Revolucionario cubano, cofundador del Primer Partido Comunista de Cuba y de la Federación Estudiantil Universitaria, desarrolló en su corta existencia una febril actividad política que lo convirtió en líder de talla internacional.

Por: Oscar Hernando Avellaneda

Julio Antonio Mella pasó a la inmortalidad el 10 de enero de 1929, a los 25 años de edad, al ser asesinado por órdenes expresas del dictador Gerardo Machado, en la Ciudad de México. Se encontraba en aquel momento preparando la expedición que lo llevaría hacia Cuba para incorporarse a la lucha armada. Sus últimas palabras fueron: “Machado me mandó a matar. Muero por la Revolución”

Una campaña de mentiras inundó la prensa mexicana al servicio de la burguesía: «El Gobierno cubano de Gerardo Machado no tiene nada que ver con la muerte de Mella», e inventaron: «Mella ha sido víctima de un crimen pasional».

Tina Modotti, su compañera inseparable de los últimos meses dijo refiriéndose a él:

“En la persona de Mella asesinaron no solo al enemigo del dictador cubano, sino al enemigo de todas las dictaduras. Machado, una caricatura de Benito Mussolini, ha cometido un nuevo crimen, pero hay muertos que hacen temblar a sus asesinos y cuya muerte representa, para aquellos, el mismo peligro como su vida de combatientes. […] Esta noche, un mes después del cobarde asesinato, honramos la memoria de Mella prometiendo seguir su camino hasta lograr la victoria de todos los explotados de la tierra. De esta manera lo recordamos como él lo hubiera preferido: no llorando, sino luchando”

Mella se destacó como líder estudiantil y deportista, participando en la firma de un manifiesto mediante el cual los estudiantes de Derecho se oponían al nombramiento como «rector honoris causa» de la Universidad al general estadounidense Enoch Herbert Crowder, y sobre la función social de la Universidad afirmó:

“El más alto centro de cultura no debe ni puede ser una simple fábrica de títulos. Una universidad latina no es una escuela de comercio a donde se va a buscar tan solo el medio de ganarse la vida: la Universidad moderna debe influir de manera directa en la vida social, debe señalar las rutas del progreso, debe ocasionar por medio de la acción ese progreso entre los individuos, debe por medio de sus profesores arrancar los misterios de la ciencia y exponerlos al conocimiento de los humanos”

Sus primeros trabajos periodísticos aparecieron en la revista universitaria Alma Máter (1922-1923), de la que fue administrador. En enero de 1923 lidera la lucha por la reforma universitaria y funda la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU). En octubre de 1923 organiza y dirige el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, y en noviembre inaugura la Universidad Popular José Martí, con el propósito de impartir instrucción política y académica a los trabajadores y de vincular la Universidad «con las necesidades de los oprimidos».

La Declaración de Derechos y Deberes del estudiante, de su autoría, establecía que su deber era divulgar los conocimientos en la sociedad y especialmente entre los obreros.

Fundó la Liga Anticlerical (1924) y la sección cubana de la Liga Antiimperialista junto a Carlos Baliño y con la presencia combativa de Rubén Martínez Villena. La Liga, inspirada por la Internacional Comunista, sería instrumento fundamental para la aplicación creativa de las ideas Leninistas en los países coloniales y dependientes. Este mismo año ingresa en la Agrupación Comunista de La Habana y desde ella despliega un trabajo muy activo entre el proletariado.

En 1924 publicó un folleto titulado “Cuba, un Pueblo que nunca ha sido libre”, dividido en varias partes: «El imperialismo yanqui ha sido siempre enemigo de la independencia de Cuba», «La soberanía de Cuba ante el Derecho Político», «La Enmienda Platt», y «Otras manifestaciones del dominio yanqui en Cuba».

En su trabajo La única salida, puntualizó: “Hay que hacer la revolución de los ciudadanos, de los Pueblos contra el dólar!” […] “La hora es de lucha”

El 16 de junio de 1925 fundó con Baliño el primer Partido Marxista-Leninista Cubano siendo el primer Secretario de organización.

En 1926 es expulsado de la Universidad de la Habana por sus acciones revolucionarias, siendo además injustamente detenido y en la cárcel se declara en huelga de hambre. El Comité Pro-Libertad de Mella inicia una campaña para liberarlo. La presión nacional e internacional se hace sentir, y se le libera el 23 de diciembre de ese año.

