El poeta Federico Díaz-Granados nos da su visión sobre la poesía colombiana del siglo XX y analiza ampliamente la obra del aeda Cobo Borda y sus aportes a la difusión de la literatura colombiana en América Latina

José Ramón Llanos

Federico Díaz Granados es poeta, profesor, antologista y conferencista sobre literatura colombiana y latinoamericana en Estados Unidos, México y otros países latinoamericanos. Ha publicado sus libros de poesía Las voces del fuego, La casa del viento, Las prisas del instante, la antología de su poesía: Las horas olvidadas y elaboró varias antologías de poesía latinoamericanas, entre otras Antología de poesía contemporánea de México y Colombia El amplio jardín, poesía de jóvenes escritores de Colombia y Uruguay. Además, es curador de La fiesta de la palabra-homenaje a Juan Gustavo Cobo Borda, expuesta en la Biblioteca Nacional. (Junio – diciembre 2022).

J.R Ll: ¿Cuáles son los tres poetas más importantes nacidos en los años treinta?

FDG: En estos años está sin lugar a duda uno de los nadaistas, Jaime Jaramillo Escobar, quien nace en el año treinta y dos, es para mí el gran poeta del nadaísmo. También está Mario Rivero, que fue mi maestro, con quien compartí 15 años en la edición de la revista Golpe de Dados, y Giovanni Quessep nacido en 1939.

J.R: Aparte de la labor difusora de la poesía en la revista Golpe de Dados, ¿Qué otro aspecto rescatas de Mario Rivero?

FDG: Yo siento que Mario Rivero logró darles un nombre a los elementos urbanos y nombró en la poesía una ciudad como Bogotá de una manera muy limpia y de una manera muy honesta. Pero una Bogotá de los personajes anónimos. La cuidad parecía que no la nombraran los poetas, varios tenían la atmosfera bogotana y muchos elementos poéticos, pero no la nombraban. Hablaban de la ciudad en abstracto, hay, por ejemplo, poemas de Fernando Charry Lara e incluso Luis Vidales hablaba de la ciudad, todos sabíamos que se refería a Bogotá, pero sin nombrarla. Yo creo que Mario Rivero la nombra, pero, además, nombra los personajes urbanos.

J.R: Aparte de nombrarla ¿destaca alguna particularidad de Bogotá?

FDG: Logra involucrar en el lenguaje y en el registro de la poesía colombiana la coloquialidad y lo conversacional que poetas como Ernesto Cardenal, Roberto Fernández Retamar y muchos poetas norteamericanos estaban imponiendo, haciendo a comienzos de los años 60 en la poesía que se escribía tanto en inglés como en español. Entonces, siento que Mario Rivero es quien involucra ese lenguaje en la poesía colombiana para hablar de la ciudad de una manera muy directa, y de una manera muy limpia de esos personajes anónimos.

J.R: Eres el curador de la exposición sobre Juan Gustavo Cobo Borda que alberga la Biblioteca Nacional, ¿por qué el homenaje a este intelectual?

FDG: Creo que se juntaron muchas cosas, la necesidad de un reconocimiento a una de las figuras intelectuales más importantes de nuestro país, a uno de los poetas más destacados de su generación, la Generación Sin Nombre. Además, es uno de los editores, gestores, ensayista y divulgadores que ha permitido que lectores de distintas generaciones se acerquen a un canon nacional, se aproximen a los autores fundamentales para entendernos como nación. Entonces creo que Juan Gustavo Cobo Borda desde la poesía tradujo bien el habla cotidiana. Ahí nos inventa una ciudad o a un país. Desde su obra ensayística nos da la clave para entender un autor como Álvaro Mutis o al mismo Gabriel García Márquez, de autores latinoamericanos como Octavio Paz, Salvador Garmendia, Jorge Luis Borges, para mencionar sólo algunos.

J.R: Recuérdanos algunas de sus obras en condición de antologista o de editor.

