En Colombia poco se lee, hay una concepción de la lectura superficial, banal, superflua y muchos creen que es simple negligencia de la persona, que no ha podido descubrir su importancia, su valor.

Por Nelson Lombana Silva

“La manera de mi padre castigarme era mandándome para la biblioteca o poniéndome a leer un libro voluminoso de ciencia, con unos términos rebuscados que desconocía su significado. Me ponía a recitar trozos y ahí, que no respondiera, se ponía furioso recorriendo la casona lanzando improperios”, comenta Luis de profesión médica y agrega: “Realmente, no sé cómo no mató la vocación por la lectura que desarrollé terminando el bachillerato y durante la vida universitaria”.

Nohora, agente de seguridad, comenta: “No me fue fácil comprender la importancia de la lectura, la consideraba una mamadera de gallo y una pérdida de tiempo. Los que leen son “cocacolos”, perezosos y sin oficio”, pensaba.

La lectura ha tenido muchos enemigos, pero hay uno fundamental, central y definitivo: El sistema capitalista. En este sistema hay dos clases sociales bien definidas: La clase dominante y la clase dominada. La primera es minoría pero, gracias al poder económico y político, define el futuro de la segunda. Ésta impone su cultura, sus costumbres a la fuerza, su ideología. La segunda, repite maquinalmente y acoge como dogma la imposición. Cuando decide romper con ese dominio asfixiante se hace a través de una revolución, toda vez que revolución significa cambio, rebeldía, libertad y justicia social.

Esa clase dominante, no está interesada en que la clase dominada lea, se instruya y se quite la venda de sus ojos. La prefiere analfabeta, porque así, resulta más fácil de manipular, engañar y explotar. Una mentira cala más fácil en una persona “ciega”, es decir, sin conocimientos. Eso es lo que ha hecho el uribismo para sostenerse en el poder: Analfabetismo, mentira y miedo. En el analfabeta fácilmente cunde el miedo, es más crédulo, no tiene capacidad de análisis crítico. Como dijo un líder campesino de Anzoátegui (Tolima): “Se come el hilo y la carreta sin ningún problema”.

La gran sospecha entonces, es que hay una clase social empecinada en que la otra no lea, para así poder imponer su dominio imperial y hacer que esa clase no piense, ni proteste, permanezca de espaldas a la realidad y que toda su aguda problemática sea considerada como simple designio sobrenatural. Los obstáculos son muchos, pero ya sospechamos, son a propósito de alguien que manipula hábilmente desde la penumbra.

Leemos entonces para aprender, mejorar la vida individual y social, ser más persona, ser portador de conocimientos, aprender a resolver las dificultades, ser feliz y humano; también a vivir en comunidad, recuperar la capacidad de asombro, sentir como propio el dolor ajeno, hacer brillar la solidaridad y el internacionalismo proletario. Leemos para ser diferentes, humanos y seguros del futuro en comunión, para ser libres…

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