Jorge Glas, secuestrado luego que se le concediera asilo en la Embajada de México en Ecuador, violando la Convención de Viena (1961), es un hombre víctima de un proceso de “Lawfare” que no pudo demostrar su culpabilidad.

Por: Oscar H Avellaneda

El término «Lawfare» hace referencia al abuso de la ley para lograr un objetivo político, destituyendo a personalidades de izquierda elegidas por voto popular, con acusaciones ampliamente difundidas por los medios, aunque no existan pruebas, usando la “justicia” al servicio de los corruptos intereses de la derecha internacional.

Luego de un positivo balance de 10 años en la presidencia de Ecuador, el progresista Rafael Correa ayudó a la victoria de Alianza País en la segunda vuelta de las elecciones de 2017. Sin embargo, muy pronto se produjo un viraje de 180 grados: el nuevo presidente Lenín Moreno empezó a atacar el legado que le había permitido ser elegido. Una parte importante de Alianza País, fiel a las políticas sociales del «Buen Vivir», desaprobó su traición.

El vicepresidente Jorge Glas, quien se contaba entre esas voces críticas, fue depuesto de sus funciones y con ayuda de los medios al servicio de la burguesía es acusado de corrupción en el marco del caso Odebrecht. Tras cuatro meses de cárcel preventiva, en enero de 2018 fue condenado a seis años de prisión.

El 2 de agosto de 2017, a través de una carta pública, Glas denunció irregularidades en la gestión de Lenín Moreno y dos días después, el 4 de agosto Moreno le releva de todas las funciones debido a esa carta «irrespetuosa». Una destitución ilegal que quebrantó la voluntad del Pueblo ecuatoriano, que lo había elegido Vicepresidente en las urnas.

El 28 de septiembre la Procuraduría presentó una acusación contra 18 procesados por asociación ilícita en el caso Odebrecht, e incluyó a Jorge Glas. Posteriormente, el 30 de septiembre, Jorge presentó su renuncia como primer vicepresidente del movimiento PAIS para enfrentar los cargos que se le imputaban, denunciando que se trataba de persecución política.

El 2 de octubre, un fiscal solicitó la prisión preventiva, la prohibición de enajenar bienes y el congelamiento de sus cuentas bancarias y en la tarde de ese mismo día un juez ordenó encarcelarlo.

En el proceso judicial se evidenciaron dos grandes irregularidades: 1. La decisión de dictar prisión preventiva fue arbitraria y violatoria de sus derechos. 2. Una asombrosa prisa para llamar a juicio en menos de tres meses con un contenido de 470 cuerpos de 200 páginas cada uno.

Es importante recordar que fue el mismo Vicepresidente quien solicitó a la Asamblea (Congreso del Ecuador), ser relevado de la inmunidad inherente a su cargo para enfrentar las acusaciones y el acoso que venía sufriendo, confiando en el sistema judicial del país al que había servido por tantos años. Sin embargo, está comprobado que en Ecuador no hubo ni hay justicia para Jorge Glas.

El 13 de diciembre, en medio de un show mediático, se dictó una sentencia oral en la que se le condenó a seis años de prisión. La condena fue mayor a los cinco años que contemplaba como pena máxima el código en vigencia. El juez arbitrariamente se acogió a un código penal ya derogado en Ecuador. Una violación extrema al «debido proceso».

Sin sentencia escrita, no había apelación posible durante 40 días. Finalmente, la sentencia fue publicada el 23 de enero de 2018, después de más de cuarenta días de finalizar el juicio. El documento muestra un sinnúmero de inconsistencias. Por ejemplo, la condena se refiere a un crimen distinto al crimen por el cual supuestamente estaba siendo juzgado, para justificar una sentencia mayor a la que permitía la ley vigente.

En la sentencia se le culpó de intervenir en la concesión de contratos, mientras que en el juicio los testigos y acusados dejaron en claro que él nunca fue parte de ninguna comisión de bases de concurso o licitación alguna. Nunca participó en los procesos contractuales y legalmente eran otros los funcionarios de diferentes niveles quienes tenían esa responsabilidad.

Realmente la única fuente para culpabilizarlo fue el criminal confeso y finalmente premiado, Odebrecht, y en ninguno de los casos se presentaron evidencias.

Durante el juicio la fiscalía presentó alrededor de setenta supuestos testigos, la mayoría de ellos peritos técnicos, encargados de traducir, transcribir, requisar, inspeccionar y confirmar la existencia de lugares. Es decir, en su mayoría no eran verdaderos testigos y ninguno mencionó a Jorge Glas. Los otros acusados, incluyendo a los tres confesos, negaron haber tenido contacto o participación alguna con Jorge Glas en sus actividades.

Cada una de las supuestas pruebas fue desbaratada durante el juicio. Sin embargo, Jorge Glas sigue hoy siendo perseguido con nuevos juicios y su vida y la de su familia están en grave peligro.

Manifestantes se reúnen a las afueras de la Embajada de Ecuador en la Ciudad de México para protestar por la irrupción de fuerzas de seguridad en la Embajada Mexicana en Quito.

El acertado manejo económico del binomio Correa/Glas, tuvo algunas coincidencias con el proyecto de la Colombia Humana, del Presidente colombiano Gustavo Petro, se fundamentaba en la aplicación de políticas públicas encaminadas a potenciar el desarrollo del aparato productivo, con efectos inmediatos en la reducción del desempleo y el aumento de la productividad laboral.

Un plan de sustitución de importaciones, desarrollando industrias estratégicas y trabajar en un superávit energético, impulsando el uso de energías renovables, como parques eólicos y grandes centrales hidroeléctricas.

La orientación económica implicó el abandono de lógicas netamente extractivistas y explotadoras de los recursos no renovables, en un proceso que enfrentó los intereses de las grandes multinacionales, situación que debe alertarnos frente a las conspiraciones de la derecha para impedir cualquier mínima reforma social al servicio del Pueblo, junto con un anunciado golpe de Estado en contubernio con los “grandes” medios de comunicación que a diario engañan a los colombianos.

Ecuador, que usó delincuentes uniformados para ingresar a la Embajada y secuestrar a quien se le había otorgado asilo político, algo que ni siquiera Pinochet se atrevió a hacer, no es hoy un Estado de Derecho sino un “Estado de Barbarie”.

Glas en entrevista con Jorge Gestoso antes de ser secuestrado había denunciado: “Me dijeron: Estás libre si acusas a Correa”… “Yo fui el que tuvo la fortaleza de denunciar a Odebrecht”, pero, “el caso Odebrecht fue una farsa, un andamiaje para sacarme de la Vicepresidencia”.

“El poder mediático, el poder político, el poder económico, están detrás de un solo hombre [Jorge Glas] por lo que representa”. “Si hubiera habido una prensa independiente esto no hubiera pasado”. “Esto tiene nombre: se llama neoliberalismo y sigue con el lawfare, yo soy un perseguido judicial, soy inocente”.

¡Jorge Glas preso político en Ecuador debe ser liberado!
Foto: Izquierda Unida

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