FDG: Hace alguna de las antologías que trazan mapas fundamentales para entender la realidad poética del continente. El Juan Gustavo Cobo Borda como editor se inventa un país coherente porque nos rescata a figuras como Ernesto Volkenin, Jaime Jaramillo Uribe, por ejemplo. Apuesta también por generaciones que van a reescribir nuestra literatura, por ejemplo, los autores publicados en Obra en Marcha o como Andrés Caicedo, a quien le publica Viva la música. También como editor nos da una identidad en el mundo, lo cual permitió que se estableciera un diálogo entre los países; como editor y como gestor permitió que se estableciera un diálogo útil para la creación del Ministerio de cultura.  Sin duda alguna, sus obras nos muestran su valioso talante intelectual.

J.R: ¿Por qué hacerle un homenaje?

FDG: Es necesario que las nuevas generaciones lo reconozcan. Juan Gustavo Cobo Borda no sólo es intelectual, es el poeta que allanó el camino para el reconocimiento de nuestra tradición literaria.

J.R: Juan Gustavo Cobo Borda da la impresión de un hombre casi de derecha.

FDG: Porque, seguramente, él siempre se relacionó con la oficialidad de muchos gobiernos en dos de los cuales hizo parte de la Oficina de Cultura, entidad descentralizada que tenía el manejo de la cultura en el país. Y desde los distintos cargos diplomáticos que desempeñó. Pero, yo considero que Juan Gustavo Cobo Borda más que una figura de centro derecha, yo lo definiría como un liberal, por eso el gobierno con el cual él más se identificó fue el de Ernesto Samper.

J.R: ¿En qué fundamentó esa identidad?

FDG: Porque el gobierno de Ernesto Samper planteó un Pacto Social, para generar una equidad en el sector de salud, en educación y Juan Gustavo Cobo Borda estuvo muy cercano a todo ese engranaje que va a desembocar en su propuesta cultural, la cual desarrolla desde el Ministerio de Cultura. Pero yo percibo que una persona que ha fundado las bibliotecas que creó como editor: La Biblioteca Básica Colombiana, que publicó 50 títulos,

La Biblioteca de Autores Nacionales, que ya es una colección clásica de nuestra historia editorial del país, que tiene 55 títulos, 20 títulos de la colección popular, 10 títulos de la colección Samper Ortega, los 40 títulos de la familia de la Biblioteca Básica Familiar de la Presidencia de la República. Una persona que funda todas estas bibliotecas, de alguna manera, considero yo, es una persona progresista. Es una persona que tiene una mirada liberal, que sabe de la importancia de la cultura en la construcción de ciudadanía, sabe que en la medida en que se formen mejores lectores, se van formando mejores ciudadanos para una sociedad más democrática.

J.R: Es decir que con su obra niega su talante derechista.

FDG: Yo no siento que tenga un talante derechista, su padre era exiliado republicano. Siento que sus hechos culturales denotan es una figura que, a través de los libros, de los hechos, de la divulgación de los grandes autores, muestra su talante progresista. No olvidemos que Juan Gustavo Cobo Borda divulgó la obra de Octavio Paz y de Jorge Luis Borges, también divulgó la obra de escritores como Gabriel García Márquez.

Y nos reeditó, 50 años después, Suenan Timbres de Luis Vidales, igualmente editó a Jorge Zalamea. Yo siento que es una figura progresista que no se puede catalogar como de derecha. Además, yo creo que incluso tenía opiniones muy irreverentes frente al mismo sistema al cual él pertenecía, aunque era un privilegiado del sistema, claro que sí. Era un irreverente, por ejemplo, ahora para la curaduría de la exposición pude revisar muchísimas entrevistas de los años 70. Encontré algo concordante y en forma consistente, su irreverencia frente a cualquier tipo de solemnidad.

Federico Díaz-Granados con Juan Gustavo Cobo Borda. Foto archivo familiar

Fuente: Semanario Voz

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