y la amenaza del desencadenamiento de una guerra nuclear”, durante la operación militar especial de Moscú para desnazificar a Kiev.
Con información de Prensa Latina

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