En condiciones normales, es decir, si el debate político en Colombia se afrontara de forma leal y responsable, las manifestaciones convocadas por la ultraderecha contra el Gobierno de Gustavo Petro no pasarían de ser una legítima expresión ciudadana.

Editorial 3219

Sin embargo, desde que esa misma ultraderecha pasó al frío asfalto de la oposición, los voceros más pugnaces del Establecimiento han puesto en práctica una malintencionada estrategia de desgaste, acoso y estigmatización de cualquier iniciativa del Gobierno, utilizando un lenguaje grosero, un tono apocalíptico y un discurso plagado de muchas mentiras.

Más allá de la estéril discusión sobre el tamaño de las manifestaciones –nutridas en Bogotá, Medellín y Cali, lánguidas en el resto del país–, lo que preocupa es el discurso de odio proferido por los manifestantes. La desinformación y las mentiras divulgadas todos los días por los medios corporativos de comunicación exacerban los miedos más básicos de la gente más desinformada, con la intención de crear el clima de opinión necesario para profundizar y concretar el golpe blando o en su defecto, debilitar y desprestigiar a tal punto al Gobierno, que les permita volver a la Casa de Nariño en 2026.

Según el DANE, en el primer trimestre la economía creció 1,6% (trimestral) y 2,5% (anual), el dólar se cotiza alrededor de los 3.900 pesos completando 18 meses sin sobrepasar la barrera de los 4.000 pesos, la inflación sigue bajando y se ubicó en 7,7%, hay más, mejores y más baratos alimentos en oferta, el turismo tuvo cifra récord en divisas y el Banco de la República redujo la tasa de interés en medio punto porcentual, quedando en 12,5%. Asimismo, se redujo un 45% las muertes de niños por desnutrición en La Guajira, durante primer trimestre del 2024. Todas las anteriores son evidencias macroeconómicas objetivas e irrefutables de que la economía del país va mejor. ¿Y cuál es la respuesta de la oposición y los marchantes? El “fuera Petro”. Definitivamente, como lo planteó Margarita Rosa de Francisco, “No quieren a Petro, punto. Ni antes ni ahora. Y en cuanto más logros consiga este gobierno, menos lo van a querer”. No son necesarias más explicaciones.

Los llamados a que el Gobierno reconozca el “descontento popular”, sea “humilde” y escuche a la oposición parten de una interpretación distorsionada de la realidad. El Gobierno siempre ha estado dispuesto a escuchar y negociar, como lo demuestra el trámite de la reforma al sistema de salud, donde el proyecto original ha tenido numerosos cambios producto de las negociaciones durante el trámite en el Congreso. Por el contrario, quien nunca ha estado dispuesta al diálogo y la concertación ha sido la oposición de ultraderecha, atrincherada en el Congreso, los medios de comunicación y los organismos de control como la Procuraduría.

Por eso, es muy importante que cada uno haga su tarea. El Gobierno gobernando para el pueblo y comunicando de manera eficaz. Y el pueblo haciendo un intenso trabajo de pedagogía con amigos, familiares y vecinos, explicando las reformas, hablando de los logros del Gobierno y desmintiendo las calumnias que todos los días se difunden por los medios y las redes sociales.

Así, lo realmente estratégico, lo que actuará como factor de profundización de los cambios y las reformas, lo que hará irreversible este andar de bienestar y esperanza, es el proceso constituyente. Tenemos un gran reto este Primero de Mayo, tomarnos las calles masivamente, no para insultar y expresar odios, sino para construir poder popular, democracia y justicia social.
Con información del Semanario Voz

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