Se exilia en México y se vincula al movimiento revolucionario continental e internacional del que es nombrado Secretario General, posición rectora desde la que establece contacto con los revolucionarios y demócratas de toda la región e impulsa las actividades preparatorias para un evento internacional. Colaboró en los periódicos Cuba Libre, El Libertador, Tren Blindado, y Boletín del Torcedor (este último de La Habana). Pronuncia conferencias y publica críticas sobre el muralismo mexicano.

En febrero de 1927 asiste al Congreso Mundial contra la Opresión Colonial y el imperialismo, celebrado en Bruselas, en él contacta con revolucionarios y luchadores anticolonialistas de 37 países y 137 organizaciones progresistas del mundo.

Bajo su conducción, los latinoamericanos hicieron en el Congreso un importante aporte al pensamiento revolucionario de la época. Denuncian las dictaduras criminales que apuntalan los monopolios estadounidenses y desenmascaran la “Unión Panamericana” como instrumento de la expansión estadounidense. Participa luego en la Liga Campesina Nacional de México.

Realizó además, una constante labor de apoyo material y solidario a la causa del Pueblo Nicaragüense que, comandado por Augusto César Sandino, resistía la invasión yanqui afirmando: “La lucha contra el imperialismo de todas las fuerzas y tendencias es la lucha más importante en el momento actual (…), tenemos el deber de plantear el problema «nacionalista» para unos, el «social» para otros pero antimperialista para todos”

Viaja a Moscú, donde participa en el Congreso de la Internacional Sindical Roja. Miembro del Comité Central del Partido Comunista de México, lucha por la reforma agraria, la nacionalización del petróleo y en las huelgas de los mineros. Allí fundó varias organizaciones antiimperialistas, estudiantiles y campesinas.

En 1928 conoció a la fotógrafa y luchadora revolucionaria italiana Tina Modotti, ambos participaron en el comité de apoyo a los anarquistas italianos Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, así como en otras actividades como las del periódico comunista El Machete, en el que escribía. Entre ambos jóvenes surgió el amor. Comenzó entonces la relación que unió a Tina y Mella y que solo duró cuatro meses al ser él vilmente asesinado en México.

Sobre él dijo Fidel:

“Mella, desde el primer instante, descolló como un extraordinario combatiente revolucionario. Inició en nuestra vieja Universidad la Reforma universitaria, vinculó los estudiantes a los obreros, organizó el primer Congreso de Estudiantes, fundó la Universidad “José Martí”, organizó la Liga Antiimperialista y fundó además, junto a Baliño y otros revolucionarios, el primer Partido Comunista de Cuba. ¡Es conmovedora la historia de esta vida tan breve, tan dinámica, tan combativa y tan profunda!”

“Si se analiza el pensamiento de Mella, las ideas internacionalistas de aquel Mella que venciendo todas las dificultades llegó hasta el primer barco soviético que visitó a nuestro país; de aquel Mella, combatiente incansable contra el imperialismo, se podrá apreciar la coincidencia entre su pensamiento y los hechos de la Revolución Cubana, la coincidencia de su pensamiento y el pensamiento de la Revolución Cubana, lo que Mella aspiraba a hacer y lo que ha hecho la Revolución Cubana”.

“Mella se ve obligado a abandonar el país meses después de su histórica huelga de hambre. Pero su extraordinaria personalidad, sus ideas y su combatividad atemorizaban demasiado al imperialismo yanki, a la oligarquía al servicio de ese imperialismo y a la tiranía machadista; no pararon hasta instrumentar la conjura que culminó en el cobarde asesinato del 10 de enero de 1929. Troncharon aquel talento extraordinario, aquella vida fecunda, en la flor de su existencia”.

“Julio Antonio Mella, un día dijiste que aun después de muertos somos útiles, porque servimos de bandera. ¡Y así ha sido! ¡Tú fuiste siempre bandera de nuestros obreros y nuestros jóvenes en las luchas revolucionarias, y hoy eres bandera alentadora, ejemplar, victoriosa e invencible de la Revolución socialista de Cuba!”

Como señala Ernesto Estevez en el diario Granma: “Mucho nos enseña su vida, consagrada a la dignidad humana, la que, en conceptos martianos, debía alcanzar todo hombre” (…) “El único antimperialismo que merece su nombre es el anticapitalista. La única revolución que ha de escribirse con mayúscula es la antiburguesa. El único futuro que merece todos los sacrificios es el que conduzca a una sociedad sin clases”

¡Honor y gloria a Julio Antonio Mella!

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