El personaje del año es Gustavo Petro. Su liderazgo, junto con Francia Márquez y las fuerzas que componen el Pacto Histórico, conquistó la presidencia en 2022. Foto Mónica Miranda

Este año nos sacudió de todas las formas posibles: El fin del confinamiento –aunque todavía no de la pandemia–, la guerra en Ucrania, la inminencia de una recesión global, el triunfo del Pacto Histórico en Colombia o los campeonatos mundiales de futbol, el femenino sub-17 y el masculino de mayores en Catar. VOZ escogió algunos de los personajes y hechos más importantes

Federico García Naranjo
@garcianaranjo

Personaje del año

Tal vez una de las pocas cosas en la que todos los medios de comunicación en Colombia están de acuerdo es que el personaje del año es el presidente Gustavo Petro. La importancia de su elección y el talante que ha demostrado en los primeros meses de su gobierno han significado claramente un cambio de rumbo en la política colombiana.

Si bien Petro es sin duda el líder político de mayor nivel intelectual en Colombia y ha sabido introducir debates complejos y de fondo en la esfera pública, el mérito no es todo suyo. Su figura sin duda adquiere importancia por el proyecto que representa, donde gente como Francia Márquez, la bancada del Pacto Histórico y los millones de personas que acompañan este proceso de cambio han sido protagonistas.

Mujer del año

Esta vez, dos valerosas lideresas ocupan el lugar de la mujer del año, las ministras de Trabajo y Cultura, Gloria Inés Ramírez y Patricia Ariza. Gloria Inés, histórica dirigente del magisterio y reconocida militante comunista, ha dado un nuevo rumbo a la función del Ministerio poniendo su cartera al servicio de los derechos de la clase trabajadora. La nueva correlación de fuerzas en la concertación del salario mínimo ha provocado que por primera vez sea posible una decisión que favorezca el poder adquisitivo de los trabajadores.

Por su parte, Patricia anima en el Ministerio el proceso llamado “Estallido cultural”, un esfuerzo dirigido a promover no solo las expresiones culturales de los territorios, con énfasis en aquellas manifestaciones tradicionalmente marginadas, sino abrir un amplio proceso de diálogo entre todos los actores de las artes y las culturas en Colombia para que la política cultural exprese las sensibilidades y la diversidad del pueblo colombiano.

Organización del año

La Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria, Fensuagro, que cumplió 46 años de existencia y celebró en agosto su XII Congreso, es la organización del año. Presente en las movilizaciones por los derechos del campesinado, la Federación expresó su apoyo al gobierno popular y se reafirmó en la lucha por la implementación del Acuerdo de Paz, la reforma agraria integral y popular, la conquista de la soberanía alimentaria y el reconocimiento del campesinado como sujeto de derechos.

Fensuagro ha sido protagonista de los diálogos regionales vinculantes convocados por el gobierno para diseñar el Plan de Desarrollo y en la Convención Nacional Campesina que se reunió recientemente en Bogotá.

Deportista del año

Con tan solo 17 años, Linda Caicedo se perfila ya no como la promesa sino como la mejor futbolista colombiana de la actualidad. Tuvo una destacada actuación con el Deportivo Cali como subcampeón de la liga. Con la selección Colombia sub-17 en la Copa América que se celebró en Colombia, fue escogida como la mejor jugadora, y en el campeonato mundial en la India donde Colombia salió subcampeona, obtuvo el Balón de Plata y el Botín de Bronce.

Poseedora de un estilo exquisito, Linda espera, como sus demás compañeras y buena parte de la hinchada, que sus triunfos y logros internacionales contribuyan a que la dirigencia del fútbol, el gobierno y la empresa privada se involucren decididamente en la promoción del fútbol femenino en Colombia.

