Jesús Eduardo Vasco. Foto archivo

Según la investigación hecha por el periodista Roberto Romero Ospina, el asesinato de Eduardo Vasco y Adelfa Campo en Sabana de Torres es considerado el primer magnicidio tras la firma de los llamados Acuerdos de La Uribe

Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos

Miércoles 28 de marzo de 1984. En algún lugar de La Uribe, Meta, la Comisión de Paz en representación del presidente Belisario Betancur y presidida por el dirigente conservador John Agudelo Ríos, firmó el Acuerdo de Cese al Fuego, Paz y Tregua con la guerrilla de las FARC-EP.

El documento fue el comienzo de un proceso de diálogo político en torno a las reformas que necesitaba el país. Además, estableció una comisión de verificación sobre los pormenores de la tregua, que empezó el 28 de mayo, fecha acordada para el inicio del cese al fuego entre las Fuerzas Armadas y la guerrilla.

Sábado 26 de mayo de 1984. Sobre las ocho y media de la noche, son asesinados los militantes comunistas Jesús Eduardo Vasco y Adelfa Campo. A tan solo media cuadra de la estación de policía en Sabana de Torres, Santander, dos sicarios interceptaron y dispararon sus armas a quemarropa. “Al ver caer a su esposo, Adelfa trató de refugiarse en una cafetería del lugar, pero el segundo asesino la alcanzó y le disparó de costado, mientras el primero remataba a Jesús Eduardo en el suelo”, fue el reporte hecho por VOZ en la edición 1287.

Un matrimonio revolucionario

Con el crimen consumado y ante la negligente actitud de las autoridades, los sicarios se retiraron del lugar caminando tranquilamente por el centro del municipio. No obstante, una camioneta de la alcaldía los siguió para interceptarlos, pero estos lanzaron una granada para disuadir la persecución. Metros más adelante abordaron un campero y emprendieron la huida.

Según la investigación hecha por el periodista Roberto Romero Ospina en el libro Unión Patriótica: Expedientes contra el olvido (2012), el asesinato de Eduardo Vasco y Adelfa Campo es considerado el primer magnicidio tras la firma de los llamados Acuerdos de La Uribe. Si bien la Unión Patriótica nació casi un año después, la militancia de las dos víctimas estaba plenamente alineada tanto política, organizativa como ideológicamente con la colectividad.

Vasco era miembro del Comité Central del Partido Comunista y Adelfa era dirigente de la Unión de Mujeres Demócratas. Él tenía 54 y ella 43 años. Eran un matrimonio revolucionario.

“Nacido en Zarzal, Valle del Cauca, Jesús Eduardo Vasco se vinculó desde muy joven a la lucha sindical y al partido del proletariado. Fue diputado a la asamblea de Santander por la Unión Nacional de Oposición, UNO, y había sido elegido concejal de Sabana de Torres en 1982 y 1984 por el Frente Democrático”, referencia la edición citada de VOZ.

En la noche del 26 de mayo, Vasco llegaba de Bucaramanga para asistir a una reunión nocturna del concejo. Minutos antes del asesinato, el dirigente comunista se encontraba en una reunión con las comunidades campesinas del territorio. Por medio de cartas, en varias oportunidades había denunciado las arbitrariedades cometidas por la Quinta Brigada del Ejército Nacional en el Magdalena Medio santandereano.

De hecho, el brigadier general David García Echeverri, comandante de la unidad, había acusado públicamente a Vasco de “protector de la guerrilla”, al mismo tiempo que difundía el rumor que Sabana de Torres sería tomada por la insurgencia. Todo un clima de zozobra que existía en la población y que fue determinante al momento del magnicidio.

Sobreviviente de la UNO

“Jesús Eduardo Vasco fue un cuadro muy destacado del Partido. Llegó a ser diputado de la Asamblea Departamental en Santander, además de ser simultáneamente concejal en Sabana de Torres. El camarada no era santandereano sino valluno. Había sido obrero cañero. Llegó a Bucaramanga en las épocas crudas de la violencia liberal-conservadora”, recuerda el histórico dirigente del Partido Comunista en Santander, Alfredo Valdivieso.

