Manuela Sáenz Aizpuru, Prócer de la primera independencia Latinoamericana, nació un 27 de diciembre en Quito, Ecuador. Destacada combatiente revolucionaria rompió con las estrictas normas vigentes en esa época para las mujeres, vistió uniforme militar, aprendió a usar armas e incluso desarrolló tácticas de espionaje al servicio de las guerrillas libertadoras.

Por: Oscar Hernando Avellaneda

A los 14 años, el 10 de agosto de 1809, un grupo de patriotas criollos desconoció al presidente de la Real Audiencia de Quito, lo obligó a abandonar el palacio de Gobierno y proclamó la Libertad. Acción en la que estuvieron involucradas muchas mujeres.

Un año después, los colonialistas Españoles retomaron el poder. Las y los independentistas fueron apresados. El 2 de agosto de 1810 se hizo un intento para sacarles de la cárcel, pero todos los patriotas fueron asesinados. La matanza se extendió a las calles donde por lo menos 300 personas murieron. Esta cruenta barbarie le marcó profundamente.

A los 22 años de edad inició sus actividades en favor de la independencia, luego de contraer matrimonio con el comerciante inglés James Thorne y residenciarse en San Sebastián de Lima, Perú, junto a la guayaquileña Rosita Campuzano, arriesgó su vida para filtrar información sobre los avances del independentista argentino José de San Martín hacia Perú desde el sur y de Bolívar desde el norte. Por estas acciones ambas fueron galardonadas con la Orden del Sol del Perú y se les dio el grado de “Caballeresas del Sol”.

Después de separarse de su esposo por haberla engañado, regresó a su ciudad natal. Allí estableció amistad con el general venezolano Antonio José de Sucre, y junto a él participó en los preparativos de la batalla que se libró el 24 de mayo de 1822 en las faldas del volcán Pichincha de Quito que selló la libertad del Ecuador.

Regresó a Perú donde participó en la batalla de Ayacucho. Sucre en una carta a Bolívar señaló que Manuelita “se ha destacado particularmente por su valentía; incorporándose desde el primer momento a la división de Húsares y luego a la de Vencedores, organizando y proporcionando avituallamiento de las tropas, atendiendo a los soldados heridos, batiéndose a tiro limpio bajo los fuegos enemigos; rescatando a los heridos”.

El 16 de junio de 1822, Manuelita y Bolívar se encuentran por primera vez y a partir de ese momento sus vidas y destinos se encadenan para siempre. Se traslada con él a Perú y como parte del ejército guerrillero que lucha por la Libertad utiliza uniforme de soldado.

por el coraje demostrado en combate, la ascienden a Capitán en Junín y a Coronel en Ayacucho, por pedido expreso de los oficiales del Libertador y de la tropa.

Posteriormente conoce a Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar, y nace entre ambos una profunda y entrañable amistad.

Luego de llegar a Bogotá, muy temprano sospechó de la traición que planeaba Francisco de Paula Santander. En septiembre de 1828 en el palacio de San Carlos doce sicarios llegan buscando asesinar a Bolívar mientras dormía, pero ella los despistó y alertó al Libertador para que escapara por una ventana. Este acto le mereció el título de Libertadora del Libertador.

Tras la muerte de Bolívar el 17 de diciembre de 1830 y la desafortunada separación de la Gran Colombia, Manuelita siguió defendiendo el proceso, pero en 1834 fue desterrada a Jamaica y más tarde regresa a Perú, al pequeño puerto de Paita, donde pasó a la inmortalidad el 23 de noviembre de 1856.

El 5 de julio de 2010, durante la conmemoración del 199° aniversario de la firma del Acta de Independencia de Venezuela, sus restos simbólicos fueron trasladados por vía terrestre desde Perú, atravesando Ecuador, Colombia y Venezuela hasta arribar a Caracas, donde reposan junto a los restos del Padre de la Patria, Simón Bolívar.

¡Honor y gloria a Manuelita Sáenz!

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