Personaje cultural del año

Un sonriente y cantante frailejón se convirtió, un poco a pesar suyo, en el personaje cultural del año. En este caso hablamos en el sentido más literal del término, pues Frailejón Ernesto Pérez como personaje de Señal Colombia se hizo conocido en marzo por una pegajosa canción que invita a los niños a cuidar los páramos, a reconocer el valor del agua y a proteger la naturaleza. Sin duda, una excelente campaña promocional.

No obstante, su verdadero protagonismo se produjo por el escándalo que intentó desatar un representante uribista que malinterpretó la presencia de un muñeco de Frailejón en un acto que se hacía en las barras del Congreso en favor de la aprobación del Acuerdo de Escazú. Según el representante, se estaban haciendo ritos de brujería y vudú, nada más alejado de la realidad, lo que desató inmediatamente una masiva reacción en las redes sociales y –entre bromas y chanzas– ayudó a consolidar a Frailejón como un símbolo de la lucha por la preservación del medio ambiente en Colombia.

Evento del año

La celebración del campeonato mundial de fútbol en Catar ha desatado toda suerte de debates y polémicas. Por un lado, se han hecho justas protestas por las violaciones en el país asiático a los derechos humanos y laborales y por la discriminación a la población diversa y a las mujeres.

Por otro lado, se ha señalado la hipocresía que hay en la crítica a uno u otro país, en función no de la preocupación por causas justas sino de la conveniencia. El que Catar haya arrebatado la sede del mundial a Estados Unidos a través de operaciones fraudulentas –el conocido “Fifa gate”– devela que la corrupción solo es mala cuando afecta intereses poderosos. De alguna manera, la indignación –justificada– contra el mundial en Catar distrae la atención sobre lo realmente grave y triste: el fútbol en el mundo se ha convertido en un negocio corrupto, sistémicamente corrupto, y eso no es culpa solo de Catar.

Al margen de los debates, lo cierto es que este mundial ha sido el de la venganza de los chicos. Las derrotas de Argentina contra Arabia Saudita, de Alemania y España contra Japón, de Francia contra Túnez, de Portugal contra Corea y de Brasil contra Camerún demuestran que las distancias en el fútbol son cada vez más cortas. Además, el sorprendente papel del equipo de Marruecos –que al escribir estas líneas estaba por disputar la semifinal contra Francia– conformado en su mayoría por jugadores que militan en los mejores equipos de Europa, ha demostrado que las ligas europeas solo son mejores porque se pueden dar el lujo de contratar a los mejores jugadores de Asia, África y América Latina. Es decir, sin jugadores del sur global, el fútbol europeo sería uno más.

Antipersonaje del año

Aunque hubo un debate en la redacción de VOZ para escoger el “ganador” de esta sensible categoría, al final nos decidimos por Rodolfo Hernández. El exalcalde de Bucaramanga, excandidato presidencial y ahora exsenador se lleva el “galardón” de este año, tras ganárselo a pulso y por sus propios méritos.

Más allá de su chabacanería, su discurso vacío, su temperamento violento, su clasismo y misoginia, su corrupción y su autoritarismo, lo cierto es que convocó a más de diez millones de personas que depositaron su confianza en él para presidir el país. Su protagonismo debe llevarnos a la reflexión sobre la descomposición de la política en Colombia y cómo, a pesar de que hay vientos de renovación, también persiste una Colombia enquistada en el pasado que debemos seducir e integrar al proceso de cambio.

Frase del año

Francia Márquez aportó la frase que, a nuestro juicio, mejor resume el momento de transformaciones que vive Colombia: Vivir sabroso. Es una expresión popular que no merece mayor explicación excepto para los que se presumen demasiado entendidos, porque sintetiza las aspiraciones más inmediatas pero también más profundas del pueblo colombiano: que no nos maten y nos dejen trabajar, que nos dejen ser felices y amar a quien queramos, que podamos acceder al conocimiento y que se respeten nuestros saberes ancestrales, que podamos vivir en armonía con la naturaleza y que podamos construir un país donde sentirnos orgullosos, realizados y felices. Nada más, pero nada menos.


Fuente: Semanario Voz

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