El silencio mediático cómplice en Colombia, lo viene rompiendo el paramilitar Salvatore Mancuso Gómez, con sus declaraciones concedidas a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Lo viene haciendo de una manera abierta y contundente, desenmascarando la podredumbre de la burguesía, su tétrico y corrompido comportamiento para sostenerse en el poder contra el querer del pueblo colombiano.

Por Nelson Lombana Silva

Las denuncias del Partido Comunista sobre los nexos del militarismo con el paramilitarismo y la corrupción, fueron rechazadas, ignoradas y criminalizadas, no solo por los dueños del poder, sino por los mismos medios masivos de comunicación. Su satanización produjo muchos muertos, amenazas y desplazamientos, hechos horripilantes que se mantienen en la impunidad.

En la audiencia única de aporte a la verdad, correspondiente a la sesión tres, Mancuso narra con nombres propios una parte de los militares que estuvieron codo a codo con los paramilitares, asesinando pueblo inocente en diversas regiones del país.

El contubernio que hubo entre la fuerza pública y los paramilitares, fue sólido, abierto y directo. “Quemamos embarcaciones, hacíamos censos con el ejército para controlar la alimentación que subían a la zona de resguardo indígena y de campesinos con el pretexto de que esa alimentación no fuese a ser entregada a la guerrilla que combatíamos”, dijo.

Agregó: “Asesinamos a campesinos y a líderes indígenas que eran señalados por parte de las instituciones del Estado, del ejército en este caso, de ser miembros o colaboradores de la guerrilla. Es cierto que se obstruyo la represa de Urra, que había construido el Estado Colombiano, que lo hicieron inconsulto con las comunidades étnicas y campesinos que vivían en la zona, que no tuvieron en cuenta el sentir, el querer, el daño que se le infringió, es cierto Urra pagó las tierras a lo que quiso en la zona. El personero de la época es cierto que era paramilitar, el señor Carlos Londoño, los líderes indígenas los perseguíamos las AUC con el ejército, de hecho, estaban censados, todos los que vivían de la presa de Urra hacia arriba estaban censados para controlar el ingreso de alimentos y personas extrañas en la zona”.

Insistió: “Es cierto que se realizaron todas estas operaciones en conjunta y donde no íbamos con las tropas mezcladas, iban guías nuestros o personas que habían pertenecido al EPL que pasaron de un bando al otro por acuerdo mutuo entre Estado, Ejército, Guerrilla y Autodefensa. Es cierto que los hombres que tuvieron bajo mi mando en el trío actuar de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y luego las AUC, ejecutaban homicidios y se resguardaban tanto en la Policía como en la Base Militar de Tierralta. Es cierto. Es cierto que trabajamos inteligencia y compartimos la inteligencia de manera conjunta. Es cierto que en operaciones como las de Tierradentro estuvimos mezclados y es cierto que una persona del común entra en las casas y comían de lo que ellos tenían en utensilios que se hacen con el totumo que es tradicional en la zona. Afectamos ese tejido social, esas costumbres, esas vivencias, como lo decían las señoras que estaban en la presentación y el canto de los Montes de María, con las presentaciones que hicieron de una obra de arte de la pelona, que para mí son obras de arte. Vivian muy tranquilos y tenían cultivos en abundancia en la región, eso era cierto. Cuando llegamos había abundancia en la zona, estaban llenos de paz y esperanza, tenían yuca, maíz, ñame, plátano, melón, todo tipo de cultivos, aguacates”.

“En relación con el señor Daladier Rivera Jácome, quien era teniente del ejército para aquel momento, estuvo en la región del Catatumbo, cuando nosotros llegamos en 1999. El teniente Daladier Rivera Jácome, también participó en tres víctimas NN masculinas, estaban en investigaciones, que se habían iniciado por supuestos vínculos con la guerrilla de las Farc en la zona; también a principios de octubre de 1999, en Campo Giles, municipio de Tibú, a él se le entregaron tres guerrilleros que fueron dados de baja o muertos en combate con las Autodefensas y el ejército los reportó como de Autodefensas del bloque Catatumbo, esos se los entregaron al teniente Daladier”.

“También participó el capitán Pérez, que era el oficial de operaciones del batallón de Saraguro, el Mayor Llorente, el coronel Matamoros, tuvo conocimiento, no participó directamente, pero con él se coordinó, era el comandante del grupo Masa; se habló con el General Martín Orlando Carreño Sandoval y con el General Roa”.

Es apenas un fragmento de su desgarrador relato que debe llamar la atención del pueblo en la necesidad de la paz total y en el esclarecimiento de los hechos, la recuperación de los desaparecidos y el compromiso que nunca más se repita un hecho tan escabroso y lamentable. El Estado dominado por Uribe y el uribismo urdieron todas estas fechorías, posando hipócritamente de gente buena, honrada y civilizada, dizque gente de bien.
Foto Internet

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