Con la firme convicción de que la oligarquía no es invencible, hay que salir masivamente este 9 de abril, a rechazar contundentemente la postura criminal del Parlamento colombiano de hundir la reforma de la salud, condenando al pueblo a seguir muriendo de enfermedades curables como viene sucediendo actualmente.

Por Agamenón

El pueblo está indignado por la forma complaciente como los senadores y representantes a la cámara, han hundido la reforma a la salud condenando al pueblo humilde a un verdadero genocidio, como se ha venido demostrando hasta ahora con estadísticas alarmantes en mano.

Estos peones de la oligarquía, financiados por las EPS, se han atravesado como mulas muertas a impedir que las reformas se materialicen, son los mismos que salen a los medios corporativos a decir que el gobierno no ha hecho nada y dizque a exigirle obras. Es la doble moral de una recua dispuesta a defender la postura de los ricos en detrimento del pueblo.

El pueblo ha ido despertando, entendiendo que no se puede quedar cruzado de brazos, esperando milagros del cielo. El camino es la unidad y la movilización consciente de la masa históricamente marginada, engañada y explotada.

Después del efímero gobierno popular de José María Melo en 1854, quien encarnó con grandeza el querer de los artesanos, se presenta hoy el gobierno del Pacto Histórico en cabeza de Gustavo Petro y Francia Márquez. Hijos del pueblo, al fin llegan a los puestos más importantes de Colombia, cuadros que se han comido las verdes y las maduras porque son de extracción popular.

Esa es la rabia de la gran oligarquía, toda vez que han pensado que esos dos importantes cargos son exclusividad de los hijos de los expresidentes y sátrapas de la gran burguesía liberal- conservadora. Primero, fue presidente Alfonso López Pumarejo, después su hijo Alfonso López Miquelsen; primero, Misael Pastrana Borrero, después su hijo Andrés Pastrana Arango; primero, Eduardo Santos, después el sobrino Juan Manuel Santos y así sucesivamente.

Gracias a la decisión popular del pueblo y al coraje de Petro y Francia Márquez, ha sido posible romper esta hegemonía aberrante. El deber del pueblo, entonces, es defender el proceso y radicalizarlo de tal manera que se haga justicia y el pan sea para todos y todas sin privilegios de ninguna índole. Petro lo ha dicho sin ambages: Estoy dispuesto a llegar hasta donde el pueblo quiera que llegue. Son palabras mayores de un presidente popular que está dispuesto a jugarse su pellejo en cumplimiento de su deber.

Eso lo debe entender el pueblo, el campesino, el obrero, el indígena, el negro, el zambo, etc. asumiendo una postura crítica y propositiva. Nada de ignorar el proceso, ni pensar que otros hagan. Hay que asumir el liderazgo, allá en la vereda más distante, en el barrio más sencillo, en todas partes. La batalla ideológica y política debe derrotar a estos vampiros siniestros, metidos en el Centro Democrático y en los partidos tradicionales: Liberal y Conservador.

La movilización es factor determinante. El pueblo quieto, inmóvil está condenado a ser esclavo. Hay que salir el 9 de abril con las pilas puestas a denunciar el vergonzoso papel del Parlamento tomado por la derecha y la extrema derecha, la criminal postura del Centro Democrático y la presencia entre bambalinas del imperialismo norteamericano. Salir con entusiasmo y decisión. Ya dijo el presidente Gustavo Petro: No estaremos en el balcón, estaremos junto al pueblo marchando. Que nadie se quede en casa el 9 de abril, fecha que nos recuerda el vil asesinato del caudillo popular, Jorge Eliécer Gaitán Ayala, a manos de la CIA y la oligarquía colombiana liberal-conservadora. Pase la VOZ…
Foto. Prensa Rural

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