La militancia de los sectores alternativos en el departamento se encuentra desconcertada ante la desunión que hay para enfrentar el debate electoral del mes de octubre, uno de los debates más importantes en la correlación de fuerzas del Pacto Histórico y la gobernabilidad del presidente Gustavo Petro y Francia Márquez. Son determinantes los resultados para avanzar, rodear el gobierno del cambio y profundizar el proceso ideológico y político.

Por Agamenón

Pareciera que en algunos cuadros de algunos grupos no hubiera claridad sobre los intereses revolucionarios que se están jugando, en un departamento dominado por la derecha y la extrema derecha, la corrupción y el narcotráfico. La disputa no es con angelitos, pero al parecer no se ha entendido así y la petulancia ciega del egoísmo resulta ser la nota predominante. Los caciques empotrados en la vieja politiquería, disfrazados de alternativos, no tienen escrúpulo en hacer fracasar el promisorio proceso que se viene dando en Colombia, so pretexto de dominar a la fuerza. Todos sabemos por qué se perdió la alcaldía de Ibagué en el debate electoral anterior. Sin embargo, esos personajes responsables no quieren asimilar la lección y vuelven y juegan con los mismos libretos.

Solo un milagro podría evitar la hecatombe anunciada, hay que tener la fe del carbonero e impulsar candidaturas unitarias y con vocación de poder. Como dicen los jóvenes: “Nada de aventurerismo”. Durante las horas siguientes hay que trabajar en suturar heridas y hacer equipo para derrotar la considerada aplanadora “barretista”. La situación política en el Tolima resulta bien compleja. En todos los mentideros políticos se dice que Mauricio Jaramillo está inhabilitado; William Ospina no es prenda de garantía, siempre se ha mantenido en la derecha, para algunos es el Mario Vargas Llosa colombiano. En realidad, las elecciones en el sector alternativo en este departamento, están como el general en su laberinto.

Todo mundo piensa en este departamento corazón de Colombia, que a última hora se produzca un cambio de rumbo político y la sensatez se imponga con claridad y sin ambages. La esperanza es lo último que se pierde.

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