Se llama José Arles Herrera, pero es conocido en todas partes como Calarcá, un seudónimo que hace honor a su tierra natal, el Quindío. Va a cumplir 90 años, pero su mente y su espíritu combativo y social están intactos. “Empecé a dibujar cuando era un niño, porque todos los niños pintan, pero yo me quedé niño, con la imaginación y las alegrías intactas”, dice este hombre que nació en Armenia en el año de 1934, en una de aquellas casitas que desapareció en la carrera 18 con calle 41, para darle paso al Mirador del Quindío y al Parque de La Secreta.

Su fisonomía es la de un indio, de la India, lo que no puede negar. Su padre había venido de ese país oriental, llegó al Quindío vendiendo telas y aquí conoció a su madre. A la edad de 9 años se fue con su mamá al Valle del Cauca, donde vivió hasta los 25 años, cuando ya se ganaba la vida pintando avisos publicitarios y diseñando calzado en la guarnecedora de su padrastro. Hasta que llegó al barrio Las Cruces, en Bogotá, y casi por una coincidencia se metió a una casa donde había mucha gente, era la Casa Sindical, y su vida cambió para siempre.

El Quindiano presenta esta entrevista como un homenaje a uno de los grandes caricaturistas y pintores colombianos, que no ha dejado, a pesar del paso de los años, de creer en la imaginación y en la alegría, como tampoco en la importancia del trabajo social con los pobres de Colombia. Entrevista completa en el siguiente vídeo:
Con información de El Quindiano

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