Con la histórica batalla en el puente de Boyacá, el 7 de agosto de 1819, se ponía punto final a la colonización e imposición de los españoles y se abría la posibilidad de un cambio sustancial en favor de la muchedumbre harapienta e ignorada, en las costumbres políticas, ideológicas y culturales desde el continente americano. Era el primer intento de pensar por sí mismo desde el continente de la vida y de la esperanza.

Por Agamenón

El pensamiento de Simón Bolívar, antiimperialista por excelencia, soñaba con un continente unido, la gran patria, desde Méjico hasta Cabo de Hornos, en Chile. No era un pensamiento expansionista con criterio principesco, era los primeros indicios de la creación de una Gran Patria, más por su extensión, por su identidad y espíritu unitario.

Teniendo el mismo idioma, la misma religión, las mismas costumbres, los mismos libertadores, no había razón de fraccionar el continente, en un escalofriante egoísmo, en desarrollo del imperialista interés de Estados Unidos, imperio que ya se vislumbraba y con qué sevicia.

El sueño de la Gran Patria, fue pospuesto por la ambición desbocada de Francisco de Paula Santander y la naciente burguesía. No dudó en aliarse con el Tío Sam, echando por tierra el gran sueño bolivariano, permitiendo que el halcón clavara las garras en estas ubérrimas tierras.

La obra de Simón Bolívar está inconclusa. Sin embargo, hay una nueva dinámica en todo el continente que se empecina, también con heroísmo, en contribuir a concretar los sueños del Libertador.

Una batalla histórica

Hace 203 años, se libró la gran batalla por la primera independencia. Después de la dramática cruzada del Pantano de Vargas, Bolívar consideró rematar el ejército realista y este hermoso lugar boyacense fue el escenario. En el Pantano de Vargas estuvo a punto de fracasar el Ejército Patriota, pero, la maestría militar de Bolívar y la bravura del coronel Juan José Rondón con sus catorce lanceros, lograron dominar y vencer.

El ejército realista (invasor) marchaba en retirada, desmoralizado; mientras el Ejército Patriota, a pesar de sus afugias de toda índole, tenía su moral en alto con un profundo espíritu combativo. La batalla fue sangrienta. Brilló con luz propia el general José Antonio Anzoátegui, el mismo Santander y Juan José Rondón, entre otros.

La victoria, al caer la tarde, iluminó de esperanza el destino de los pueblos. Se selló la primera independencia y se abrió la posibilidad de la segunda y definitiva, ya no de España, sino de Estados Unidos.

La posesión presidencial

La gran efeméride en esta oportunidad tiene un ingrediente adicional: La posesión presidencial del Pacto Histórico, en cabeza de Gustavo Petro y Francia Márquez. Un hecho histórico, por cuanto resulta ser la primera vez que un hijo del pueblo, logra llegar al solio de Bolívar y con él y ella, la esperanza de todo un pueblo, secularmente engañado y explotado.

Las expectativas son grandes, lo mismo que las dificultades. Colombia está a merced de una oligarquía criminal, mafiosa y atrasada, que, con toda seguridad, hará hasta lo imposible para que el Pacto Histórico no cumpla sus propuestas de cambio y así ella volver a gobernar. El puso será fuerte.

Reunido con los indígenas, el presidente Gustavo Petro, llamó a fortalecer la organización. Eso será clave. Si el pueblo no se organiza, ni se forma políticamente, va a ser muy complicado, porque se querrá que ya mañana estén los cambios en su totalidad. Quizá, desconoce que, con Petro y Márquez, se inicia un recorrido, un proceso, duro, complejo y dinámico.

La base del éxito está en la erradicación del analfabetismo político de las masas. Se hace urgente un pueblo educado políticamente, con plena capacidad de crítica y autocrítica, dueño de su propio destino, para entender la lucha que comenzará hoy en Colombia en una nueva y desconocida dimensión de ser gobierno.

En eso se debe comprometer el Pacto Histórico. Incluso, el Frente Amplio. Trabajar en la diversidad con inteligencia, pero, sobre todo, con conciencia de clase. El cambio que exigimos también es responsabilidad nuestra, en mayor o menor grado. Tenemos que prepararnos para rechazar la guerra sucia mediática. Será desbordada, como se ha venido percibiendo por estos días. Hay que fortalecer los medios alternativos para enfrentar esta avalancha seguramente de mentiras, calumnias, tergiversaciones y amenazas de estos medios de incomunicación, propiedad de la gran oligarquía.

En ese contexto, páginas como www.pacocol.org o el semanario VOZ La verdad del pueblo, serán fundamentales, trascendentales, en esta dura batalla ideológica y política que comienza hoy en toda Colombia. Hay que publicitar con más fuerza estos medios alternativos, ampliar su difusión en barrios y veredas de Colombia. Además, trabajar en una emisora de carácter nacional. Los medios serán claves para la victoria.

Desde hoy, se debe lanzar la campaña por la continuidad del proceso, conociéndolo, participando y haciendo realidad la propuesta de gobierno. Ojalá, el pueblo pueda considerar la necesidad de la reelección en un momento dado. Que se den las cosas para que el Pacto Histórico no abandone la Casa de Nariño, sino que haya continuidad y profundización del proceso. ¡Qué tarea tenemos los comunistas!

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