A su paso por tierras santandereanas, Vasco se conectó con un importante grupo de abogados, liderados por Hernán Motta Motta y Ángel Ramiro Aponte. Además, fue ayudante de escritura del exdirector de VOZ Proletaria, Manlio Lafont.

“El hombre se ganó la confianza y el cariño del pueblo. En esa época, el Partido Comunista tenía un trabajo muy importante en la región del Magdalena Medio santandereano, articulado a los sindicatos agrícolas que organizaban a los trabajadores del cultivo industrial de la palma y en la organización de los empleados”, dice Valdivieso.

La UNO como frente electoral y de masas del Partido Comunista en la década de los setenta, tuvo un importante desarrollo en este territorio. De hecho, logró sobresalientes resultados que le permitieron conquistar escaños en los concejos municipales de Landázuri, Cimitarra, Puerto Wilches, San Vicente de Chucurí y Sabana de Torres.

Para Valdivieso el exterminio en contra de la UNO es un capítulo que está oculto en la historia del país. “De 1974 a 1980, periodo en el que existió este proceso electoral con fuerte acogida en todo el Magdalena Medio, especialmente en el santandereano, se consolidó una violencia sistemática con el propósito de aniquilar a la militancia comunista. Eran las épocas en las que emergía el monstruo del paramilitarismo. Recordemos que, en esta región del Bajo Rionegro, además del accionar represivo de la Quinta Brigada del Ejército, también se asentó el paramilitar que se apodaba Camilo Morantes, fundador de las denominadas Autodefensas Campesinas de Santander y famoso por tener cocodrilos para desaparecer víctimas”.

“En cierto punto, Vasco fue un sobreviviente de la UNO, porque él fue varias veces diputado y concejal por ese movimiento”, reconoce Valdivieso. No obstante, al momento de su asesinato, era concejal por el Frente Democrático, una fugaz experiencia de unidad entre el Partido Comunista, el Movimiento Firmes y el Partido Liberal Popular.

Según Alfredo, en la actualidad aún existe la representación popular en el concejo de Sabana de Torres con la Unión Patriótica. Pero advierte que es algo casi que clandestino, porque sigue siendo un territorio donde el paramilitarismo dejó imborrables heridas, así como una atmosfera anticomunista.

La Casa Cultural

La Casa Cultural en Sabana de Torres lleva el nombre de Jesús Eduardo Vasco. Poco después del magnicidio y por iniciativa del concejo municipal, se edificó la sede que cuenta con salones para ensayos artísticos de teatro, danzas y música, un auditorio para más de 200 personas y cinco computadores para conectarse a internet.

En este municipio de 18 mil habitantes, empotrado en la zona petrolera del Magdalena Medio santandereano, el principal espacio cultural lleva el nombre de un militante comunista.

El de Eduardo Vasco y Adelfa Campo es uno de los 521 casos de desaparición forzada, 3.169 casos de ejecuciones extrajudiciales, 1.596 desplazamientos forzados, 64 casos de tortura, 19 judicializaciones infundadas, 285 atentados o tentativas de homicidio, y 10 casos de lesiones que la Corte Interamericana de los Derechos Humanos obligó a reabrir por cuenta de la condena al Estado como responsable del exterminio.

Lastimosamente la hija del matrimonio comunista, Mabel Torres Campo, no vivió lo suficiente para el abrazo colectivo que por fin celebra algo de justicia.

Adenda: Según el Grupo de Investigación Histórica del CEIS, la primera víctima del genocidio político contra la Unión Patriótica fue Milcíades Contento, campesino miembro del Partido Comunista en la vereda el Alto Palmar en Viotá. Fue asesinado el 6 de abril de 1984.
Con información del Semanario VOZ

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